La iluminación artificial que inunda las costas de todo el mundo podrían estar teniendo un impacto significativo en aquellas especies que dependen de la luna y las estrellas para encontrar alimento. Criaturas como la pulga de playa (Talitrus Saltator) orientan sus migraciones nocturnas basándose en la posición de la luna y el brillo del cielo nocturno natural. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Bangor y la Universidad de Plymouth muestra que la presencia de luz artificial originada por ciudades situadas a varios kilómetros de distancia (también conocido como brillo artificial nocturno) perturban la “brújula lunar” que utilizan estas pulgas cuando cubren grandes distancias. En algunos casos, esto puede llevarlos a viajar hacia el mar y alejarse de los alimentos, mientras que en otros reduce la posibilidad de que se aventuren a salir a buscar comida.
El estudio publicado en la revista Current Biology, muestra cómo esto podía ser una clara amenaza, no solo para poblaciones como la indicada, sino también para el ecosistema en general, ya que juegan un papel muy importante en la descomposición y el reciclaje de las algas. El estudio se llevó a cabo como parte del proyecto ALICE (Artificial Light Impacts on Coastal Ecosystems), financiado por el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural.
«El resplandor luminoso nocturno es la forma de contaminación lumínica más extendida geográficamente. Estudios han demostrado que actualmente se puede detectar por encima del 23% en las costas de todo el mundo cada noche, y el fenómeno va en aumento. Nuestros resultados muestran que ya está teniendo impactos demostrables en los procesos biológicos que se guían por las señales de luz en el cielo”, explica el Dr. Thomas Davies, profesor de conservación marina en la Universidad de Plymouth, autor principal del paper y principal investigador del proyecto ALICE.
«A través del proyecto ALICE, estamos encontrando cada vez más pruebas de que la contaminación lumínica de las ciudades costeras puede influir en las especies marinas que habitan en las playas cercanas, en las costas rocosas e incluso en el lecho marino. Estos resultados ponen de relieve lo omnipresente que podría ser el alumbrado de las ciudades en la configuración de la ecología de las costas a kilómetros de distancia de sus centros urbanos más cercanos. También destacan el potencial del resplandor luminoso nocturno para impactar en otras especies que realizan migraciones usando la luna como brújula. Mientras que nuestra comprensión de los impactos de el alumbrado artificial nocturno en la naturaleza ha mejorado dramáticamente, el resplando luminoso nocturno ha sido en gran parte pasado por alto. Se necesita urgentemente más trabajo para comprender plenamente la medida en que está dando forma al medio ambiente natural”, dice Davies.
La pulga de arena es común en las costas de toda Europa y pasa el día enterrada en la arena a profundidades de 10 a 30 cm, emergiendo de noche para alimentarse de algas en descomposición y otros detritus. Para este estudio, los investigadores monitorearon la población de pulgas de arena en la playa de Cable Bay en Gales del Norte (Reino Unido), un lugar naturalmente oscuro, durante 19 noches entre junio y septiembre de 2019. Observaron el comportamiento de casi 1.000 individuos en una gama de fases lunares y condiciones meteorológicas, antes de introducir luz artificial que replicaba la intensidad y el color del resplandor del cielo de los pueblos y ciudades de la costa del Reino Unido.
«Es fácil olvidar la influencia crítica de la Luna en la guía de los movimientos de muchos organismos. Sin embargo, cada vez nos damos más cuenta de que al interrumpir los patrones de iluminación nocturna, estamos reduciendo potencialmente la capacidad de los animales para navegar. Esta nueva investigación en las costas de Gales del Norte muestra claramente que niveles muy bajos de luz artificial pueden tener efectos de gran alcance en las especies marinas costeras», concluye Stuart Jenkins, Profesor de Ecología Marina de la Universidad de Bangor y uno de los coautores del estudio.