Los resultados de un ensayo controlado señalan que la exposición sistemática a la luz intensa puede mejorar el sueño de las personas fatigadas que han sido tratadas por cáncer, según la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño.
Los resultados del estudio piloto muestran que el porcentaje de tiempo en la cama cuando la persona está durmiendo, mejoró a niveles clínicamente normales en un grupo de terapia con luz intensa. Esta mejora estadísticamente significativa se mantuvo tres semanas después de la intervención. Por el contrario, el grupo de luz tenue permaneció con bajos niveles de eficiencia de sueño durante todo el estudio.
«En un estudio piloto, una intervención sistemática de exposición a la luz con un grupo mixto de sobrevivientes de cáncer fatigados fue significativamente más efectiva que la exposición a la luz tenue», dijo la autora Lisa M. Wu, PhD, profesora asistente en el Departamento de Ciencias Sociales Médicas en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern y miembro del Centro Integral de Cáncer Robert H. Lurie en la Universidad de Northwestern. Wu también es profesora asistente adjunta en el Departamento de Ciencias y Política de Salud de la Población de la Facultad de Medicina de Icahn en Mount Sinai en la ciudad de Nueva York, donde se realizó el estudio.
Los resultados del estudio aparecen en el Journal of Clinical Sleep Medicine. Según los autores, los pacientes con cáncer sufren transtornos del sueño en una tasa significativamente más alta que la población general. Entre el 23 y el 44 por ciento de los pacientes con cáncer experimentan síntomas de insomnio incluso años después del tratamiento.
El equipo de investigación, dirigido por el investigador principal William H. Redd, PhD, profesor del Departamento de Ciencias y Política de Salud de la Población de la Facultad de Medicina de Icahn en Mount Sinai, estudió a 44 personas que habían completado el tratamiento del cáncer y cumplían los criterios de fatiga clínicamente significativa. Los participantes tenían una edad media de 54 años, y el 75 por ciento eran mujeres.
Los participantes fueron sometidos al azar a una intervención de luz blanca brillante o una luz tenue. Se les proporcionó una caja de luz y se les ordenó usarla todas las mañanas durante 30 minutos durante cuatro semanas. El sueño se evaluó mediante actigrafía de muñeca y el índice de calidad de sueño de Pittsburgh. Igualmente los autores señalaron que se necesitan estudios a mayor escala para evaluar la eficacia de la exposición a la luz sistemática para tratar las alteraciones del sueño en personas que han sido tratadas por cáncer.