Mientras que restaurantes, gimnasios, escuelas y otros edificios están cerrados de forma indefinida para evitar la propagación del COVID-19, el agua que se deje en las tuberías podría cambiar de calidad. “Es posible que el agua que actualmente se está dejando reposar en las tuberías de miles de edificios durante un largo periodo de tiempo pueda contener cantidades excesivas de metales pesados y patógenos”, señalan los investigadores de la Universidad de Purdue que han comenzado un estudio de campo para evaluar el impacto del confinamiento y el cierre en los edificios.
“No diseñamos edificios para que se cierren durante meses. Este estudio se centra en las consecuencias y podría ayudar a los propietarios de los edificios a asegurarse de que estos son seguros y están operativos cuando los ocupantes regresen”, declaró Andrew Whelton, profesor asociado de ingeniería civil e ingeniería medioambiental y ecológica en Purdue
“Los cierres prolongados de los edificios tendrán consecuencias drásticas en la seguridad del agua potable del edificio: la calidad química y microbiológica del agua presenta potencialmente graves riesgos para la salud pública. A medida que los habitantes regresen, se encontrarán con agua extremadamente estancada con excesivas concentraciones de plomo, cobre y bacterias, que pueden incluir patógenos como la Legionella pneumophila”.
En el siguiente vídeo los investigadores explican el alcance y el objetivo del estudio que están realizando
Welton y otros investigadores han comenzado a redactar y recopilar recomendaciones sobre este aspecto que brevemente se publicarán. Las recomendaciones se basan en las implicaciones de otros estudios sobre el estancamiento del agua en grandes edificios. El equipo de Whelton también colaboró con la Asociación Americana de Obras Hidráulicas para publicar un conjunto de directrices para la comisión de edificios y proporcionó orientación para una respuesta ante una pandemia en Detroit, mientras la ciudad trabajaba para restablecer el servicio de agua a miles de hogares que habían sido cortados por la imposibilidad de pagar.
Pero como no se ha realizado ningún estudio sobre los cierres de edificios generalizados y a largo plazo, siguen existiendo lagunas de conocimiento sobre la mejor manera de mantener una calidad de agua estable durante un cierre. El estudio de campo dirigido por el equipo de Whelton sería un comienzo para llenar estos vacíos.
Para este estudio de campo, el equipo de Whelton está recogiendo muestras en los lavabos y fuentes de agua de tres edificios – rastreando la temperatura, el oxígeno, los metales pesados como el plomo y el cobre, y cómo las comunidades microbianas en las tuberías cambian con el tiempo.
«Cuando usas agua, estás trayendo cloro, nitrógeno, fósforo y una pequeña cantidad de carbono. Las bacterias que se encuentran en las paredes de las tuberías almacenan esos nutrientes para su uso posterior. Pero con un estancamiento de meses, no va a haber oxígeno, nuevo nitrógeno o fósforo», explica Caitlin Proctor, una becaria posdoctoral de Lillian Gilbreth en Purdue-.
El equipo también está rastreando un patógeno llamado Legionella pnuemophila, que se sabe que causa una forma bacteriana de neumonía. Algunos edificios del hospital ya tienen planes para limpiar el agua estancada que podría transportar este patógeno, pero más estudios sobre el agua estancada podrían informar con qué frecuencia y por cuánto tiempo deben limpiar.
«También es importante señalar que no todo el crecimiento bacteriano es patógeno. Por eso vamos a observar no sólo el número de bacterias, sino también los tipos de bacterias que aparecen», señala Proctor.
Además de observar el agua que se deja en los edificios, el equipo estudiará cómo el estancamiento afecta a los ablandadores y calentadores de agua. En el laboratorio, los investigadores dejarán que el agua se quede quieta durante largos períodos de tiempo, observando los cambios químicos y microbiológicos. «No hay realmente ninguna evidencia de lo que el estancamiento prolongado hace a estos dispositivos», dijo Whelton.
Los investigadores están reuniendo una red de organizaciones para estar listos para actuar sobre los hallazgos del estudio cuando estén disponibles. La Sociedad Americana de Ingenieros en Fontanería y la Asociación Internacional de Funcionarios de Fontanería y Mecánica están colaborando con el equipo de Whelton en este estudio.