El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha presentado un nuevo número de la colección Ciencia para las políticas públicas dedicado a la Contaminación Lumínica. Estos informes, realizados por equipos de investigación del CSIC, buscan servir de puente entre los centros de investigación y los decisores políticos para contribuir a la definición de políticas públicas basadas en la evidencia científica.
Con el título ‘Contaminación lumínica: los peligros de un mundo cada vez más iluminado’ el informe expone el desafío que supone hacer frente a la contaminación lumínica, un problema ambiental causado por la creciente proliferación de luz artificial en nuestro planeta.
Realizado por el el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), en colaboración con el Institut de Ciències del Mar (ICM) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), el informe revisa los impactos potenciales de la contaminación lumínica, los cuales se extienden a ámbitos tan diversos como la salud medioambiental y humana, las observaciones astronómicas o el patrimonio cultural y se recogen algunas de las acciones y líneas de investigación con las que el CSIC está dando respuesta a este reto.
Un enfoque multidisciplinar
En el estudio se define la contaminación lumínica como “la alteración de la oscuridad natural de la noche provocada por la luz artificial”. Se trataría de un fenómeno creciente, ya que cada año,”la superficie mundial iluminada y la intensidad del brillo artificial del cielo nocturno aumentan alrededor de un 2,2 %, y en los últimos 25 años, este incremento ha sido de un 50 %”, se dice en el informe.
Es por ello que se ha hecho este informe, con el objetivo de “instar una intervención urgente, multidimensional y multisectorial, aportando recomendaciones de actuación y decisión para responsables políticos y autoridades locales, así como para el sector privado, la comunidad científica y la sociedad en general”, puntualiza Airam Rodriguez, investigador del MNCN-CSIC, uno de los autores del informe.
Para elaborar el informe, un equipo científico interdisciplinario, compuesto por expertos en medio ambiente, ecosistemas biológicos e investigación astrofísica, ha recopilado y sintetizado el conocimiento actual sobre la contaminación lumínica.
Se han enfocado especialmente en los ámbitos donde el CSIC lidera proyectos de investigación para evaluar los efectos de este problema medioambiental. En concreto, el informe pone de relevancia el liderazgo del CSIC en la monitorización del brillo del cielo generado por luces artificiales y su impacto significativo, especialmente en las observaciones astronómicas. Según José Manuel Vilchez, investigador del IAA-CSIC y coautor del informe, “la Oficina Técnica de Calidad del Cielo del IAA-CSIC está a la vanguardia en la evaluación de la contaminación lumínica en nuestras ciudades mediante el uso de imágenes obtenidas desde la Estación Espacial Internacional”.
El informe destaca aquellos estudios dirigidos a evaluar el efecto de este tipo de contaminación sobre los ecosistemas naturales y las especies que los habitan. “Es el caso, por ejemplo, de las pardelas, una especie de ave marina que se ve atraída por las luces artificiales de nuestras costas provocando una mortalidad masiva”, explica Airam Rodriguez. “Como resultado de la contaminación lumínica, muchas especies han modificado sus patrones de actividad y ritmos diarios lo que puede convertirse en una auténtica trampa ecológica que afecte a nuestras políticas pesqueras, por ejemplo”, concluye Francisco José Ramirez, investigador del ICM-CSIC y coautor del informe.
Por último, el informe resalta el potencial de la investigación realizada en el CSIC para abordar los efectos de la contaminación lumínica sobre la salud humana, especialmente como posible factor de riesgo en algunos tipos de cáncer y enfermedades metabólicas.
La percepción social de la luz artificial
El informe también alerta sobre un aspecto crucial de este tipo de contaminante: la percepción social de la luz artificial. Culturalmente, la luz artificial se asocia con bienestar, belleza, sociedades avanzadas, estatus y seguridad. Esta percepción lleva a que la iluminación excesiva en pueblos y ciudades no se perciba como una amenaza, sino como un indicador claro de bienestar y progreso.
Prueba de la importancia del factor social asociado a esta problemática es el estudio realizado por el CSIC en 2023, que reveló cómo las grandes festividades de diversas sociedades humanas influyen en los patrones de contaminación lumínica a escala global. Este fenómeno se observa especialmente en festividades religiosas que conllevan un uso excesivo de luces artificiales durante la noche.
El informe advierte que las “regulaciones actuales son insuficientes, dado que no existen límites máximos legalmente establecidos para la contaminación lumínica”. Además, señala que la regulación efectiva carece de coordinación a nivel local, regional e internacional, y no está fundamentada en evidencia científica suficiente.
Recomendaciones y soluciones propuestas
El informe se concibe como una herramienta para la toma de decisiones fundamentada en la evidencia científica, y por ello presenta una serie de recomendaciones finales claras y concisas dirigidas tanto a las administraciones públicas como al sector privado.
Entre otras recomendaciones, se incluyen medidas como incrementar los esfuerzos legislativos para regular la luz artificial como agente contaminante; establecer una hoja de ruta que coordine los esfuerzos de todas las administraciones; y definir zonas protegidas considerando la amplia dispersión de la luz como agente contaminante.
A estas medidas generales se añaden recomendaciones más específicas, como la implementación de técnicas de «iluminación inteligente»para ajustar la intensidad y los horarios de funcionamiento de las luces según las necesidades específicas de cada emplazamiento; evitar ángulos de emisión superiores a 70º y dar prioridad a la luz cálida, como la generada por lámparas de sodio o LEDs de tipo ámbar, entre otras acciones recomendadas. De cara al sector privado, se recomienda explorar estrategias de marketing que no dependan exclusivamente de la luz artificial; eliminar del mercado los LEDs blancos altamente contaminantes; y colaborar con el sector público para crear un distintivo de iluminación sostenible.
“Todas estas medidas pasan por promover campañas educativas y de concienciación social, ya que es crucial transmitir a la sociedad que no se trata de no iluminar, sino de hacerlo de manera más sostenible. De este modo, todos y todas saldremos beneficiados”, concluye Alicia Pelegrina miembro de la Oficina Técnica de Calidad del Cielo del IAA-CSIC y coautora del informe.
Puede acceder al informe a través del siguiente enlace:
https://digital.csic.es/handle/10261/361215
Imágenes: Unsplash