La preocupación por el gran número de contagiados por el COVID-19 entre los trabajadores de la salud pública, está llevando a la realización de múltiples investigaciones para evaluar qué está fallando. ¿Faltas de equipos de protección personal (EPIs? ¿fallos en los protocolos y procedimientos? ¿deficiencia o eficacia de los EPIs? En este último aspecto es en el que se ha centrado un equipo de investigación norteamericano, donde ha llevado a cabo una novedosa técnica de capacitación para evaluar la importancia de utilizar lo procedimientos adecuados para ponerse y quitarse los EPIs al atender pacientes durante la pandemia. Los resultados muestran cómo los procedimientos de generación de aerosoles, método principal de contagio del COVID-19, pueden llevar a la exposición de contagio con el uso inadecuado de los EPIs.
Para detectar la contaminación, Patrick G. Hughes, médico de la Facultad de Medicina Schmidt de la Universidad Atlántica de Florida (FAU), y autor principal de la investigación, utilizó una solución fluorescente no tóxica durante una sesión de prueba de EPIs para el personal sanitario, que solo es visible bajo luz ultravioleta.
Para el experimento, publicado en la revista Medical Education, los investigadores instruyeron al personal de atención de la salud para que se pusieran los EPIs, que incluían un gorro, una bata, guantes quirúrgicos, protección ocular, protector facial y una mascarilla N95. Después de que el personal de salud del estudio se pusieron el equipo, entraron a una habitación para cuidar a un paciente simulado rociado con el falso “virus” invisible. Además, los investigadores añadieron la solución fluorescente a un tratamiento simulado con nebulizador de albuterol, que se administró a los maniquíes durante la simulación (no en una sala de presión negativa).
Después de completar el caso simulado, el personal sanitario permaneció con sus EPIs y fueron llevados a otra habitación, donde se apagaron las luces antes de quitarse los mismos. El apagado de las luces permitió identificar un contagio generalizado en los EPIs, tanto en los guantes y batas por tocar directamente al paciente simulado, así como en las pantallas faciales y mascarillas de la solución aerosolizada. Los investigadores utilizaron una linterna de luz negra para examinar a cada trabajador sanitario e identificar la presencia de cualquier solución fluorescente.
Después del examen con la linterna negra, el personal de salud se quitó completamente sus equipos de protección. Los investigadores descubrieron la presencia de solución fluorescente en la piel del personal sanitario, lo que representaba una exposición al contagio e indicaba que habían cometido un error al ponerse o quitarse el PPE.
Los resultados del experimento revelaron que el error más común cometido por el personal sanitario fue contaminar la cara o los antebrazos durante la retirada de los EPIs. Por el contrario, los que se ponían y quitaban los equipos de acuerdo con las directrices no tenían signos de la solución fluorescente en su piel o cara.
«Este método de prueba permite a los educadores y a los alumnos visualizar fácilmente cualquier contaminación en ellos mismos después de quitarse completamente el equipo de protección personal», dijo Hughes. «Podemos hacer correcciones inmediatas a la técnica de cada individuo basándonos en la evidencia visual de la exposición».
Al proporcionar al personal sanitario pruebas visuales de protección durante los encuentros de los pacientes con procedimientos de alto riesgo que generan aerosoles, este innovador método de capacitación está contribuyendo a inspirar confianza en la formación y en los propios EPIs.
«Este experimento demostró que el seguimiento de la capacitación en materia de EPIs mejora la seguridad en el lugar de trabajo y disminuye el riesgo de transmisión», dijo Hughes. «Este enfoque basado en la simulación proporciona una solución eficiente y de bajo costo que puede ser implementada en cualquier hospital».
Hughes también llevó a cabo esta técnica de entrenamiento con los médicos residentes de medicina de emergencia de la FAU en el Centro de Simulación de Habilidades Clínicas de la escuela de medicina, que utiliza maniquíes de alta tecnología y que simulan de forma casi real a un paciente. El centro aplica sofisticadas tecnologías de simulación y de entrenamiento para educar a los estudiantes de medicina, médicos residentes, enfermeras registradas, socorristas, asistentes de enfermería certificados, asistentes de salud en el hogar y proveedores de atención médica de la comunidad.
Créditos de imágenes: Rami A. Ahmed, D.O.