¿La oscuridad incrementa el riesgo de sufrir un delito? ¿Qué tipos de crímenes se agravan con la caída del sol? ¿Es la iluminación urbana una herramienta efectiva contra la delincuencia? Estas preguntas, fundamentales para el diseño de ciudades seguras y sostenibles, han motivado uno de los análisis más amplios realizados hasta la fecha en el Reino Unido. Liderado por el investigador Jim Uttley desde la Universidad de Sheffield, un equipo multidisciplinar ha examinado el comportamiento del crimen en función de la luz natural, analizando más de 34.000 delitos cometidos entre 2010 y 2019 en la región de South Yorkshire.
El estudio, publicado en la revista PLOS ONE, ofrece una contribución valiosa a un debate que ha sido objeto de controversia en los ámbitos del urbanismo, la criminología y las políticas de alumbrado público ¿existe una relación directa entre oscuridad y criminalidad? Y si es así, ¿de qué forma puede la iluminación artificial modular ese riesgo sin incurrir en efectos adversos como la sobreiluminación o el aumento de la contaminación lumínica?
Oscuridad, iluminación y crimen real
Numerosos estudios han demostrado que la oscuridad reduce la percepción de seguridad entre los peatones, incrementando el miedo al crimen. Las personas tienden a sentirse más inseguras en entornos poco iluminados, especialmente después del anochecer, debido en parte a la reducción de la capacidad visual y la dificultad para evaluar el entorno. Esta relación ha sido confirmada mediante encuestas, fotografías comparativas, visitas reales a lugares públicos y estudios sobre la iluminancia.
Sin embargo, la influencia de la oscuridad sobre la criminalidad real es más ambigua. Las entrevistas con delincuentes y los análisis de datos policiales muestran patrones poco consistentes: algunos delitos, como los robos, pueden incrementarse con la oscuridad, mientras que otros no presentan variación significativa. Además, estudios que evaluaron estrategias de ahorro energético mediante la atenuación o apagado del alumbrado público tampoco hallaron una relación clara con el aumento del crimen.
Revisiones sistemáticas anteriores han asociado la mejora del alumbrado público con reducciones generales del delito, pero estos efectos también se observan durante el día, lo que sugiere que el factor decisivo podría no ser la visibilidad, sino otros elementos como el «orgullo comunitario» o la presencia activa en el espacio público.
Para entender si la iluminación realmente contribuye a la prevención del crimen, algunos estudios han utilizado los cambios estacionales del horario (horario de verano/invierno) como “experimentos naturales”, permitiendo comparar tasas delictivas en condiciones equivalentes pero con distinta luz ambiental. Estos análisis, aunque útiles, están limitados por el reducido tamaño de muestra.
Un enfoque alternativo, aplicado en regiones con alta variación estacional como Sheffield (Reino Unido), compara franjas horarias que son a veces diurnas y a veces nocturnas durante el año, permitiendo evaluar el efecto específico de la oscuridad sobre el crimen. Los resultados apuntan a un aumento del robo y otros delitos específicos en condiciones de oscuridad, aunque con variaciones según el tipo de delito y el área geográfica.
Como se puede observar, la relación entre iluminación y crimen es compleja. Mientras que la oscuridad parece aumentar el riesgo de ciertos delitos, la eficacia del alumbrado público para mitigarlos depende de múltiples factores. La mejora de la visibilidad puede no ser el único mecanismo implicado. Por tanto, se requieren estudios que desagreguen los datos por tipo de delito, condiciones locales y características técnicas de la iluminación para optimizar su uso como herramienta de prevención del delito.
En este nuevo estudio, se evaluó el impacto de la oscuridad sobre la delincuencia en la región de South Yorkshire (Reino Unido), abordando varias limitaciones de investigaciones previas. Uttley y su equipo analizaron un conjunto de datos compuesto por 34.618 delitos registrados entre 2010 y 2019 en la región de South Yorkshire.
