Un nuevo estudio sugiere que niños, adolescentes y jóvenes adultos que pasan más tiempo al aire libre durante los meses de verano y viven en zonas del país donde están expuestos a mayores cantidades de luz ultravioleta tienen un menor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple (EM).
La investigación publicada recientemente en la revista médica de la Academia Americana de Neurología, Neurology, también descubrió que aquellos que se exponían más al sol durante su primer año de vida también tenían menos posibilidades de padecer esclerosis múltiple. El estudio sigue trabajos anteriores de otros investigadores que han demostrado una asociación entre el aumento de la exposición a los rayos ultravioleta en la infancia y las menores probabilidad de EM en adultos.
“Orientar sobre cuáles son las cantidades adecuadas de exposición a la luz solar y sopesar los beneficios que esta comporta con respecto a los riesgos es todo un reto. Descubrimos que pasar entre una y dos horas diarias al aire libre proporcionaba el mayor beneficio, pero pasar tan solo 30 minutos diarios al aire libre también podría reducir el riesgo de padecer esclerosis múltiple aproximadamente a la mitad”, detalla la autora del estudio, la doctora Enmmanuelle Waubant, de la Universidad de California en San Francisco y miembro de la Academia Americana de Neurología.
En el estudio participaron 332 personas de entre 3 y 22 años que habían tenido EM durante un periodo de siete meses. Se les emparejó con 534 personas de edad y o similares que no padecian la enfermedad.
La exposición al sol se midió como el tiempo que pasaban al aire libre, el uso de protección solar como sombrero, ropa y protector solar, además de la cantidad de exposición a la luz ultravioleta según el lugar donde vivían los participantes al nacer y en el momento del estudio. Los niños o sus padres o tutores respondieron a un cuestionario sobre el tiempo que pasaban diariamente al aire libre a distintas edades y en el último año.
En el verano anterior al estudio, el 19% de los participantes con esclerosis múltiple dijeron que pasaban menos de 30 minutos al aire libre, en comparación con el 6% de los que no tenían la enfermedad. Y el 18% de los participantes con esclerosis múltiples pasaba entre una y dos horas al aire libre, frente al 25% de los que no tenían la enfermedad.
Tras ajustar la exposición al tabaco, el o y otros factores que podrían afectar al riesgo de esclerosis múltiple, los investigadores descubrieron que las personas que pasaban una media de entre 30 minutos y una hora diaria al aire libre en el verano anterior al estudio tenían un 52% menos de probabilidades de padecer esclerosis múltiple en comparación con las que pasaban una media de menos de 30 minutos diarios al aire libre. Los que pasaban más tiempo al aire libre de media, entre una y dos horas, tenían un 81% menos de probabilidades de padecer la enfermedad que los que pasaban una media de menos de 30 minutos diarios al aire libre.
“Se sabe que la exposición al sol aumenta los niveles de vitamina D. También estimula las células inmunitarias de la piel que tienen un papel protector en enfermedades como la EM. La vitamina D también puede cambiar la función biológica de las células inmunitarias y, como tal, desempeñar un papel en la protección contra enfermedades autoinmunes. Es importante tener en cuenta que un exceso de exposición al sol sin protección también tiene riesgos, y nuestro estudio descubrió que pasar dos horas o más al aire libre diariamente no redujo más el riesgo de padecer esclerosis múltiple en comparación con una o dos horas”, explica Waubant.
Si bien la esclerosis múltiple generalmente afecta a adultos entre las edades de 20 a 50 años, entre el 3 y el 5 por ciento de los aproximadamente un millón de pacientes en los Estados Unidos comienzan a experimentar síntomas en la infancia. La EM de inicio pediátrico es inicialmente altamente inflamatoria, pero tarda más que los adultos en avanzar, con síntomas de progresión secundaria, como debilidad moderada a grave, mala coordinación y control intestinal y vesical, que ocurren en promedio 28 años después del inicio de la enfermedad, según los expertos. Sin embargo, estos hitos de discapacidad se alcanzan aproximadamente 10 años antes que en la EM adulta.
Los investigadores descubrieron que la ubicación también era importante. La mayor intensidad de la luz solar en el lugar de residencia de los participantes se asoció a una menor probabilidad de padecer la enfermedad. Por ejemplo, los investigadores estiman que alguien que vive en Florida tiene un 21% menos de probabilidades de padecer EM en comparación con alguien que vive en Nueva York. Asimismo, un mayor tiempo al aire libre durante el primer año de vida se asoció a una menor probabilidad de padecer esclerosis múltiple
El estudio no prueba que la exposición al sol prevenga la esclerosis múltiple, pero muestra una asociación. Una de las limitaciones del estudio es que los niños y sus padres o tutores tuvieron que recordar la exposición al sol y el uso de protección solar de años anteriores y ese recuerdo puede no ser exacto.
“Se necesitan ensayos clínicos para determinar si el aumento de la exposición al sol o la suplementación con vitamina D pueden prevenir el desarrollo de EM o alterar el curso de la enfermedad después del diagnóstico. Mientras tanto, aconsejar un tiempo regular al sol de al menos 30 minutos al día, especialmente durante el verano, utilizando protección solar según sea necesario, especialmente para familiares de primer grado de pacientes con EM, puede ser una intervención que valga la pena para reducir la incidencia de la enfermedad”, concluye Waubant.
El estudio contó con el apoyo de los Institutos Nacionales de Salud y la Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple. La exposición limitada al sol y/o los bajos niveles de vitamina D se han asociado con otras afecciones. Estos incluyen la enfermedad de Parkinson, el Alzheimer y otros tipos de demencia, así como la esquizofrenia y otras enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1, la enfermedad de Crohn y el lupus.
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