Según un estudio de Enrique Alduncin, Gloria Angélica Pérez y Andreas Villar sobre la eficiencia energética de las micro, pequeñas y medianas empresas de Méjico que representan el 98% del total de empresas y el 73% del empleo, es en estas empresas en donde debe concentrarse el apoyo gubernamental y crediticio para la expansión productiva.
El Gobierno mejicano y el alemán a través del GIZ y mediante el Programa Mexicano-Alemán para NAMA (Pronama), Acciones Nacionalmente Apropiadas de Mitigación (NAMA, por sus siglas en inglés)- las NAMA permiten a los países que las adoptan voluntariamente contribuir a mitigar los efectos del cambio climático- decidieron diseñar cuatro NAMA en sectores clave con incidencia de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) como son las de vivienda nueva y existente, pequeñas y medianas empresas, y pequeños transportistas de carga.
Para fundamentar el diseño de políticas públicas y esquemas de financiación encaminados a la implementación de la NAMA-Pyme, se realizó una encuesta en cuatro zonas bioclimáticas de ocho municipios grandes para industria, comercio y servicios acerca de su Eficiencia Energética partiendo de la premisa de su importancia para el desarrollo sostenible de las MiPymes. Las conclusiones principales de la Radiografía de la situación socioeconómica, financiera y de eficiencia energética de las Mipymes en Méjico se señalan a continuación:
Preguntados acerca de si la empresa es eficiente energéticamente, 67% contestó que sí lo era, mientras el resto manifestó lo contrario (gráfica 1).
Respecto a las barreras que impiden a la empresa para ser más eficiente en el uso de energía, 32% contestó que se debe a la falta de información; 29% por la falta de interés; 22% por falta de dinero; y un 10% por la carencia de educación y capacitación para el trabajo (gráfica 2).
Lo más sorprendente fue la respuesta ante la disposición de los empresarios a pagar por un diagnóstico sobre posibles ahorros energéticos de su empresa. El 84% contestó que no frente a tan solo un 16% que sí lo haría. (al aplicar las recomendaciones de inversión, ésta se recupera en un promedio de tres años). Las principales razones para no hacer un diagnóstico energético son: falta de dinero, 59%; porque no lo necesitan, 20%.Si el diagnóstico costara mil pesos, 14% estarían dispuestos a pagarlo; si costara 2 mil pesos, 8%; 3 mil pesos, 5%; 4 mil pesos, 3%, y 5 mil pesos, 2%. De ello se concluye que si el diagnóstico energético se subvencionase en parte de modo que su coste no superase los mil pesos, al menos uno de cada siete empresarios estaría interesado en llevarlo a cabo (ver gráficas 3 y 4).
En las empresas que llevaron a cabo el diagnóstico energético éste fue realizado por: un ingeniero o técnico, 41%; la CFE, 30%; el corporativo, 15%; otro, 13%, y el municipio, 2%. Las decisiones que se tomaron a partir del diagnóstico fueron: cambiar a focos ahorradores, 31%; tomar medidas de ahorro, 30%; renovar y/o cambiar equipo, 17%; nivelar cargas, 13%, y otras, 9 por ciento.
Respecto a su motivo principal para iniciar medidas de ahorro de energía, gastar y pagar menos es el principal motivo (76%); cuidar y mejorar el medio ambiente (14%) y educar a gente para realizar las medidas de ahorro (9%).
Las prácticas de ahorro de energía más utilizadas en las empresas son: no dejar encendidas lámparas y aparatos cuando no se emplean (84%);comprobar que la instalación eléctrica no tenga “fugas” (84%);utilizar lámparas fluorescentes y sustituir focos tradicionales por focos incandescentes (79%);verificar que los equipos sean adecuados a las necesidades y revisar las etiquetas de eficiencia energética (74%);pintar instalaciones y oficinas con colores claros (67%);aislar centrales de aire acondicionado, ductos, techos, ventanas, etcétera (50%);vigilar y ajustar el termostato (48%);revisar periódicamente el empaque del refrigerado y situarlo lejos del calor (45%).
Los porcentajes de las empresas que utilizan los siguientes ocho tipos de equipos de alto consumo energético son: cómputo, 59%; refrigeradores, 56%; aire acondicionado, 32%; control de iluminación, 31%; motores, 17%; subestaciones y/o transformadores, 12%; calentadores de gas, 9%; calderas, 5%, y calentadores solares, 2%.
En la Tabla se presentan resultados por rama, tamaño y zona bioclimática.
Si tuvieran la posibilidad, le gustaría reemplazar el equipo de cómputo a 62%, los refrigeradores a 65%, el control de iluminación a 59%, las subestaciones y/o transformadores a 54%, las calderas a 65%, los calentadores de gas (boilers) a 66%, los calentadores solares a 41%, los motores a 66%, y el aire acondicionado a 66%. La frecuencia con la cual han cambiado equipo, quienes lo han hecho, es cada 3.5 años para cómputo, 4.3 para refrigeradores, 2.4 para control de iluminación, 2.8 para subestaciones y/o transformadores, y 4.5 años para aire acondicionado. La frecuencia con la cual planean cambiar su equipo quienes no lo han hecho es: cada 4.8 años para cómputo, cada 6 años para refrigeradores, cada 5.8 años para control de iluminación, cada 6.4 años para subestaciones y transformadores, cada 10.6 años para calderas, cada 4.2 años para de calentadores de gas, cada 4.3 años para calentadores solares, cada 5.8 años para motores, y cada 6.8 años para aire acondicionado.
Iluminación incandescente y fluorescente
Respecto a la iluminación, 22% emplean focos incandescentes; 65%, fluorescentes, y 13%, de ambos. Los porcentajes correspondientes a las categorías de análisis se presentan a continuación. Comercio: 24, 64 y 12%; industria: 19, 70 y 11%; servicios: 15, 65 y 20%. Micro empresa: 21, 68 y 11%; pequeña: 17, 68 y 16%; y mediana: 25, 62 y 13%. Hay diferencias importantes y un largo camino por recorrer.
Para superar sus niveles de productividad, ser más competitivos y obtener mayores beneficios económicos es necesario que los empresarios tomen conciencia de la necesidad de mejorar su eficiencia energética y que el gobierno considere este extremo para la articulación de la política industrial.