La red de túneles urbanos de Madrid constituye una de las infraestructuras más complejas de la capital: pasos soterrados con décadas de antigüedad, intensidades de tráfico muy dispares, condicionantes arquitectónicos severos, presencia de sistemas auxiliares y una normativa cada vez más exigente en materia de seguridad y eficiencia.
El consistorio madrileño incluyó en su contrato de explotación y conservación de los túneles urbanos —licitado en 2022 y ejecutado por la UTE adjudicataria— un programa de renovación lumínica que abarca 17 instalaciones repartidas por distintos distritos de la ciudad.

La intervención, que forma parte del plan continuo de conservación y adecuación a normativa, ha incorporado la sustitución de equipos de descarga por tecnología LED y la implantación de proyectores diseñados específicamente para condiciones críticas. Carandini ha suministrado los equipos (proyectores T-XTREME) para estos 17 túneles —entre ellos Planetario, Princesa, Olavide, Carlos V y Alberto Aguilera, además de varios pasos subterráneos—, todos ellos con características constructivas, patrones de tráfico y restricciones geométricas muy diferentes entre sí.
Aunque la actualización lumínica pueda parecer un elemento más dentro del conjunto de trabajos de conservación —que incluyen estructuras, obra civil, instalaciones, ventilación y comunicaciones—, su impacto en seguridad, consumo energético y mantenimiento convierte estas actuaciones en una palanca clave para mejorar la fiabilidad operativa de los túneles urbanos.
Soluciones a medida para cada infraestructura
La intervención en los 17 túneles ha presentado desafíos específicos, derivados de la arquitectura de la infraestructura, el volumen de tráfico o las condiciones de uso.
En el túnel de Olavide, por ejemplo, la baja altura disponible —apenas tres metros— y la cercanía de un acceso a un aparcamiento subterráneo obligaron a replantear la instalación convencional. Para optimizar el espacio y garantizar una iluminación uniforme, los proyectores se montaron casi en posición vertical sobre una viga horizontal a lo largo del túnel, ubicando discretamente las cajas detrás de la viga y situando los motores lumínicos en el frontal.
En el paso subterráneo de Estrella Naos con Oriana, la coexistencia de carril para vehículos y acera peatonal presentó un desafío adicional, al requerir una iluminación eficaz para ambos espacios. Se diseñó una solución que garantizara visibilidad y confort tanto en la calzada como en la acera, asegurando la seguridad de conductores y peatones. La modularidad y el diseño de los proyectores T-XTREME permitieron una distribución homogénea de la luz, facilitando la detección rápida de obstáculos y creando un entorno seguro y confortable para todos los usuarios.

En túneles situados en zonas de gran densidad urbana, como Alberto Aguilera o Princesa, las exigencias se relacionan principalmente con el control del deslumbramiento y el mantenimiento de una elevada uniformidad longitudinal. El túnel Planetario presentó un escenario distinto: la iluminación debía convivir con elementos de ventilación, cableado técnico y sistemas de sensorización. En estos espacios congestionados, la compatibilidad mecánica y la facilidad de integración son esenciales para evitar interferencias con equipos vitales para la operación del túnel.
Finalmente, infraestructuras como el túnel de Carlos V evidenciaron el impacto cualitativo de sustituir luminarias de descarga por tecnología LED. El cambio permitió mejorar la eficiencia energética, estabilizar los niveles de iluminación y reducir las intervenciones de mantenimiento, con beneficios directos en seguridad y disponibilidad del servicio.

Túneles más seguros y sostenibles
La actualización de los 17 túneles urbanos de Madrid ha permitido introducir mejoras medibles tanto en términos de operación como de calidad de iluminación. La instalación de luminarias con altos niveles de protección frente a polvo, agua e impactos, junto con ópticas específicas para cada sección y configuraciones de montaje adaptadas a las restricciones estructurales, ha contribuido a obtener una iluminación más uniforme y estable.
La transición a sistemas LED ha reducido el consumo energético y ha disminuido la frecuencia de las intervenciones de mantenimiento, un aspecto especialmente relevante en infraestructuras donde cualquier actuación requiere cortes parciales de tráfico y coordinación con otros servicios técnicos. Además, la preparación de las instalaciones para incorporar controles avanzados facilita la adaptación a futuras normativas o a estrategias de gestión basadas en condiciones de tráfico y necesidades operativas.
El proyecto se enmarca en los planes municipales de conservación de infraestructuras críticas, donde la iluminación desempeña un papel determinante en la seguridad y en la disponibilidad del servicio. La intervención contribuye a mejorar la percepción visual en las calzadas, estabiliza los niveles lumínicos a lo largo del ciclo de vida de la instalación y reduce el impacto ambiental asociado al consumo energético y a la sustitución de equipos.

Imágenes: Carandini

