Desde el año 2007, más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas y se espera que para 2050 las ciudades alberguen a cerca del 70% de los habitantes del planeta. Todo ello obliga a plantearse cómo serán las urbes del mañana. Para hallar la respuesta, conceptos como tecnología, habitabilidad, viabilidad y sostenibilidad son fundamentales. Las empresas pueden tener aquí un suculento negocio.
El concepto de ciudad inteligente surge como traducción del término inglés smart city. Aunque no hay una definición comúnmente aceptada, se suele hablar del resultado de cruzar elementos verticales, como la energía, el agua o la gobernanza, con uno horizontal: las TIC.
Todo ello genera un gran volumen de datos, cuyo análisis y monitorización da paso a la gestión, utilización y publicación de esos datos, y cierra el ciclo de la smart city. La ciudad produce información que se publica y a la que los ciudadanos y las empresas pueden acceder, lográndose un gobierno participativo real.
Por su parte, el proyecto de la UE Smart Cities and Communities define el concepto como una combinación de diversas tecnologías que reducen el impacto ambiental y ofrecen a los ciudadanos mejores condiciones de vida.
Pero las tecnologías no son el único parámetro definitorio. La planificación urbana, el capital humano, la educación y la innovación de las empresas a través de una fuerza de trabajo cualificada son algunos de los prerrequisitos necesarios.
Una ciudad inteligente implica, además, la gestión urbana de forma integral y une así tanto los aspectos humanos como los tecnológicos para ayudar a tomar decisiones y acciones optimizadas y eficientes.
Tal como afirma Elkin Echeverri, director de Planeación y Prospectiva de Ruta N Medellín, “las ciudades son innovadoras porque las personas son innovadoras y, para ello, los ciudadanos se tienen que interconectar”. Aquí se afianza la idea de “la innovación como generadora de cambio y mejora social”.
¿Cómo se financian?
El ahorro que hay detrás de la eficiencia explica buena parte del éxito de este nuevo modelo y su relativamente rápida adopción por parte de numerosas corporaciones locales.
Pero existen otras fórmulas complementarias que sirven para lograr un retorno económico: la cooperación entre el sector público y el privado, las fuentes de financiación ajenas y los fondos de inversión territoriales.
La UE ha destinado más de 360 millones de euros para promover el desarrollo de ciudades inteligentes a través de su proyecto Smart Cities and Communities. Detrás de este dato, podemos encontrar factores como el interés europeo en evitar la dependencia energética y buscar la autosuficiencia, pero también, y sobre todo, el objetivo prioritario de liderar la economía del conocimiento y convertirse en un continente “integrador, sostenible e inteligente”.
Para este fin global, dispone de los fondos FEDER y de I+D+i por valor de unos 80.000 millones de euros hasta 2020, dentro del programa más ambicioso de su historia.
Las instituciones financieras internacionales también están dedicando importantes esfuerzos a este ámbito, especialmente en una Latinoamérica en transformación. Son los casos de la Iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de Ciudades con Futuro del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y del Programa de Concienciación del Banco Mundial.
Precisamente, Mauricio Bouskela, especialista senior de la División de Competitividad e Innovación del BID, destaca que esta entidad “lleva cinco años trabajando en las diferentes dimensiones de las ciudades sostenibles en el continente”. En total, el banco ha aportado más de 147 millones de dólares, con un efecto dinamizador potencial de más de 8.000 millones, en proyectos para desarrollar en más de 40 ciudades del continente.
Kristian Rada, responsable de la Iniciativa de Ciudades de la Corporación Financiera Internacional (CFI), subraya “el papel catalizador de inversiones de esta institución en la región”. “Durante los últimos 10 años”, comenta Rada, “ha invertido cerca de 6.800 millones de dólares en unas 90 ciudades dentro de seis áreas de intervención y a través de 164 proyectos de asesoría técnica y 225 de inversión”.
Excelente punto de partida
España está muy bien posicionada en este campo y tiene ejemplos relevantes, empresas de vanguardia y experiencia contrastada. Así, por ejemplo, Barcelona ostenta en la actualidad el título de “ciudad más inteligente del mundo”, según un informe de la consultora Juniper Research.
