El Ministerio de Industria está trabajando en el lanzamiento cientos de licencias de energías renovables entre este año y el que viene a través de concursos.
En paralelo con las iniciativas internacionales del sector eléctrico, donde se impone el modelo de subastas al mejor postor, y así adjudicar nueva de capacidad de producción. Por cierto, que este nuevo modelo se puso en marcha a primeros de este año, donde se subastaron y adjudicaron un total de 700 megavatios, repartidos entre tecnología eólica con 500 MW y biomasa con 200 MW dentro de la península ibérica.
Pues bien ahora la idea que está manejando Industria , por fin, es llevar a cabo concursos más ambiciosos y con un nuevo concepto: neutralidad tecnológica. Es decir, que lo que el Ministerio quiere poner en juego es que las distintas tecnologías, como la fotovoltaica,, eólica, biomasa o termosolar, por ejemplo compitan entre si. Hay nada más y nada menos que entre 3. 000 y 4.000 MW en estudio que se realizarían en tres o cuatro etapas. La idea que se maneja es sacar unos 1.000 megavatios antes de que finalice el año y el resto a lo largo del 2017. Había muchas dudas en el sector que esto se pudiese llevar a cabo por la incertidumbre política pero parece que está confirmado el Ministerio. No cabe duda que nuestra importantísima industria de energías verdes está viendo como un sueño se hace realidad.
Todo este «acelere» parece indudablemente que viene por el cumplimiento de los objetivos que nos fijamos en Europa del 20% de energías renovables sobre el consumo total de nuestra energía en el ya cercano 2020. Si bien es cierto que en el año 2014 según estadísticas del Ministerio, se alcanzó un 17,3% de penetración de energías renovables en el consumo final de los españoles, hace falta un empujón definitivo. Todo indica que los datos del 2015 serán similares.
Parece que nuestra denostada industria de energías renovables renace de sus propias cenizas. Industria que pasó de ser la «armada invencible» a «desastre nacional» donde se destruyeron años de trabajo y de inversión, que estaban sentando las bases para esa “Tercera Revolución”. Todavía creo que hay que convencer a la sociedad de que las energías renovables son el instrumento más eficaz para reducir las importaciones del exterior, es decir para ser más autosuficientes, entre otras cuestiones. Lo que tenemos que exigir a nuestro Gobierno es visión a futuro.
Es cierto que España tiene una mayor cuota de renovables que le media de la Unión Europea (incluyendo biocarburantes), pero no suficiente para alcanzar nuestros objetivos y sobre todo para independientemente de los objetivos internacionales tener un modelo claro de planificación energética, y que sea el cambio definitivo de nuestro modelo energético. Los intentos de acuerdo sobre una adecuada planificación energética, hasta ahora, entre los principales partidos españoles han caído en papel mojado. Es absolutamente necesario que se terminen las improvisaciones, las ocurrencias y las medidas de última hora y se abra un horizonte claro y con la certidumbre que cualquier sector necesita para su desarrollo y evolución. Un desarrollo y evolución donde el ahorro y la eficiencia energética junto con las renovables sean el pilar de esa nueva estrategia energética, donde se potencia definitivamente el autoconsumo, la construcción sostenible y la implantación definitiva de esa gran promesa que es el coche eléctrico.
Nuestra economía será definitivamente, más competitiva si somos capaces de producir con una energía más barata y eso pasa por terminar con el despilfarro económico que supone nuestra insensata dependencia energética del exterior.
Si para algo ha servido nuestro pasado gran desarrollo industrial en renovables es que para en este nuevo paradigma internacional del mercado de subastas eléctricas nuestras empresas sean más competitivas y tirar los precios en las subastas de otros países están siendo una salida. Empresas españolas como Acciona, Solarpack, Alten o Cox Energy se están llevando la gran parte de esos concursos.
Países como por ejemplo Brasil se está subiendo al carro de las renovables gracias al know how de las empresas españolas.
El modelo que se impone es pujar a la baja en retribución a la inversión comprometida en el proyecto a desarrollar. Se quiere que participen todas las renovables y que gane la más barata. Por estructura de costes iniciales, la fotovoltaica sin duda tiene más ventajas. Lo relevante, es que las pujas sean competitivas y transparente, y sobre todo que consigan bajar los precios finales a los consumidores.