En un reciente informe elaborado por el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Lores del Reino Unido se resalta el potencial peligro para la salud humana de la contaminación acústica y lumínica, y apunta como estos contaminantes (ruido y luz artificial) son actualmente desatendidos, pocos conocidos y escasamente regulados a pesar de su potencial efecto negativo.
La Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Lores está llevando a cabo una investigación sobre los efectos del ruido y la luz en la salud humana, con el objetivo de estudiar la solidez de las evidencias actuales que avalen sus riesgos contra la salud humana, así como la idoneidad de la política y el marco normativa vigentes en el Reino Unido para hacer frente a estos contaminantes.
Como resultados de esta investigación, se ha publicado este verano el informe “The neglected pollutants: the effects of artificial light and noise on human health” donde se detallan las principales conclusiones obtenidas, hasta ahora, sobre la contaminación acústica y lumínica en el Reino Unido.
En el mismo se muestra en primer lugar las evidencias científicas actuales que muestran el impacto del ruido y la luz artificial sobre la salud humana, para posteriormente analizar cuales son las actuales políticas y medidas medioambientales que se están tomando para hacer frente a estos contaminantes, y finalmente establecer una serie de recomendaciones a implementar.
Con respecto al primero de los apartados, el informe hace un resumen sobre las evidencias científicas actuales que avalan los posibles impactos negativos de la luz artificial y el ruido en la salud humana. La contaminación acústica y lumínica puede repercutir negativamente en la salud humana al alterar el sueño y los ritmos circadianos. Las pruebas epidemiológicas sugieren que la contaminación acústica causa molestias y aumenta el riesgo de infarto y cardiopatía. Esto tiene importantes repercusiones en la economía: se calcula que los trastornos del sueño cuestan a la economía británica 34.000 millones de libras al año, según RAND Europe, y la contaminación acústica y lumínica son factores coadyuvantes.
“A lo largo de nuestra investigación hemos tenido conocimiento de la creciente base de datos mundiales sobre los importantes efectos negativos de la contaminación lumínica y acústica en nuestra salud. No sólo pueden causar molestias y afectar a la calidad de vida, sino que, al alterar el sueño y los ritmos circadianos, tanto la contaminación acústica como la lumínica pueden contribuir a la aparición de cardiopatías y muertes prematuras. Aunque el riesgo que corre un individuo puede ser bajo, la exposición de millones de personas supone una importante carga para la salud”, explica la presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología, la Baronesa Brown.
Con respecto a la normativa actual, al Comité le preocupa que el Plan Medioambiental a 25 años del Gobierno sólo mencione brevemente la contaminación acústica y lumínica, sin objetivos específicos para reducirlas, y que aparentemente haya poco ímpetu por parte del Gobierno central para abordarlas.
“Con demasiada frecuencia, la contaminación lumínica y acústica puede quedar relegada a un segundo plano entre los departamentos y entre las políticas del Gobierno central y la aplicación sobre el terreno por parte de los gobiernos locales, con lo que la responsabilidad de abordar el problema no está clara”, se detalla en el documento.
Finalmente, se establecen algunas recomendaciones y consideraciones implementar para afrontar con mayo garantía ambos contaminantes. En concreto, para la contaminación lumínica se propone lo siguiente:
“En relación con la contaminación lumínica, cuyas pruebas sobre los efectos sobre la salud están en una fase menos madura que la contaminación acústica, se insta al Gobierno a que promueva varias investigaciones para determinar cómo afectan al sistema circadiano la intensidad de la luz, la longitud de onda, la duración, el tiempo de exposición, el historial de luz y la edad. Esto debería ir más allá de los estudios de laboratorio e investigar patrones de exposición a la luz más realistas para los seres humanos. Este conocimiento proporcionaría una base empírica para las directrices que podrían mitigar los efectos nocivos de la contaminación lumínica en la biología humana, incluyendo el sistema circadiano, el estado de ánimo y el estado de alerta”.
Además se aconseja al Gobierno la publicación de una ‘Declaración de Política Lumínica” que detalle la política del Gobierno en materia de minimización de la contaminación lumínica y las funciones que espera que desempeñen los distintos departamentos.
“A pesar de los impactos significativos que pueden tener sobre la salud humana el ruido y la luz artificial, parecen haberse convertido en contaminantes desatendidos, mal comprendidos y mal regulados. Nos preocupa que no existan objetivos específicos para regular la contaminación lumínica y acústica, así como una falta de coordinación entre departamentos y entre el Gobierno central y local, lo que impide al Gobierno abordar estos problemas. El Gobierno debe centrarse en cuantificar los efectos de la contaminación acústica y lumínica sobre la salud, fijar objetivos y establecer un marco normativo para reducir la carga global de morbilidad. Debe hacerlo antes del próximo ciclo quinquenal del Plan de Mejora Medioambiental. También debe reforzar la coordinación entre departamentos y entre la administración central y local, para garantizar mejoras significativas en la salud pública y la calidad de vida en el Reino Unido en beneficio de todos”; concluye la baronesa Brown.
Puede acceder al informe “The neglected pollutants: the effects of artificial light and noise on human health” a través del siguiente enlace:
https://committees.parliament.uk/publications/40937/documents/199438/default/¡
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