Otras ciudades como Santander, Valencia o Málaga ocupan las primeras posiciones en otras clasificaciones similares.
Disponemos, además, de la asociación de municipios englobados bajo este enfoque más amplia del mundo: la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI). Creada en 2012 con el objetivo de promover la gestión automática y eficiente de las infraestructuras y los servicios urbanos, así como la reducción del gasto público y la mejora de la calidad de los servicios, cuenta ya con 60 miembros.
Fases en el desarrollo de una ciudad inteligente |
Según el presidente de la Red Española de Ciudades Inteligentes y alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, la situación en España puede explicarse siguiendo el siguiente esquema de cuatro fases: 1. La introducción de la tecnología en los distintos entornos urbanos a través de proyectos individuales:
a. Sectoriales. El proyecto de redes eléctricas inteligentes de Málaga es el más renombrado, pero hay otros ejemplos, como Burgos, en servicios de gestión de aguas, o Valladolid, en movilidad. b. Generales. Logroño o Zaragoza disponen de aplicaciones de este tipo, en las que se unen datos tanto de origen público -por ejemplo, el tiempo-, como otros procedentes de la participación ciudadana. 2. El desarrollo de plataformas tecnológicas municipales que permiten gestionar todos los servicios de forma integrada. Es una fase aún incipiente en España y contempla el desarrollo de plataformas que integren en un único sistema todos los datos provenientes de distintas fuentes. Ejemplos de este tipo de plataformas los tenemos en La Coruña, con Indra, Santander, con Telefónica y NEC, Valencia, con Telefónica, y Madrid, con IBM. 3. La aplicación de sistemas de inteligencia a esa plataforma. Ello supone una ordenación de los datos conseguidos en fases previas; esta fase está todavía en proceso de desarrollo. 4. El último paso contempla la posibilidad de tomar decisiones de forma predecible. |
De la mano de la colaboración público-privada
Los municipios lideran los proyectos que se desarrollan en sus ciudades, pero necesitan a las empresas. Determinar los requisitos técnicos de un proyecto y después implantarlo, y ordenar los datos y utilizarlos con sentido requieren una colaboración público-privada que, en el ámbito de las ciudades inteligentes, no es opcional.
Carlos Velo, director comercial de Smart Cities and Solutions de la ingeniería especializada en redes de telecomunicaciones Wellness Telecom, considera que hay muchas oportunidades para las empresas en varios países, puesto que “cualquier proyecto o producto innovador que conlleve una mayor eficiencia en la gestión o que responda a las nuevas exigencias ciudadanas de participación e información son soluciones que cualquier ayuntamiento está dispuesto a escuchar”.
El número de empresas involucradas es muy amplio. También lo es su tipología. Grandes compañías TIC como Telefónica o Indra tienen cabida junto a otras firmas de menor tamaño como Radmas, que ha conseguido contratos con varios municipios chilenos gracias a su aplicación “mejoratuciudad”, o Urbiótica, empresa especializada en redes de sensores inalámbricos que ha desarrollado proyectos en Chile, Brasil o Francia.
Además de las firmas tecnológicas, también hay nicho para representantes de otros sectores. Es el caso de Ros Roca, empresa dedicada a la fabricación de bienes de equipo para la recogida y gestión de residuos, que ha desarrollado diferentes soluciones smart. O de Idom, una compañía de servicios profesionales integrados con presencia en los cinco continentes.
La colaboración con otras empresas, que incluso realizan actividades diferentes, es, en muchas ocasiones, fundamental, dada la propia naturaleza de interconexión implícita en las smart cities. Esa es la filosofía que se promueve en los proyectos financiados por Europa. Estos suelen configurarse a través de un consorcio liderado por una gran compañía y varias pymes y universidades.
En conclusión, y según apunta Carlos Velo, “es un mercado incipiente y en gran medida aún por desarrollar. En algunos países se está empezando a hablar de ello y en otros ya existen ciertas soluciones desarrolladas”.
