Las terapias de luz de bajo nivel están emergiendo como un enfoque realmente innovador para el tratamiento de lesiones cerebrales traumáticas. Un estudio reciente publicado en Radiology, revista de la Sociedad Radiológica de América del Norte (RSNA), destaca los potenciales beneficios de esta terapia en pacientes con lesiones cerebrales moderadas.
Realizado por investigadores del Hospital General de Massachusetts (MGH), el estudio involucró a 38 pacientes que habían sufrido lesiones cerebrales traumáticas moderadas, visibles en escaneos cerebrales y con potencial alteración cognitiva. Estos pacientes recibieron terapia de luz mediante un casco que emite luz infrarroja cercana dentro de las 72 horas posteriores a sus lesiones.
«El cráneo es bastante transparente a la luz del infrarrojo cercano. Una vez que te pones el casco, todo tu cerebro se baña con esta luz», explica el coautor del estudio, Rajiv Gupta, M.D., Ph.D., del Departamento de Radiología de MGH.
Utilizando la resonancia magnética funcional (fMRI) para evaluar los efectos, los investigadores se centraron en la conectividad funcional en reposo del cerebro, es decir, la comunicación entre regiones cerebrales cuando el individuo está en reposo. Los resultados de fMRI se compararon en tres fases de recuperación: la fase aguda (dentro de la primera semana post-lesión), la fase subaguda (de dos a tres semanas después de la lesión) y la fase subaguda tardía (tres meses después de la lesión).
Los pacientes que recibieron la terapia de luz mostraron un aumento significativo en la conectividad en siete pares de regiones cerebrales durante la fase de recuperación aguda a subaguda, en comparación con los pacientes del grupo de control que no recibieron la terapia.
Implicaciones a largo plazo y mecanismo subyacentes
Aunque los efectos a largo plazo aún no son concluyentes, el Dr. Nathaniel Mercaldo, coautor del estudio, destacó un aumento inicial en la conectividad cerebral, particularmente en las primeras dos semanas, aunque sin diferencias detectables a largo plazo entre los grupos de tratamiento.
El mecanismo exacto por el cual la terapia de luz de baja intensidad afecta el cerebro sigue siendo objeto de estudio, pero investigaciones previas sugieren que podría involucrar la alteración de una enzima en las mitocondrias de las células, llevando a una mayor producción de adenosina trifosfato (ATP), crucial para la transferencia de energía en las células.
El estudio también sugiere que la longitud de onda de 810 nanómetros utilizada es segura y fácil de administrar, lo que podría expandir el uso de estas terapias de luz a otros contextos fuera del hospital y en el tratamiento de condiciones neurológicas como PTSD, depresión y autismo.
La investigación sobre las terapias de luz de baja intensidad está aún en sus fases iniciales, y aunque los resultados iniciales son prometedores, son necesarios estudios adicionales con cohortes más grandes y seguimientos más prolongados para determinar completamente el papel terapéutico de la luz en las lesiones cerebrales traumáticas.
Puede acceder al paper de la investigación a través del siguiente enlace:
https://pubs.rsna.org/doi/10.1148/radiol.230999
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