La ansiedad, el autismo, la esquizofrenia y el síndrome de Tourette tienen cada uno sus propias características distintivas, pero un factor que los une a la mayoría de los demás trastornos mentales es la alteración del ritmo circadiano. Esta es la conclusión a la que han llegado un equipo de investigadores de neurociencia, ciencias farmacéuticas e informática de la Universidad de California – Irvine (UCI).
En un paper recientemente publicado en la revista Nature Translational Psychiatry, los científicos plantean la hipótesis de que las alteraciones del ritmo circadiano es un factor psicopatológico compartido por una amplia gama de enfermedades mentales y que la investigación de su base molecular podría ser clave para el desarrollo de mejores terapias y tratamientos.
«Los ritmos circadianos desempeñan un papel fundamental en todos los sistemas biológicos a todas las escalas, desde las moléculas hasta poblaciones. Nuestro análisis descubrió que la alteración del ritmo circadiano es un factor que se superpone ampliamente a todo el espectro de trastornos de la salud mental» explica el autor principal del paper, Pierre Baldi, profesor de ciencias computacionales de UCI.
Los investigadores encontraron amplias pruebas de la conexión al examinar a fondo la literatura revisada por pares sobre los trastornos de salud mental más prevalentes.
«El signo revelador de la alteración del ritmo circadiano, un problema con el sueño, estaba presente en cada uno de los trastornos Aunque nos centramos en afecciones ampliamente conocidas, como el autismo, el TDAH y el trastorno bipolar, sostenemos que la hipótesis del factor psicopatológico de la alteración del ritmo circadiano puede generalizarse a otros problemas de salud mental, como el trastorno obsesivo-compulsivo, la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, la adicción a la comida y la enfermedad de Parkinson», afirma la también autora principal del paper, Amal Alachkar, neurocientífica y profesora de enseñanza en el Departamento de Ciencias Farmacéuticas de la UCI.
Alteración de los ritmos circadianos
Los ritmos circadianos regulan la actividad fisiológica y los procesos biológicos de nuestro cuerpo durante cada día solar. Sincronizados con un ciclo de luz y oscuridad de 24 horas, los ritmos circadianos influyen en el momento en que normalmente necesitamos dormir y en el que estamos despiertos. También gestionan otras funciones como la producción y liberación de hormonas, el mantenimiento de la temperatura corporal y la consolidación de los recuerdos. Según los autores del paper, el funcionamiento eficaz y sin interrupciones de este sistema natural de control del tiempo es necesario para la supervivencia de todos los organismos vivos.
Los ritmos circadianos son intrínsecamente sensibles a las señales de luz/oscuridad, por lo que pueden verse fácilmente alterados por la exposición a la luz durante la noche, y el nivel de alteración parece depender del sexo y cambiar con la edad. Un ejemplo es la respuesta hormonal a estos desequilibrios que sienten las mujeres embarazadas; tanto la madre como el feto pueden experimentar los efectos clínicos de la alteración de los ritmos circadianos y el estrés crónico.
«Una cuestión interesante que exploramos es la interacción de los ritmos circadianos y los trastornos mentales con el sexo. Por ejemplo, el síndrome de Tourette está presente sobre todo en los hombres, y la enfermedad de Alzheimer es más común en las mujeres en una proporción de aproximadamente dos tercios a un tercio», detalla Baldi, que también es director del Instituto de Genómica y Bioinformática de la UCI.
La edad también es un factor importante, según los científicos, ya que las alteraciones del ritmo circadiano pueden afectar al desarrollo neurológico en los primeros años de vida, además de provocar la aparición de trastornos mentales relacionados con el envejecimiento entre los ancianos.
Estudio molecular de los ritmos circadianos
A pesar de todas estas evidencia, los investigadores señalan como todavía en la actualidad no hay una respuesta clara a la pregunta si: ¿Son estas alteraciones un factor clave en el origen y la aparición de estas enfermedades o un síntoma que se refuerza a sí mismo en la progresión de la enfermedad?
Para responder a esta y otras preguntas, el equipo dirigido por la UCI propone un examen de la disrupción del ritmo circadiano a nivel molecular mediante tecnologías transcriptómicas (expresión de genes) y metabolómicas en modelos de ratón.
«Será un proceso de alto rendimiento en el que los investigadores adquirirán muestras de sujetos sanos y enfermos cada pocas horas a lo largo del ciclo circadiano. Este enfoque puede aplicarse con limitaciones en los seres humanos, ya que en realidad sólo se pueden utilizar muestras de suero, pero podría aplicarse a gran escala en modelos animales, sobre todo en ratones, tomando muestras de tejidos de diferentes áreas cerebrales y diferentes órganos, además del suero. Se trata de experimentos extensos y minuciosos que podrían beneficiarse de contar con un consorcio de laboratorios», explica Baldi.
Si los investigadores logran que estos experimentos se lleven a cabo de forma sistemática con respecto a la edad, el sexo y las áreas cerebrales para investigar la ritmicidad molecular circadiana antes y durante la progresión de la enfermedad, ayudará de forma clave a la comunidad de investigación en salud mental a identificar posibles biomarcadores, relaciones causales y nuevas dianas y vías terapéuticas.
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