Una forma común de explorar los efectos ecológicos de la urbanización es investigar los cambios en los ciclos de vida de las especies en el área urbana y circundante. El calentamiento urbano y la luz artificial por la noche son dos de los factores más influyentes en este sentido.
Así por ejemplo, el calentamiento urbano puede aumentar las temperaturas superficiales entre 5 y 9 °C, haciendo que las especies con óptimos térmicos críticos más bajos, es decir, procesos biológicos como el crecimiento y el desarrollo que se producen a temperaturas ambientales más bajas, se ven afectadas desproporcionadamente. Debido a las grandes fluctuaciones a lo largo del día y el año, la temperatura puede ser una señal poco confiable para que las especies determinen cuándo dormir, reproducirse, migrar, etc., haciendo que esta señal sea suplementaria a una respuesta biológica a los cambios estacionales mediante el monitoreo de la duración del día, una habilidad llamada fotoperiodismo.
El aumento de la luz nocturna puede deshacerse del fotoperiodismo de un insecto, sin embargo, pocos estudios se han centrado en el efecto que el calentamiento urbano y la luz artificial por la noche han tenido en los insectos en su hábitat natural.
Un nuevo estudio realizado por investigadores japoneses muestra como un aumento de la iluminación nocturna y el calor en las zonas urbanas perturba de forma significativa los periodos de hibernación de los insectos. Para ello el equipo realizó experimentos en interiores y exteriores con una especie de mosca de la carne, que típicamente entra en hibernación durante el otoño.
“El estudio analiza una especie de mosca de la carne llamada Sacaphaga similes, pero los resultados podrían ser aplicables a cualquier especie animal que dependa de señales ambientales predecibles para llevar a cabo procesos biológicos como el crecimiento, el comportamiento reproductivo, el sueño y la migración”, explica el profesor Ayumu Mukai de la Universidad de Setsunan en Japón, y autor principal del estudio.
La hibernación de laboratorio se indujo en las moscas bajo dos temperaturas promedio de octubre (15 y 20ºC), con diferentes niveles de iluminancia para imitar áreas rurales urbanas brillantes a oscuras.
Encontraron que el porcentaje de moscas que entraban en hibernación disminuyó a medida que aumentaba la iluminación y la temperatura aumentaba de 15 °C a 20 °C, lo que sugiere que las temperaturas más altas que se encuentran en las zonas urbanas están asociadas con una iluminación nocturna más alta.
En el campo, equipo midió cuándo los insectos entraron en hibernación en dos lugares de la ciudad: un sitio con iluminación nocturna a alrededor de 0,2 lux (el brillo de una luna llena en un cielo claro), y otro con iluminación nocturna a alrededor de 6 lux, lo que equivale a una zona residencial o calle por la noche.
En sitios con noches oscuras, la mayoría de las moscas entran en hibernación entre octubre y noviembre, mientras que en sitios con mayor luz nocturna, no entraron en hibernación hasta después de noviembre. El equipo también comparó áreas urbanas con iluminación de alrededor de 0,2 lux con áreas rurales de casi 0 lux. Los porcentajes de moscas que entran en hibernación en las zonas rurales aumentaron desde finales de septiembre, alrededor de 3 semanas antes que sus contrapartes urbanas. Las temperaturas también fueron 2,5 °C más altas en las ciudades, lo que se cree que es la causa del retraso en la hibernación.
Si bien estos hallazgos sugieren que la iluminación nocturna, que apoya nuestra vida diaria, está interrumpiendo la estacionalidad de los insectos, “los entornos urbanos son complejos, con iluminación nocturna y temperaturas que varían dentro del mismo vecindario y entre diferentes ciudades”, señala Ayumu Mukai, “y nuestro trabajo sobre una sola mosca de la carne no elucida la respuesta fotoperiódica de otros insectos”.
“Estudios futuros con una variedad de especies de insectos en diferentes sitios, en ciudades con diferentes regiones climáticas aclararían qué niveles de contaminación lumínica y calentamiento urbano afectan la adaptación estacional de insectos”, señala el profesor Shin Goto, de la Universidad de Otaka, quién también participo en la investigación.
Puede consultar todas las conclusiones de la investigación en el paper recientemente publicado en revista científica Royal Society Open Science:
https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rsos.210866