Hoy hace ya 17 días que el gobierno declaró el estado de alarma en España y por lo tanto el confinamiento por la gravísima expansión del coronavirus. Después de un comienzo de año en el que todo Iba razonablemente bien, trabajando duro (como siempre) para llevarles la última actualidad de la información y los contenidos más relevantes de este gran sector de la iluminación, con inspiradoras reuniones con las empresas y asociaciones sectoriales y claro, preparando la cobertura a la increíble feria de Light &Building de Frankfurt y otros eventos del año para dar la mejor y más diferencial (como siempre) información sectorial a los profesionales de habla hispana. Y ahora este parón abrupto por este maldito virus, que nos ha dejado abatidos por sentir muy de cerca como de frágil se vuelve nuestra vida.
En el plazo de muy pocas semanas nos hemos sumergido en una pesadilla y nosotros nos encontramos inmersos en el lanzamiento (en breve) de nuestro nuevo SML Magazine que habla sobre CONECTIVIDAD y esa visión con perspectiva puede aportar bastante a la hora de reflexionar sobre las cosas que están ocurriendo. La primera evidencia es que, pese a vivir en un mundo CONECTADO en el que la información fluye prácticamente en tiempo real, ningún país ha aprovechado para aprender de la experiencia de los que iban por delante en la famosa “curva”. La total ausencia de un liderazgo mundial definido nos ha llevado a repetir errores uno detrás de otro, a retrasar las medidas de confinamiento necesarias para parar la pandemia, y a ver escalar los contadores de infectados y de fallecimientos, sabiendo además que, en casi todos los casos, hablamos de variables muy mal medidas. La falta de coordinación y liderazgo ha hecho que ni siquiera hayamos sido capaces de acordar una forma común de contabilizar los casos.
Según el país en el que vivas, es posible que estés viviendo los inicios de la crisis de salud pública, que hayas entrado ya en la fase exponencial de la misma, o que hayáis alcanzado o rebasado el pico de la expansión. Y hablamos, no lo olvidemos, tan solo de la crisis de salud pública: aún falta toda la siguiente fase, la crisis económica subsiguiente provocada por el brutal parón de la actividad.
¿Alguien puede creerse lo que está pasando? y lo que nos está suponiendo al país (todo nuestro pésame con las víctimas y todo el apoyo a los héroes sanitarios y demás trabajadores que están en el centro de la pandemia), lo que está suponiendo al sector, a esta editorial. ¿Es un simple episodio o es una catástrofe de las que hacen época? Lo que sí sé, es que toca reaccionar, ponerse en pie, seguir con más ímpetu que nunca y nosotros con nuestra misión informativa. Más noticias y con ello más horas por la causa con esta sección especial «Coronavirus» y sus más de 40 noticias ya publicadas hoy.
Porque no nos demos por vencidos. Prohibido rendirse. Y traslademos (momentáneamente) los eventos, debates, encuentros, ponencias, exposiciones, desayunos temáticos, ruedas informativas, presentación de estudios, para el otoño y el invierno y los que se pueda trasladar a internet (sin saturar) pues aprovechemos para proyectos digitales, que igual en otras circunstancias no hubiéramos lanzado. ¡Sin temor y con ganas!
Es hora de un claro y alto #Prohibidorendirse ¿O acaso como sociedad y como sector nos vamos a rendir ante el coronavirus?
El sector del Material Eléctrico, a través de sus asociaciones de fabricantes, distribuidores y empresas instaladoras reacciona y pide al gobierno ser declarado “sector estratégico” en la lucha contra el COVID-19. ADIME, AFME, ANFALUM, FACEL y FENIE, han solicitado al Gobierno una declaración explícita de sector estratégico y de utilidad pública para asegurar el correcto funcionamiento, reparación de averías y ampliaciones de instalaciones e infraestructuras críticas tales como las destinadas a la generación, transporte y distribución de electricidad, telecomunicaciones, hospitales, residencias de mayores, industria farmacéutica y de alimentación y demás citadas en el Real Decreto por el que se declara el estado de alarma. Pero parece que el gobierno no nos ha declarado “esencial” a este sector.
