El contraste es una propiedad sensorial que hace que los estímulos destaquen. Escritores, diseñadores y músicos utilizan el contraste para enfatizar las diferencias en el texto, las pantallas y las melodías. La sensibilidad al contraste se define como la diferencia de luminancia o color entre el primer plano y el fondo de un objeto que permite descifrar exactamente lo que se está viendo. Desempeña un papel importante en muchas situaciones cotidianas, como determinar si una sombra es un animal, una persona o un objeto, y ser capaz de distinguir palabras, notas musicales y números en un papel o en un libro. A diferencia de la agudeza visual, que es la capacidad de discernir letras o números a distancia, la sensibilidad al contraste es una medida esencial de la función visual en situaciones de poca luz, niebla o deslumbramiento, cuando el contraste entre los objetos y su fondo se reduce. Conducir de noche es un ejemplo que requiere una buena sensibilidad al contraste para circular con seguridad por la carretera.
La investigación de la visión ha funcionado durante décadas bajo el supuesto que el contraste de luminancia no cambia con la intensidad de la luz. Es decir, se supone que una letra oscura en una página blanca tiene el mismo contraste al aire libre (es decir, bajo una luz más brillante) que en el interior (bajo una luz tenue). Tal constancia del contraste parecía obviamente importante. Si el contraste no se preservara a través de diferentes intensidades de luz, una letra negra en interiores se volvería blanca al aire libre porque refleja mucha más luz.
Una nueva investigación realizada por la Facultad de Optometría de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY) demuestra que esta suposición de décadas de antigüedad es incorrecta y revela cómo la luz natural brillante puede estimular el cerebro con mayor eficacia y ayudar a personas de toda condición a ver mejor objetos y letras.
“Hasta ahora, la investigación sobre la visión partía de la base de que el contraste de luminancia no cambia con la intensidad de luz. Es decir, una letra oscura en una página blanca tiene el mismo contraste al aire libre (bajo una luz más brillante) que en el interior (bajo una luz más tenue). Nuestro estudio demuestra que esta suposición de décadas es incorrecta. Demostramos que la sensibilidad al contraste depende en gran medida de la cantidad de luz y que una luz natural y brillante estimula el cerebro visual con mayor eficacia, mejorando la vista”, explica Hamed Rahimi-Nasrabadi, investigador principal del estudio y profesor de Optometría en SUNY.
En el estudio, los investigadores midieron las respuestas de las neuronas de la corteza visual primaria a estímulos con diferentes contrastes e intensidades de luz. Los resultados demuestran que, como la agudeza visual, la sensibilidad al contraste depende en gran medida de la cantidad de luz. El aumento de la cantidad de luz cambia la sensibilidad de contraste para estímulos oscuros y claros (es decir, estímulos más oscuros o más claros que su entorno) en direcciones opuestas. Mejora la discriminación de los contrastes más oscuros (por ejemplo, haciendo más fácil ver diferencias sutiles en la sombra de ojos) mientras que perjudica gravemente la descriminación de los contrastes más brillantes (por ejemplo, haciendo más difícil discriminar las diferencias de luminancias entre los reflejos especulares más brillantes de un automóvil).
Estos nuevos descubrimientos vienen a certificar que el contraste visual aumenta al aire libre y, por lo tanto, leer bajo luz brillante estimula el cerebro de manera más efectiva, lo que permite ver mejor las letras y ayudar a su vista. Asimismo van a ser fundamentales para obtener mediciones más exactas relativas a la sensibilidad visual en enfermedades oculares, la representación del contraste en imágenes médicas, el diseño arquitectónico de espacios para personas con discapacidad visual y ancianos o para la mejora de los actuales algoritmos de procesamiento de imágenes y las métricas de contraste visual.
“Ahora puede sentirse bien cuando decida leer su libro favorito al aire libre y decir que está científicamente demostrado que el contraste visual aumenta al aire libre. Hemos demostrado que leer bajo una luz brillante estimula el cerebro visual de forma más eficaz, permite ver mejor las letras y también puede ayudar a la vista. Esperamos que nuestro estudio sirva de catalizador para seguir investigando la sensibilidad al contraste y su papel en las medidas actuales de evaluación, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades oculares”, concluye el profesor Rahimi-Nasrabadi.