Un nuevo metaanálisis publicado en la revista médica Neurology®, de la Academia Americana de Neurología, ha encontrado que tanto las cefaleas como la migraña tienen fuertes vínculos con el sistema circadiano, el reloj interno que regula nuestros procesos corporales.
La investigación incluyó todos los estudios disponibles sobre cefalea en racimos y migraña que incluían características circadianas. Se recopiló información sobre la ocurrencia de cefaleas a lo largo del día y del año, así como investigaciones sobre la prevalencia de genes asociados al reloj circadiano en personas que padecen estos dolores de cabeza.
Además, los investigadores examinaron estudios sobre cefaleas en racimo y migrañas en relación con hormonas vinculadas al sistema circadiano, como el cortisol y la melatonina. Según Mark Joseph Burish, MD, PhD, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Texas Health Science Center en Houston, «los datos sugieren que ambos trastornos de cefalea son altamente circadianos en múltiples niveles, especialmente la cefalea en racimo».
Este descubrimiento refuerza la importancia del hipotálamo, la región del cerebro que contiene el reloj biológico principal, en el papel que desempeña en las cefaleas en racimo y las migrañas. También plantea interrogantes acerca de la genética de factores desencadenantes, como los cambios en el sueño, que son conocidos por provocar migrañas y actuar como señales para el ritmo circadiano del cuerpo.
El metanálisis reveló que un 71% de las personas con cefalea en racimo presentan un patrón circadiano en sus ataques, los cuales alcanzan su punto máximo durante las últimas horas de la noche y primeras horas de la mañana. A lo largo del año, se observó un mayor número de ataques en primavera y otoño. A nivel genético, la cefalea en racimo se asoció con dos genes circadianos principales, y cinco de los nueve genes que incrementan la probabilidad de padecerla presentan un patrón de expresión circadiano.
Asimismo, las personas con cefalea en racimo mostraron niveles más altos de cortisol y más bajos de melatonina que aquellas sin dicho trastorno.
En el caso de las migrañas, el 50% de los afectados presentaron un patrón circadiano en sus ataques. Aunque el pico de estos ataques durante el día fue amplio, abarcando desde el final de la mañana hasta el comienzo de la tarde, se observó un mínimo circadiano en la noche, cuando ocurrieron pocos ataques. Las migrañas también se asociaron con dos genes circadianos fundamentales, y 110 de los 168 genes relacionados con ellas mostraron un patrón de expresión circadiano.
Las personas con migrañas presentaron niveles más bajos de melatonina en la orina en comparación con aquellos sin migrañas. Además, los niveles de melatonina disminuyeron durante un ataque de migraña.
«Estos resultados abren la posibilidad de utilizar tratamientos basados en el ritmo circadiano para los trastornos de cefalea», afirmó Burish. Esto podría incluir tratamientos relacionados con el ritmo circadiano, como administrar medicamentos en momentos específicos del día, y tratamientos que generen cambios circadianos.
Una limitación del estudio es que los investigadores no contaron con información sobre factores que podrían influir en el ciclo circadiano, como medicamentos, otros trastornos como el trastorno bipolar o problemas de ritmo circadiano, como el trabajo en turnos nocturnos.
El estudio contó con el apoyo de la Fundación de Investigación sobre Cefaleas Will Erwin. Estos hallazgos podrían conducir a un enfoque más personalizado y eficaz en el tratamiento de las cefaleas en racimo y las migrañas.
La investigación sobre los vínculos entre el sistema circadiano y estos trastornos de cefalea podría ofrecer nuevas esperanzas para mejorar la calidad de vida de millones de personas que padecen estos debilitantes dolores de cabeza. Además, los avances en este campo también podrían abrir nuevas vías para la prevención y el tratamiento de otros trastornos relacionados con el sistema circadiano.
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