Es ahora también más importante que nunca, que servicios críticos para los ciudadanos como lo son el alumbrado público o la gestión de residuos, tengan continuidad, y que no dejen, por las circunstancias, de ser una realidad.
Y ahora os hablo como editor ¿qué pueden aprender ahora las agencias y vosotros las marcas que os anunciais, de esta increíble unión que vemos de nuestros conciudadanos, aplaudiendo a diario a las 20:00 horas desde sus ventanas y balcones a médicos, enfermeras, policías, cajeras y repartidores? Son aplausos convertidos en una señal inconfundible: la comunicación. Como una unión, como un acto de esfuerzo de cada individuo. Un gran gesto.
Pero muchas empresas, incluidas agencias y grandes marcas de la industria de la iluminación y afínes, no están viendo ese «ahora más que nunca». Se quedan paralizados como una liebre ante los faros del coche, en medio de la carretera. Claro que se suceden los acontecimientos y las restricciones. Y toca convivir con ellos. Un alto porcentaje de las agencias de publicidad y las empresas esperan consecuencias negativas por el coronavirus.
Ahora veremos si el debate sobre el liderazgo de las marcas que forman esa cadena de valor, sobre sostenibilidad, sobre responsabilidad corporativa y social, sobre los apoyos de los unos a los otros iban en serio, o si no era más que un parloteo barato. Es imprescindible que todo el sector tome nota de su responsabilidad y se tomen muy en serio lo del «respeto». Respeto ante los clientes, respeto ante la sociedad, y respeto ante los propios empleados. También esto es, en mi opinión, #PararParaSeguir.
Es muy posible que estemos ante una prueba de resistencia cuyo nombre es «coronavirus» pero que lamentablemente no será la última. Porque precisamente el coronavirus muestra a mi querido sector de la iluminación cómo no funciona definitivamente la comunicación. A la vez que también muestra cómo la comunicación puede ayudar masivamente a superar la crisis. Justo ahora se trata de acertar con la tonalidad exacta, matices en la forma de expresarse, el momento preciso de una acción de comunicación, tanto interna como externamente. Lo de los aplausos es genial como efecto.
No se trata solo de que las empresas actúen, sino de que también comuniquen su actuación. Porque solo si sabes que otros también actúan con medidas especiales en la lucha contra el coronavirus, actúas. La comunicación es aquello que nos mueve, es aquello que nos une, aquello que nos hace creativos.
Veamos esta crisis también como una oportunidad. La oportunidad de comprender la fuerza de la comunicación. Como cuando hablan de «gasto publicitario». Quien así lo ve, no ha entendido su trabajo en este sector. ¡Que se vaya! Porque esto va de inversión en comunicación y en publicidad. Y justo de esto se trata, ahora.
Algunos creen que ahora toca congelar los presupuestos publicitarios (Italia ya anunciado incentivos fiscales para aquellos que inviertan en publicidad con el fin de no dejar morir a los medios. Nuestro gobierno no, aunque no perdemos la esperanza). Aunque, muchos de estos, una vez lo meditan tranquilamente, llegan a la conclusión de que es este uno de esos momentos en los que tenemos que comunicar más que nunca. Como señal hacia el sector y hacia la sociedad. Se busca y se necesita cualquier centímetro de normalidad. Toca buscar alternativas de comunicación, hasta que todo vuelva a su normalidad.
Y sobre todo toca comunicar en nuestras campañas y marketing con mayor sensibilidad. Con claridad. Sinceridad. Mostrando en los anuncios una perspectiva realista. Acompañando al cliente. Siendo socio. Así como las agencias deben ser socias de sus clientes. Nadie sabe lo que va a pasar mañana. Así que nos toca comunicar y comunicar y comunicar. (Nada de «parar». Y sí mucho de «seguir comunicando, pero mejor»). Esto fortalece la confianza, la unión.
