Una cartografía colaborativa de 22 kilómetros cuadrados desvela que la mayoría de fuentes de luz nocturna en zonas urbanas no proviene del alumbrado público. Fachadas comerciales, escaparates, ventanas privadas y luminarias decorativas son responsables de una parte sustancial de la contaminación lumínica urbana, según una investigación reciente cuyos resultados acaban de ser publicados en ‘Nature Cities’
La percepción habitual de que el alumbrado público es el principal responsable de la iluminación artificial nocturna en entornos urbanos está empezando a ser cuestionada. Un proyecto reciente liderado por el investigador Christopher Kyba, en colaboración con voluntarios de 33 municipios alemanes, ha permitido crear una base de datos inédita sobre fuentes de luz artificial en el espacio público urbano. Lo novedoso de este estudio no es solo su alcance, sino el enfoque metodológico participativo, apoyado por una herramienta digital desarrollada expresamente para ello: la aplicación “Nachtlichter” (luces nocturnas).
Durante las campañas de conteo, los participantes cartografiaron más de 22 km² de superficie urbana, identificando, clasificando y geolocalizando un total de casi un cuarto de millón de fuentes de luz. Estas incluían desde farolas hasta rótulos luminosos, escaparates, ventanas iluminadas y focos decorativos en jardines. Esta cartografía granular permite correlacionar datos observacionales a ras de suelo con la radiancia registrada por sensores satelitales.

Una radiografía urbana de la iluminación artificial
El análisis cruzado entre los conteos realizados por los ciudadanos y los datos obtenidos por satélites de observación nocturna ha permitido establecer una correlación directa entre la densidad de fuentes luminosas por kilómetro cuadrado y los niveles de radiancia captados desde el espacio. Esto validaría empíricamente una hipótesis clave en los estudios sobre contaminación lumínica: que la emisión observada desde el espacio puede ser un indicador robusto de la presencia y distribución de fuentes de luz artificial sobre el terreno.
Kyba subraya que, extrapolando estos resultados a escala nacional, se puede estimar que en Alemania hay más de una fuente de luz encendida por persona después de la medianoche. Esta cifra, sorprendente a primera vista, se entiende mejor al examinar la tipología y distribución de las fuentes registradas: las farolas no son mayoría.

El desglose del inventario revela una realidad poco considerada. En entornos densamente edificados, por cada farola hay aproximadamente un rótulo luminoso y un escaparate iluminado. A eso se suma la aportación de fuentes de iluminación privada: las ventanas iluminadas fueron con diferencia la categoría más frecuente, incluso pasada la medianoche.
Además, se contabilizaron luces ornamentales en jardines, timbres iluminados, proyectores de alta potencia en patios y fachadas, y otras formas de iluminación decorativa o de seguridad, que en conjunto representaron una cuarta parte del total. En términos de intensidad y dispersión, muchas de estas fuentes son menos eficientes y más contaminantes que el alumbrado público moderno, que en muchos casos ya ha sido optimizado con tecnología LED y sistemas de control horario.

Tecnología digital y ciencia ciudadana
Uno de los aspectos más innovadores del estudio es la combinación de tecnología digital y participación ciudadana para obtener datos a gran escala y alta resolución. La aplicación “Nachtlichter”, desarrollada conjuntamente por el equipo de investigación y colaboradores tecnológicos, permitió a los voluntarios clasificar cada fuente de luz según varios criterios.
En el marco del proyecto, los participantes recorrían transectos predeterminados —normalmente entre dos esquinas consecutivas de una calle— y contaban y clasificaban las fuentes de luz observadas según 18 categorías predefinidas. Para garantizar la coherencia entre diferentes observadores, todos los voluntarios completaron previamente una formación en línea obligatoria.

Las campañas se llevaron a cabo durante el otoño de 2021, en 33 municipios seleccionados para coincidir con el área de cobertura de un sensor satelital de observación nocturna, lo que permitió comparar los datos en tiempo real con las imágenes de satélite (sensor Day-Night Band del satélite Visible Infrared Imaging Radiometer Suite -VIIRS).
El plan inicial contemplaba la cobertura de unos 6 kilómetros cuadrados distribuidos en tres comunidades alemanas. Sin embargo, la participación ciudadana superó ampliamente las expectativas, lo que permitió expandir el alcance del estudio a aproximadamente 22 kilómetros cuadrados, repartidos entre 33 localidades, de las cuales nueve se encontraban fuera de Alemania.

Implicaciones técnicas y ambientales
El estudio abre un debate técnico relevante sobre las estrategias actuales de reducción de la contaminación lumínica y mejora de la eficiencia energética en entornos urbanos. Hasta ahora, gran parte de la normativa y de las inversiones públicas se han centrado en modernizar el alumbrado público. Sin embargo, los datos empíricos muestran que esta categoría de iluminación representa solo una fracción del total de fuentes activas por la noche.
Desde una perspectiva de diseño urbano y planificación energética, ignorar la iluminación privada o comercial supone dejar fuera del análisis gran parte del consumo eléctrico nocturno y del impacto ambiental asociado. Esto incluye tanto el deslumbramiento directo como la dispersión difusa del flujo luminoso hacia el cielo (skyglow), que altera los ritmos circadianos de la fauna, interfiere en la observación astronómica y afecta al bienestar humano.
Kyba lo resume así: “Nuestra investigación muestra que es necesario ampliar el foco más allá del alumbrado público. Si queremos comprender y mitigar los efectos ambientales de la luz en las ciudades, debemos considerar todas las fuentes de iluminación”.

Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://www.nature.com/articles/s44284-025-00239-5
Fuente de imagen de portada: Freepik*
* Imagen procedentes de bancos de recursos gráficos que no pertenecen a la investigación. |