Parte de estos delitos tuvo lugar en franjas horarias que, debido a la variación estacional de la luz solar, transcurren durante el día en ciertos meses del año y en la oscuridad en otros. Esta circunstancia permitió a los investigadores comparar el riesgo delictivo en esas mismas horas según hubiera luz natural o no. Además, el análisis estadístico incorporó controles para otros factores potencialmente influyentes, como las condiciones meteorológicas o los periodos vacacionales.
Resultados obtenidos
Uno de los principales hallazgos es que, en términos generales, la probabilidad de que ocurra un crimen aumenta después del anochecer. No obstante, esta correlación no afecta por igual a todos los tipos de delito, lo cual ofrece una visión más matizada del fenómeno y pone en entredicho enfoques excesivamente simplistas basados en la iluminación indiscriminada.
De los 14 tipos de delito analizados, desde robos y daños a la propiedad hasta delitos sexuales y violencia interpersonal, solo cinco mostraron una incidencia significativamente mayor en condiciones de oscuridad:
- Robo en domicilios
- Daños a la propiedad
- Atracos personales
- Robo de bicicletas
- Delitos contra vehículos
En contraste, otras conductas delictivas como agresiones sexuales, incendios provocados y hurtos en tiendas presentaron una correlación significativa con la falta de luz natural. Este matiz resulta crucial, ya que sugiere que la visibilidad reducida favorece principalmente aquellos delitos donde el anonimato o la impunidad juegan un papel táctico para el delincuente, mientras que otros tipos de crimen pueden obedecer a dinámicas distintas, no tan sensibles a la luz ambiental.
Geografía del riesgo: la importancia del contexto urbano
Otro de los resultados clave del estudio es la variabilidad geográfica en la relación entre oscuridad y delito. Es decir, el riesgo asociado a la noche no se distribuye de forma homogénea en todo el territorio, sino que varía de forma significativa entre barrios o zonas urbanas.
Este hallazgo refuerza la necesidad de adoptar enfoques localizados y basados en datos para diseñar políticas de iluminación pública. No todas las áreas requieren el mismo nivel de intervención ni tienen la misma exposición al riesgo. La efectividad de una actuación lumínica depende, entre otros factores, de la tipología urbana, los patrones de movilidad, el uso del espacio público, la densidad poblacional o la existencia de rutas de paso vulnerables.
Iluminación pública: ¿solución universal o instrumento de precisión?
El estudio, sin embargo, no analiza directamente el papel de la iluminación artificial, es decir, no distingue entre zonas iluminadas o no iluminadas por farolas u otras fuentes de luz artificial. Su objetivo ha sido más fundamental: determinar si la oscuridad per se incrementa el riesgo delictivo, con independencia de los dispositivos técnicos presentes en el entorno.
Este planteamiento parte de una hipótesis metodológica crítica: si la oscuridad no afectase al riesgo de delito, entonces la presencia o ausencia de alumbrado artificial sería irrelevante desde el punto de vista preventivo. Pero dado que la investigación sí identifica una mayor probabilidad de ciertos delitos en ausencia de luz natural, se abre la puerta a futuras investigaciones centradas en evaluar el impacto de diferentes estrategias de iluminación artificial sobre la criminalidad.
En palabras de los autores:
«Hay una suposición extendida de que la iluminación pública reduce el crimen. Sin embargo, la evidencia al respecto no es concluyente. Nuestro objetivo fue retroceder un paso y preguntar si la oscuridad por sí sola aumenta el riesgo. Nuestros resultados muestran que así es, al menos para ciertos delitos.»
Actualmente, el equipo está trabajando en nuevas fases del proyecto que explorarán cómo distintas configuraciones de alumbrado público —nivel de iluminancia, distribución espacial, temperatura de color, control horario, etc.— pueden modular el riesgo de forma efectiva.
Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0324134
Fuente de imágenes: Unsplash*. *Imágenes procedentes de bancos de recursos gráficos que no pertenecen a la investigación. |