Los niños europeos están expuestos a niveles más altos de campos electromagnéticos de radiofrecuencia (RF-EMF) en las ciudades, pero la exposición promedio total permanece muy por debajo de los valores de referencia límites. Estas son las principales conclusiones de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), institución apoyada por la Fundación «la Caixa» y publicada en Environment International.
En las últimas décadas, se han desarrollado nuevas tecnologías de comunicación móvil que evolucionan rápidamente. En la actualidad, representan la fuente principal de RF-EMF a la que la población está expuesta. Existe una creciente preocupación con respecto a los posibles efectos adversos para la salud de la exposición a largo plazo a campos electromagnéticos de radiofrecuencias, particularmente a una edad temprana cuando los órganos y el cerebro todavía están en desarrollo. Por lo tanto, los estudios que caracterizan la exposición a RF-EMF en niños son una prioridad para la Organización Mundial de la Salud.
El objetivo de este estudio fue medir la exposición ambiental a campos electromagnéticos de radiofrecuencias (RF-EMF) en 529 niños de entre 8 y 18 años de edad, en cinco países europeos: Dinamarca, los Países Bajos, Eslovenia, Suiza y España, entre 2014 y 2016. Medidas de exposición personal a RF-EMF (rango entre 87.5 MHz y 6 GHz) fueron recolectados usando «exposímetros» portátiles llevados por los niños hasta por tres días consecutivos. Los medidores se usaron alrededor de la cintura o se llevaron en una mochila durante el día y se colocaron cerca de la cama por la noche. Además, el uso de dispositivos de mano (por ejemplo, teléfonos móviles) y fuentes RF-EMF interiores se determinó mediante diarios de actividad y cuestionarios. Se definieron seis tipos de bandas de frecuencia: total y las relacionadas con teléfonos inalámbricos; antenas de televisión y radio; teléfonos móviles; antenas de telefonía móvil (también conocidas como estaciones base); y WiFi.
Los resultados muestran que la exposición personal total promedio fue de 75.5 microWatts por metro cuadrado (μW/m2), un valor muy por debajo de los niveles de referencia de 4.5 a 10 W/m2 establecidos por la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP). Las antenas de telefonía móvil fueron las que más contribuyeron a la exposición total, seguidas de las antenas de televisión y radio (principalmente la frecuencia de radio FM). WiFi y teléfonos inalámbricos contribuyeron muy poco. En general, la exposición fue mayor en entornos urbanos, al aire libre, durante el viaje y durante el día (frente a la noche).
Mònica Guxens, autora principal del estudio, explica que «no estamos midiendo las dosis que el niño recibe, por ejemplo, sosteniendo un teléfono móvil junto a la cabeza durante una llamada, y que probablemente sean más altas».
Los resultados también indican que las mediciones para la exposición ambiental total, las antenas de televisión y radio y las bandas de antenas de telefonía móvil fueron reproducibles de un año a otro. Laura Ellen Birks, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, enfatiza que, «los científicos necesitan continuar evaluando la exposición a RF-EMF en niños ya que el uso de dispositivos y las fuentes probablemente variarán en los próximos años».