En el mundo de la cartografía, los mapas estáticos han sido tradicionalmente utilizados para representar características geográficas a largo plazo. Sin embargo, en los últimos años ha surgido una nueva forma de mapear las ciudades: utilizando tecnologías digitales para mostrarlas en movimiento, representando elementos como la contaminación, el tráfico, el flujo peatonal, las multitudes, los patrones de desplazamiento y otros aspectos de nuestra vida urbana diaria.
El Senseable City Lab del MIT ha popularizado estas nuevas herramientas visuales, logrando, durante dos décadas, extender el uso de datos generalizados que permiten explicar la vida de la ciudad. Además, este enfoque cartográfico puede tener un potencial transformador:
“Los mapas utilizados correctamente pueden ser herramientas irremplazables para la democracia. Los nuevos mapas hacen que el mundo sea más visible para todos Con la información adecuada, estos mapas pueden ayudar a los individuos a navegar por el caos de la vida moderna y a empoderar a los activistas para identificar y destacar problemas en sus comunidades”, explica el director del laboratorio Carlo Ratti.
Recientemente Carlos Ratti, junto con Antoine Picon, profesor de la Escuela de Posgrado de Diseño de la Universidad de Harvard, han publicado el libro ‘The Atlas of the Senseable City’, que explora todo el poder y potencial de esta cartografía dinámica.
«Estos mapas son una nueva forma de comprender la ciudad. Proporcionan una forma de visualizar la información. Son cruciales para diagnosticar problemas. Creo que aportan una nueva profundidad», detalla Picon.
Una de las contribuciones más relevantes del Senseable City Lab es su habilidad para visualizar aspectos de la vida urbana que previamente eran inaccesibles. Desde el seguimiento de la basura en Nueva York y Seattle en su proyecto «Trash Track» de 2009, hasta la comprensión de cómo un número limitado de taxis puede cubrir una gran parte de las calles de Manhattan en un día típico.
Sin embargo, la utilidad de estos mapas no se limita al ámbito académico. Sus aplicaciones prácticas son igualmente relevantes. Estos mapas pueden revelar áreas urbanas que carecen de acceso al transporte, o incluso, aportar en el desarrollo de políticas de monitoreo de la contaminación más eficientes y económicas.
Es por ello, que a pesar de su potencial para mejorar la vida urbana, el uso de esta cartografía puede dar lugar a conflictos políticos. Los mapas pueden revelar verdades incómodas y poner en evidencia prácticas empresariales o residenciales ineficientes. Ratti espera que «los mapas nos lleven a un mundo mejor, galvanizando el activismo comunitario basado en datos», aunque reconoce que este no es un proceso simple.
Finalmente, el libro hace un llamado a pensar críticamente sobre los mapas. ¿Quién recopiló los datos y con qué propósito? ¿Por qué se muestran los datos de la forma en que se hacen? Si los mapas pueden tener influencia política, cualquiera podría desarrollar un mapa engañoso para beneficiar sus propios intereses.
«Tendemos a creer naturalmente en los mapas. Por eso es bueno intentar explicar cómo se construyeron, y cuales fueron sus intenciones», afirma Picon.
Otros urbanistas han elogiado el nuevo volumen. Michael Batty, Catedrático Bartlett de Planificación del University College de Londres, afirma que el libro «ofrece un estudio de vanguardia de las técnicas cartográficas y una forma intelectual de entender la finalidad y las posibilidades de la cartografía
Los autores esperan que el libro ayude a los lectores a comprender mejor las múltiples posibilidades de la cartografía urbana. «Antoine y yo escribimos este libro para compartir nuevas perspectivas sobre la ciudad moderna, pero también como una oda a la propia cartografía. En los últimos 30 años nuestras capacidades cartográficas se han disparado. Ha sido el privilegio de toda una vida acompañarnos en el MIT, y queríamos recopilar un primer borrador de la revolución cartográfica en curso”, concluye Ratti.
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