“La estrategia”, continúa explicando Velo, “pasa por identificar aquellos países con voluntad y recursos para su desarrollo y por buscar socios comerciales complementarios con los que se pueda ir de manera conjunta. En aquellos países con el mercado más desarrollado también hay opciones a través de distribuidores”.
”Lo que cambia de un lugar a otro es la idoneidad de las distintas soluciones verticales, ya que cada uno tiene una casuística propia”, concluye el directivo de Wellness Telecom.
Creciente interés
ICEX España Exportación e Inversiones detectó en 2013 un interés creciente por este ámbito en las empresas e instituciones, por lo que se planteó el desarrollo de una estrategia al respecto.
Esta podía abordarse tanto desde el punto de vista del sector TIC como desde la visión de aquellas áreas que proveen de bienes y servicios a las urbes, como el agua, la energía, las infraestructuras o el tratamiento de residuos.
Dado el carácter transversal e integral de las ciudades inteligentes, se optó por llevar a cabo una estrategia propia de apoyo a la internacionalización de las empresas de este macrosector.
Latinoamérica, la zona del planeta con mayor proporción de población urbana, fue elegida como el primer objetivo. Jorge Alvar, director de la División de Infraestructuras, Medio Ambiente, Energía y TIC del ICEX, subraya al respecto que “es la región con más empresas españolas con inversiones fuera de Europa y donde es más fácil la comunicación con las autoridades locales”.
Aportando su grano de arena
Ya en 2013 tuvo lugar el primer encuentro de trabajo entre empresas, ciudades e instituciones de ambos lados del Atlántico. En 2014, el ICEX organizó un Study Tour en el que participaron mandatarios de Colombia, Chile, Ecuador y México, así como del BID, la CAF y el Banco Mundial.
También se organizó la presencia de empresas españolas y una sesión española en el Summit Smart Cities de Chile, un pabellón informativo en el Foro Tikal en Málaga y otro en el Smart Cities Expo World Congress de Barcelona, donde además se celebró la segunda edición del almuerzo de trabajo.
Durante este año, se ha desarrollado una segunda misión inversa el pasado mes de abril, en la que representantes de municipios de México, Chile y Perú visitaron Madrid, Santander y Valencia para conocer de primera mano algunos proyectos de referencia.
Como parte integrante de este Study Tour, tuvo lugar en Madrid una jornada técnica y un almuerzo de networking sobre “Posibilidades de colaboración en proyectos de Smart Cities” con empresas españolas, a la que también asistieron representantes del BID y el Banco Mundial.
Además de organizar próximamente otro evento temático, como las Jornadas españolas de Smart Cities Ecuador 2015, que tendrán lugar en Quito durante los días 22 y 23 de octubre, o participar en ferias especializadas y de otros sectores relacionados, la estrategia del ICEX pasa ahora por abrirse a nuevos mercados de interés como Estados Unidos y Europa.
¿Estamos ante una moda pasajera?
Varias son las críticas que se formulan al concepto de ciudad inteligente. Por un lado, la profusión de datos en pro de la eficiencia y de la seguridad puede convertir nuestra sociedad en otra vigilada por un Gran Hermano que parece controlarlo todo y donde se merma la espontaneidad de sus habitantes.
Además, el robo de identidades o las fallas en la seguridad pueden suponer un riesgo añadido en un contexto cada vez más dependiente de la tecnología. Por ello, el ciudadano debe estar incluido en esta estrategia y saber cómo le afecta.
Otra pregunta para la que hoy día no tenemos aún respuesta es si nos encontramos ante una nueva burbuja tecnológica y si los 400.000 millones de dólares que se espera mueva este mercado en unos años se quedarán en mucho menos.
Lo que sí es cierto es que las ciudades son ya los polos de concentración del conocimiento y los motores del modelo de desarrollo económico global basado en la tecnología.
Sin duda, es en las ciudades inteligentes donde mejor se pueden encontrar los ingredientes de este nuevo paradigma y eso implica oportunidades de negocio para las empresas que mejor integren esta visión.
Fuente: ICEX. JAVIER GARCÍA CUESTA