En la búsqueda de mejorar la calidad de vida de las personas con problemas sensoriales, las habitaciones iluminadas con luz «negra» o luz violeta/azul han ganado popularidad. Estas salas están diseñadas para proporcionar un ambiente sensorial controlado, conocido como entornos multisensoriales Snoezelen, beneficiosos en terapias ocupacionales y educativas para individuos con diversas discapacidades. Sin embargo, más allá de su uso extendido, la evidencia científica detrás de su implementación sigue siendo limitada, especialmente en lo que respecta a sus efectos sobre el sistema visual y los ritmos circadianos.
Una nueva investigación realizada por investigadores españolas y financiado por el Instituto de Salud Carlos III junto con la UE y la Universidad de Alcalá, ha examinado específicamente los efectos de la luz violeta (392 nm) en el ritmo de descaso-actividad circadiano y el sistema visual a través de experimentación animal.
Los resultados de la investigación, publicados recientemente en el volumen 6 de la revista científica Clocks & Sleep del MDPI, muestran cómo la luz violeta es capaz de alterar el ritmo circadiano y la función visual en los ratones. Sin embargo, esta radiación no produce cambios en la estructura de las retinas de los animales expuestos después de cuatro semanas de exposición a la luz.
Luz violeta en entornos multisensoriales
Los entornos multisensoriales Snoezelen, ampliamente reconocidos por sus beneficios terapéuticos, se utilizan en una variedad de contextos para mejorar la calidad de vida de personas con problemas sensoriales. Estos espacios están diseñados para ser accesibles a individuos de todas las edades y capacidades, y son particularmente útiles en el tratamiento de comportamientos desafiantes, terapia ocupacional, discapacidades de aprendizaje, salud mental, y para pacientes con autismo o lesiones cerebrales, así como en las etapas finales de la vida.
Dentro de estos ambientes, la luz azul/violeta, que abarca longitudes de onda de 350 a 392 nm y puede incluir radiación UVA de 315 a 380 nm, desempeña un papel crucial. Esta luz no solo enriquece la experiencia sensorial en dichas salas, sino que también se emplea en la inspección de áreas sanitarias y quirófanos, y en oftalmología para la autofluorescencia del fondo ocular, facilitando así la identificación de patologías retinianas.
En el ámbito educativo, las salas Snoezelen con iluminación azul/violeta, también conocidas como «luz negra», se han introducido en centros de educación especial para favorecer el desarrollo infantil. Sin embargo, muchos educadores admiten desconocer la base científica que justifique su uso. Con el tiempo, este tipo de iluminación se ha extendido a jardines de infancia y escuelas regulares.
A pesar de su popularidad, los estudios existentes sugieren que es necesario realizar más investigaciones para validar la efectividad y seguridad de estas instalaciones en el entorno educativo. Además, a las pocas contribuciones en la literatura científica encontradas para su implementación en las escuelas, está la falta de estudios de investigación sobre los riesgos de exposición a la luz azul/violeta. Es por ello que los investigadores se han propuesto en este estudio conocer el posible daño que esta luz podría inducir en el ciclo de descanso-actividad circadiano y el sistema visual a través de la experimentación con animales (ratones).
Se trataría, por tanto, de uno de los primeros estudios que imitan varios escenarios de habitaciones iluminadas con fuentes de luz bajo el espectro visible (<400 nm) para evaluar el efecto en la retina del ratón y el ritmo de descanso-actividad circadiano.
Metodología del Estudio y resultados
El estudio examinó específicamente los efectos de la luz violeta (392 nm) sobre el ritmo circadiano de reposo y actividad, así como en la función visual de ratones de laboratorio. Se emplearon cinco grupos de cuatro ratones, cada uno sometido a diferentes regímenes de luz blanca, luz violeta y períodos de oscuridad. Las herramientas de evaluación incluyeron el análisis del período circadiano a través de ciclos de reposo-actividad, registros electroretinográficos y análisis estructural de la retina por medio de inmunohistoquímica.
Los resultados de la investigación indican que la luz violeta modifica tanto el ritmo circadiano como la función visual, sin observarse cambios en la estructura retiniana tras la exposición.
A pesar de que los ratones tienen una sensibilidad a la luz UV, que influye en la regulación de sus ritmos circadianos debido a la ausencia de filtrado UV por parte de su lente, es incierto si la luz violeta con una sensibilidad máxima de 392 nm tendría un efecto similar en humanos, quienes tienen una transmisión muy baja de UV a la retina. Los seres humanos no son capaces de percibir la luz ultravioleta porque la sensibilidad máxima de los conos de longitud de onda corta en un ser humano es de unos 420 nm y la luz ultravioleta se transmite muy mal a la retina: menos del 1% de transmisión de rayos UVA y ninguna transmisión de rayos UVB. Queda por determinar si la luz violeta con una sensibilidad máxima de 392 nm también es capaz de arrastrar a los humanos a ritmos circadianos como en ratones.
En términos de función visual, la exposición prolongada a ondas cortas mostró una disminución significativa en las señales eléctricas retinianas, destacando el potencial daño visual que podría tener en niños. Aunque no se observaron cambios estructurales en la retina después de un mes de exposición, los daños pueden originarse a nivel molecular y podrían ser más severos con exposiciones más prolongadas.
Dado que las diferencias entre las retinas de ratones y humanos limitan la extrapolación directa de estos resultados, se requiere más investigación para validar estos efectos en humanos, con especial atención en los niños. A partir de estos hallazgos, se recomienda adoptar medidas preventivas en el diseño de entornos educativos que emplean este tipo de iluminación.
Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://www.mdpi.com/2624-5175/6/3/29
Imagen de portada: Freepik. Imagen de recurso que no pertenecen a la investigación.