La pandemia provocada por el COVID-19 ha transformado en cierta forma nuestras ciudades. Las calles y espacios urbanos se silenciaron mientras que el tráfico se reducía en gran parte para los servicios de entrega de productos a domicilio o por la poca gente que necesariamente tenía que ir a trabajar. En un reciente artículo publicado en la revista científica “Cities & Health”, los expertos en planificación de la Universidad de British Columbia (UBC) analizaron las implicaciones de estos cambios en la planificación de la ciudad y el diseño del espacio. Junto con otros académicos de Chile, China, México, India y España, analizaron las medidas adoptadas por las principales ciudades para hacer frente a la pandemia, y cómo esos esfuerzos transformaron y siguen transformando la vida urbana.
Las restricciones en el uso del espacio público y el distanciamiento físico han sido las medidas políticas tomadas a nivel global para reducir la transmisión del COVID-19 y proteger la salud pública. Estamos siendo testigos de restricciones sin precedentes en el uso de espacios públicos en todo el mundo. Todo estas medidas, tal como afirman los investigadores, están transformando las ciudades afectando tanto al diseño, construcción, los flujos de energía, las pautas de movilidad, las preferencias de vivienda, los espacios verdes así como los sistemas de transportes de las mismas. Muchos de estos cambios pueden ser temporales, mientras que otros pueden ser permanentes.
“En algunos casos, las ciudades están acelerando la implementación de cambios que ya tenían en marcha, como el despliegue de infraestructuras planificadas para bicicletas, o rediseños de aceras y espacios públicos. En otros casos, los planificadores están desarrollando iniciativas sobre la marcha, experimentando, probando y confiando en la realización de intervenciones de bajo coste”, explica Honey-Rosés, profesor asociado de la Escuela de Planificación Comunitaria y Regional de la UBC.
“Es muy significativo la disminución del tráfico peatonal asociado a la actividad comercial durante la pandemia del COVID-19. Según el más reciente informe de Google sobre movilidad, la movilidad asociada con la venta al por menor y el esparcimiento en todo el Canadá sigue estando un 17% por debajo de los niveles medios de enero-febrero. Aunque esta tasa sigue aumentando lentamente, la reducción del tráfico peatonal hasta la fecha ya ha tenido fuertes efectos en muchas empresas locales, muchas de las cuales han tenido que cerrar sus puertas indefinidamente. Es probable que esta tendencia continúe hasta que se encuentre una solución viable a la pandemia”, añade Erik Vilagomez, también autor del paper y un profesor a tiempo parcial de la Escuela de Planificación Comunitaria y Regional de la UBC.
A más largo plazo, los investigadores observan que se están produciendo nuevos cambios, y es probable que las ciudades traten de poner en práctica proyectos temporales y de bajo coste. “Es posible que haya que rediseñar las calles. Con el despegue de las compras en línea y la entrega de alimentos a domicilio, hay una enorme demanda de aparcamiento en la calle al borde de la acera, no sólo para satisfacer las nuevas necesidades de entrega, sino también para liberar espacio para los peatones”, dijo Honey-Rosés.
Añaden que el aspecto de las ciudades que dependen del turismo cambiará, tanto de forma negativa como positiva. Las empresas pueden seguir luchando, pero hay un mayor interés en la construcción de un entorno más favorable para los peatones. En Toronto, por ejemplo, la ciudad aceleró los planes para instalar una infraestructura para ciclistas a lo largo de la popular Avenida Danforth como parte de los planes de alivio de COVID-19.
Además, ahora se aprecia más la importancia de ofrecer oportunidades de fácil acceso para el disfrute de la naturaleza y una diversidad de actividades recreativas. Las ciudades pueden volver a examinar el potencial de los espacios no utilizados, como los terrenos baldíos y las azoteas de los edificios, al estar estás infrautilizadas como espacios verdes en la mayoría de ciudades.
Con el tiempo, los investigadores dicen que nuestro sentido del lugar y del espacio podría transformarse permanentemente. “El espacio público podría seguir siendo un lugar de interacción social, pero podría ser más difícil para los espontáneos e informales. La pandemia puede limitar nuestra capacidad de desarrollar nuevas relaciones, especialmente entre extraños”, explica Honey-Rosés.
En el lado positivo, la pandemia nos ha dado una oportunidad sin precedentes para examinar los vínculos entre la planificación urbana, el espacio público y el bienestar, añadió. “Nuestra ciudad futura no está predestinada, sino que será el resultado de decisiones específicas sobre el espacio público. Esperamos que los ciudadanos hablen con sus líderes y se reúnan con los profesionales de la planificación y la política para construir ciudades más sanas durante esta crisis y más allá”.
Villagomez, que ha escrito en profundidad sobre las implicaciones de transformar la ciudad para cumplir con las distancias de seguridad, señala que los espacios cotidianos que habitamos han sido moldeados por milenios basados en dimensiones mucho más pequeñas que los protocolos de seguridad ante el COVID de distancias de 2 metros.
“En este momento, la gente está tratando de adaptar los sistemas, comportamientos y espacios construidos basados en distancias cortas a las dimensiones de distanciamiento social más grandes. Los resultados han sido muy interesantes, mostrando mucha creatividad e innovación. Pero también es ya evidente que las ciudades no pueden y no cambiarán totalmente en todos los aspectos para permitir un distanciamiento de seis pies. Esto seguirá evolucionando a medida que cambien las restricciones», concluye Villagomez.