El ámbito tecnológico atraviesa un profundo proceso de transformación que promete revolucionar todos los sectores productivos influyendo, también, en el mercado laboral. Tal es así que actualmente nos encontramos ante un entorno de nuevas tecnologías que aspira a convertirse en el principal motor de empleo a partir del año 2020, según Adecco.
Las nuevas tecnologías y la apuesta de las empresas internacionales y nacionales por éstas ha sido uno de los principales factores. Un claro ejemplo lo encontramos en corrientes como el Big Data o el Internet de las Cosas (IoT).
Según un informe de Gartner, un 48% de las empresas ha invertido en soluciones de Big Data este año.
En esta línea, según otro informe de la misma consultora, antes de que cierre el año, cuatro de cada diez compañías habrán invertido en iniciativas relacionadas con el Internet de las Cosas. De hecho, un 21% de las organizaciones a escala mundial se ha fijado como objetivo implementar IoT internamente centrándose, así, en incrementar la productividad, ahorrar costes, mejorar la experiencia del usuario y, en definitiva, mejorar sus cuentas.
Tampoco se puede obviar el esfuerzo de las pymes españolas. Según datos del último informe de Cotec 2016, éstas ejecutan casi un 50% del gasto en I+D empresarial. Por otra parte, en los anteriores Presupuestos Generales del Estado se destinaron casi 5.800 millones a políticas de investigación, desarrollo e innovación civil para este mismo año. No es de extrañar, por tanto, que la revolución del sector repercuta directa y positivamente sobre el mercado laboral.
En un entorno que se sirve principalmente de contratos temporales, las ofertas del sector TIC de indefinidos duplican, hoy, las de carácter temporal. De hecho, según ticjob.es, en el tercer trimestre de 2016, casi 7 de cada 10 trabajos ofertados son indefinidos.
A pesar estos datos, todavía queda un largo camino. El mismo informe de Cotec 2016 retrata la debilidad del sistema de innovación español por las grandes empresas. El estudio demanda mayor implicación por su parte, dado que en porcentaje del PIB, el gasto empresarial de las grandes compañías españolas es del 0,36%.
Asimismo, se agradecen los estímulos financieros de las entidades gubernamentales, pero no es suficiente. Además, la incertidumbre política podría -si no lo está haciendo ya- ralentizar el crecimiento del sector e influir negativamente en el empleo.
De este modo, todo apunta a que España debe mirar al horizonte con buenos ojos, pero no puede ni debe cesar en su empeño por estimular el sector tecnológico, que se presume que se convertirá en el principal motor de empleo del país de aquí a cuatro años.
Artículo publicado originalmente en «El Economista»