La señal más errónea ahora, esconderse. Cada anunciante, cada agencia, cada miembro de esa cadena de valor del sector debe vivir y mostrar RESPONSABILIDAD. Con lo cual llegamos de nuevo a la temática propósito de marca, actitud.
Para todos nosotros esta situación es nueva. Tenemos que aprender juntos cómo manejarla de forma óptima. Y este proceso de aprendizaje solo funciona a través de la comunicación. Moviendo a los clientes hacia delante, contando con los empleados, para hacer frente lo mejor posible al coronavirus.
En una situación tan excepcional como esta, todos en algún momento tendemos a extremos de desmoralización o empuje, pero también necesitamos todas las cosas útiles que nos recuerdan que hay que seguir creando futuro. Tenemos ahora más que nunca la gran responsabilidad de trabajar para aunar, trabajar para recuperar y no perder nuestra forma esencial o nuestros objetivos, por supuesto divertirnos y dar a todo un sentido de victoria frente a la fatalidad. No podemos permitirnos que nuestros planes y proyectos se caigan y seamos portadores no de esta mierda de virus, sino de ilusión, ilusión para derrotar esta pandemia.
Las muestras de solidaridad y de generosidad en nuestra sociedad se manifiestan también en un tejido empresarial, que está brindando su apoyo al gobierno y a los servicios sanitarios para poner a su disposición instalaciones y recursos que puedan ayudar en esta situación. ¡Bravo!
Siendo conscientes de las graves consecuencias económicas que van a acontecer con carácter inmediato, el Gobierno tiene que, después de las personas, situar a las empresas en el centro de sus políticas impulsando más medidas (y directas y efectivas, por favor) que auguren una pronta recuperación. Las PYMEs y autónomos son los colectivos más vulnerables, si bien no podemos dejar de lado a las grandes empresas que son tractoras de la economía e impulsoras del tejido de PYMES de nuestro país. Es imprescindible establecer líneas de ayudas extraordinarias para esta situación de emergencia, ya que después de superar la crisis sanitaria debemos recuperar la normalidad y las empresas son agentes principales para esta reactivación de la economía.
Muchos definen una recesión como dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. La Oficina Nacional de Investigación Económica adopta un enfoque más holístico, definiendo una recesión como una «disminución significativa de la actividad económica en toda la economía, que dura más de unos pocos meses». Pero todas las recesiones se crean de la misma manera. Con una crisis financiera adjunta, la última recesión fue especialmente prolongada y profunda. Las recesiones anteriores han sido más cortas y menos profundas.
A medida que todos nos encontramos agazapados en nuestras casas, con el trabajo a distancia o algunos que igual ya lo han perdido o momentáneamente, sin el calor de los amigos y la familia con los que hablamos sólo desde la distancia, podemos sentir miedo, ansiedad, incertidumbre y aburrimiento. Lo estamos sintiendo como un duro invierno sin fin, pero todos los inviernos, finalmente, dan paso a la primavera. No sabemos exactamente cuando este invierno va a terminar, pero sabemos que acabará.
¿Qué es lo que esperamos para cuando termine? ¿Cómo estamos mirando hacia el futuro, más allá de este momento de incertidumbre, hacia una vida de significado, el éxito y el cumplimiento?
Es a menudo en nuestros momentos más oscuros cuando descubrimos las profundidades de nuestra inventiva, de nuestra creatividad que se encuentra dentro de nosotros, como un poder liberador que mira hacia adelante a un futuro más brillante. Ahora toca mirar hacia adelante, hacia el futuro con propósitos y acciones. Vamos a prepararnos para florecer y prosperar ahora, porque este invierno va a terminar. Prohibido rendirse.
Aprovechemos también para tener un momento de reflexión, y pensemos como toda esta situación puede convertirse en una catarsis que desemboque en un mejor modelo de sociedad, más flexible, más empática y solidaria, más considerada con las personas mayores y con los más débiles, así como con el medio ambiente dejando un mejor legado para nosotros y para las nuevas generaciones.