Robots equipados con lámparas de luz ultravioleta que recorren los viñedos durante la noche, están demostrando ser una herramienta realmente eficaz para acabar el oídio, una enfermedad que se produce en las plantas por la acción de varios hongos ectoparásitos, y que afecta a las uvas.
Los investigadores del Cornell AgriTech en Ginebra y Nueva York, se han asociado con la compañía noruega SAGA Robotics para desarrollar las primeras unidades de estas unidades robóticas autónomas y esperan comercializarlas durante este año.
Durante estos meses de primavera, los investigadores están utilizando dos de estos robots para llevar a cabo pruebas de campo con uvas Chardonnay en dos ubicaciones: los viñedos de investigación de Cornell AgriTech en Ginebra, y en Anthony Road Wine Co. en Penn Yan, Nueva York.
Uso de la luz UV para proteger los cultivos
Los estudios en Cornell sobre el uso de la luz UV para matar el oídio de la vid se remontan a los años 90, y durante los últimos cuatro años se han realizado ensayos de campo en cooperación con la Universidad de Florida, donde se controló con éxito el oídio en cultivos de fresas.
Los últimos ensayos realizados en uvas no solo lograron controlar el oídio sino también con otra de las enfermedades más agresivas, el mildiu lanoso. La colaboración con otras universidades, ha supuesto el ensayo en diversos cultivos como las calabazas, pepinos, lúpulo, albahaca, y cáñamo industrial.
“En el caso de las uvas Chardoney, tenemos una supresión efectiva del oídio durante un periodo de años, con tratamientos realizados una vez a la semana”, explica David Gadoury, investigador asociado del Departamento de Patología Vegetal y Biología de las Plantas de Cornell Agritech, que dirige el proyecto.
La tecnología de luz UV es un gran avance para luchar contra el oídio y el mildiu lanoso, ya que los patógenos que dan lugar a estas enfermedades pueden adaptarse a los tratamientos con aerosoles antimicóticos químicos en una sola temporada, dejando de ser efectivos, y suponiendo millones de dólares en desarrollo para las empresas químicas.
“En todas partes donde se cultivan uvas, los viticultores tienen que preocuparse por el oídio, rociando el viñedo con fungicidas químicos entre 10 a 15 veces al año”, explica Dr. Lance Cadle-Davidson, un fitopatólogo investigador de la Unidad de Investigación de Genética de Uvas del Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos en Ginebra, y socio del proyecto.
La enfermedad del midiu ha evolucionado junto con las plantas que ataca a lo largo de millones de años y desarrollando por tanto resistencias a los tratamientos químicos de forma muy rápida. Pero en esta evolución también puede estar su talón de aquiles: la adaptación a los ciclos naturales de luz y oscuridad. La luz ultravioleta daña el ADN, aunque muchos organismos han desarrollado defensas químicas contra este daño, que son desencadenadas por la luz azul que se encuentra en la luz del sol.
«Lo que hace posible que usemos la UV para controlar estos patógenos de plantas es que la aplicamos por la noche», dijo Gadoury. «Por la noche, los patógenos no reciben luz azul y el mecanismo de reparación no funciona.»
Al mismo tiempo, los investigadores utilizan lámparas que suministran una baja dosis de luz UV, matando al patógeno sin dañar la planta. La técnica también ha demostrado ser eficaz contra el mildiú lanoso y algunas plagas de insectos.
Los investigadores también está desarrollando una tecnología de imágenes en asociación con científicos de la Universidad Carnegie Mellon que detectará y cuantificará el moho en las hojas de la uva.
«Estamos ahora mismo en la versión 1.0 de este tratamiento robótico UV, que aplica la misma dosis de luz UV a cada vid sin importar si está enferma o sana. Nuestra visión a largo plazo es que uniremos estos enfoques de detección y tratamiento a través de la viña de forma automatizada», afirma Cadle-Davidson.
El grupo de investigación multi-institucional e internacional incluye a los profesores asistentes Katie Gold y Yu Jiang en Cornell AgriTech, Natalia Peres en la Universidad de Florida, Mark Rea en el Centro de Investigación de Iluminación del Instituto Politécnico Rensselaer, y Arne Stensvand en el Instituto de Bioeconomía de Noruega. El trabajo abarca disciplinas que van desde el crecimiento de las plantas y la fotobiología hasta la física y la tecnología de la iluminación.
Fuente de imágenes: Cornell AgriTec