Hace unas semanas varios diarios económicos españoles y europeos se hacían eco de un informe de la Unión Europea que desvela los datos de la industria en Europa. Los datos en España son dramáticos.
Desde 1972, el peso de la industria sobre el PIB español se ha desplomado del 39% al 19%. El proceso de desindustrialización de la economía española, iniciado hace décadas, ha adquirido un ritmo calamitoso en el último lustro, debido a la grave recesión económica, que en España se ha dejado sentir con mayor intensidad que en otros países europeos. España se convierte así en el país que más reduce su peso industrial durante la crisis, sólo por delante de Grecia y Chipre, y tendría que remontar un 50% desde los niveles de 2012 para alcanzar los niveles que reclama Bruselas.
Por eso, la Comisión Europea dio la voz de alarma sobre el desmantelamiento acelerado de una parte fundamental del tejido productivo, sin cuya contribución será mucho más difícil que tome forma la anhelada recuperación del mercado de trabajo. El volumen actual de trabajadores es un 30% inferior al de 2008 y 1.200.000 empleos menos que en los años 80. Una política industrial poco coherente y las apuestas infructuosas por el coche eléctrico o las energías renovables han acelerado el deterioro. Parece que efectivamente, nos dirigimos hacia un país de Servicios.
Sector servicios
Esta “tercerización” de la economía española que, en definitiva, está destinada a trabajar para el sector manufacturero del resto de Europa, ha hecho que la base de la pirámide haya menguado y se haya vuelto inestable. ¿Hemos pensado los españoles que España puede sobrevivir sin industria? ¿Podemos revertir esta tendencia? Algo de confianza hay en Bruselas, cuando ha solicitado al Gobierno medidas urgentes para reindustrializar a la economía española. No debe olvidarse que parte de la actividad del preponderante sector servicios depende de la existencia de suficientes compañías industriales a las que prestar su asistencia. Aunque en buena lógica la evolución de la economía tienda hacia un mayor peso de las actividades terciarias, los expertos advierten que sin el necesario equilibrio entre todos los distintos sectores la salida de la crisis será desequilibrada y, por tanto, inestable. Es precisamente la estabilidad en el empleo creado por la industria uno de los elementos por los que tanto los economistas como las autoridades europeas instan al Ejecutivo a redoblar los esfuerzos para recuperar la actividad industrial en España. No hay más que ver los compromisos de inversión a largo plazo en sus fábricas españolas anunciados de forma reciente por varios fabricantes internacionales de automóviles para certificarlo.
Objetivo europeo
El objetivo de Bruselas pasa por superar ese 19% del peso de la industria española en el PIB, lo que aportaría más estabilidad al empleo y apuntalaría la investigación. Para lograrlo, los expertos reclaman bajar el precio de la electricidad, las tasas a la exportación, las cotizaciones sociales, las tasas de puertos y aeropuertos, potenciar el ferrocarril para el transporte de mercancías, rebajar drásticamente el precio del suelo para uso industrial y fomentar la inversión mediante deducciones en Sociedades. Con esto se conseguiría que los inversores volvieran a apostar por nuevas industrias.
No habría que olvidar reformas que tardarán más en dar resultados, como la mejora de la formación y de los procesos organizativos, pero que son igualmente importantes para garantizar la competitividad de la economía española. La recuperación de nuestra competitividad no tiene que venir necesariamente de un ajuste de sueldos, que solo traería competitividad a corto plazo. Las empresas más exitosas son las que más invierten en I+D, pero también en la formación continuada para mejorar el capital humano. En España, se habla mucho de educación, pero de momento se han dejado de lado los ciclos formativos de grado superior y la formación de los cuadros intermedios.
Nuestra industria
La Industria de la iluminación, en plena transformación, no está quedando al margen con una caída importante de ventas cercana al 20 % y la consiguiente destrucción de empleo e industria. La gran apuesta del sector por la iluminación LED significa nuevas oportunidades y modelos de negocio que surgirán en los próximos años en el mercado de la iluminación. Según los expertos es la tecnología más prometedora en términos de viabilidad comercial para el año 2020, ya que logrará un cuota de mercado de más del 75% en 2020.
Estamos seguros que la industria española por su envergadura, su reconocimiento internacional y su experiencia sabrá encaminar con éxito la recuperación económica e industrial que este sector necesita.