Son varias las ciudades que están implantando el modelo de alumbrado público LED, en el cual la búsqueda de una mayor eficiencia se presupone. En lugar de ello, miran hacia la implantación de la creciente red inalámbrica de la smartcity, una red de información y acción cuyas utilidades resultan inimaginables.
Limitar la sobre-iluminación
Los logros sociales y económicos de iluminar la noche han sido incalculables, pero nuestros sucesores mirarán probablemente hacia atrás con pesar por el derroche de energía y el daño hecho al ciclo natural de la luz y la oscuridad. Hoy en EE.UU. existen unas 60 millones de farolas que iluminan indiscriminadamente durante toda la noche, mientras un cuarenta por ciento de la factura de electricidad de una ciudad media se la lleva el alumbrado público, con más de la mitad desperdiciada. Una excesiva iluminación exterior supone desperdiciar alrededor de 3.500 millones de dólares en energía por año, según la Asociación International Dark-Sky que trabaja para reducir la contaminación lumínica. El número de lugares verdaderamente oscuros en la Tierra se está reduciendo rápidamente. Las emisiones de luz hacia el cielo han crecido a un ritmo de al menos un 6% anual en América del Norte, de acuerdo con las imágenes de satélite y modelos informáticos realizados por investigadores del Servicio de Parques Nacionales e instituciones de investigación en Italia y EE.UU. Dos tercios de la población mundial, incluyendo 99% de las de EE.UU. continental y Europa, ya no experimentan las noches estrelladas.
Los LED en sí mismos no van a librar al mundo del derroche de energía y luz. Muchos de los actuales modelos de lámparas LED son más brillantes que las lámparas de sodio o mercurio tradicionales, y muchos emiten en la longitud de onda azul que causa el mayor daño a la producción de melatonina, que de acuerdo con la Asociación Médica de Estados Unidos se ha relacionado en estudios epidemiológicos limitados, con un aumento en el cáncer, especialmente cáncer de mama.
La clave estará en utilizar menos luz en general mediante la conexión de las nuevas farolas LED a sensores de movimiento para eliminar iluminación innecesaria. Algunas ciudades, como Phoenix y Flagstaff en Arizona, tienen ordenanzas para frenar el exceso de iluminación exterior, pero la mayoría de los lugares no son, como es el caso de Arizona, sede de varios observatorios espaciales importantes, que necesitan los cielos oscuros. «A lo largo de la historia, ha sido un hecho constatado que a medida que la tecnología de iluminación se ha ido abaratando, utilizamos más», dice Scott Kardel, director ejecutivo de la Asociación Internacional Dark-Sky.
Proyecto Albertslund, en Dinarmarca
Con entre un 25% y 30% de sus 1.000.000 de puntos de luz convertidos a LED, Dinamarca, líder en iluminación LED municipal con, ha implantado un banco de pruebas de alta tecnología en Albertslund, un suburbio de Copenhague. Seis kilómetros de carretera se están equipados con cientos de nuevas luces y sistemas de control de 25 compañías diferentes, entre ellas Philips, Osram y Cisco. La primera fase tiene ya tres años y se ha llevado 10 millones del presupuesto. Una sala de control con una enorme pantalla mostrará el desempeño de funciones como la regulación de cada punto de luz o el enfoque de los peatones y los coches. Los datos de los sensores instalados en las alcantarillas, tuberías de agua o contenedores de basura también se transmitirán a los postes de luz con sensores incrustados y de allí al ayuntamiento para su análisis y acciones pertinentes. Otras funciones incluirán aliviar congestión de tráfico o indicar a los ciclistas cual es la mejor ruta, mejorar la predicción de dónde depositar sal antes de una tormenta de nieve, alarmar ataques a la privacidad o detectar un comportamiento sospechoso entre otras.
El sistema, aún en sus primeras etapas es parte de una creciente red inalámbrica que esta ciudad de aproximadamente 1,2 millones de habitantes espera le ayuden a cumplir su ambiciosa meta de convertirse en la primera capital neutral en carbono del mundo para el año 2025.
IBM y Philips también están llevando a cabo agresivamente proyectos de ciudad inteligente junto con compañías menos conocidas como Silver Spring Networks, que ofrece plataformas de red, software y servicios para infraestructura crítica para empresas de servicio público y ciudades. Además está contribuyendo a diseñar y operar el plan de alumbrado público y semáforos en Copenhague.
Nuevas formulas de financiación
El dinero para el gran despliegue LED proviene fundamentalmente de los contribuyentes, pero unas interesantes condiciones de retorno de la inversión ofrecen suficientes expectativas para atraer a los financiadores privados.
Philips se adjudicó en 2013 un contrato de diez años con la Autoridad de Tránsito del Área Metropolitana de Washington (DC) para la reconversión de 13.000 puntos de iluminación en 25 aparcamientos. La autoridad espera pagar a Philips con los ahorros de 2 millones en electricidad y mantenimiento.
Pacific Gas & Electric en California ofrece diversas fórmulas para llevar a cabo conversiones de iluminación a LED para las ciudades, desde la elección de los proveedores de modo que los incentivos gubernamentales para la instalación de las luces queden asegurados, hasta un compromiso de realizar el trabajo de forma más económica que los propios equipos de trabajo de la ciudad.
Otro nuevo concepto para alinear la financiación implica el alquiler de espacios en los postes de luz a los proveedores de servicios móviles o por cable. Philips y Ericsson lanzaron un programa en este sentido a principios de 2014, ofreciendo a las ciudades una farola con una combinación de LED de bajo consumo de Philips y una estación base inalámbrica de Ericsson.