La basílica de San Juan de Baños, considerada el templo cristiano en pie más antiguo de la península ibérica, ha sido objeto de una reciente intervención en su iluminación interior. El nuevo diseño, basado en un sutil juego de luces y sombras, potencia la atmósfera íntima y espiritual del espacio, estableciendo un vínculo emocional con la trascendencia del lugar.
Para conseguirlo, se ha realizado un diseño de iluminación respetuoso con los valores patrimoniales y litúrgicos, acentuando la belleza de las distintas fases constructivas de los elementos singulares que conforman el conjunto y del significado que la arquitectura representa.

Un templo singular con trece siglos de historia
Situada en Baños de Cerrato (Palencia), la basílica fue consagrada en el año 661, bajo el reinado de Recesvinto, como atestigua una lápida fundacional aún visible en el arco triunfal del presbiterio. Su arquitectura sintetiza elementos hispanorromanos, visigodos y germánicos, convirtiéndose en una pieza clave para comprender la evolución de la arquitectura religiosa tardoantigua en la península.
El edificio, de planta basilical y cabecera originalmente tripartita, ha sufrido múltiples transformaciones desde su fundación. Durante el siglo XIV, los espacios intermedios entre las capillas de la cabecera se transformaron en nuevas estancias, alcanzando la configuración actual de cinco compartimentos en la cabecera. Asimismo, se han documentado intervenciones puntuales en fábrica, bóvedas, vanos y cubiertas a lo largo de los siglos, así como reutilización de elementos arquitectónicos de origen romano —especialmente en los capiteles y fustes— que dotan al templo de un valor arqueológico añadido.
El arco de herradura, utilizado conforme a los cánones visigodos, y la disposición de sillares perfectamente escuadrados en los paramentos, son algunos de los rasgos más característicos de una arquitectura que buscaba expresar solidez, jerarquía y sacralidad. En este contexto, cualquier intervención contemporánea debe responder a un doble desafío: preservar la esencia formal y simbólica del edificio, y a la vez adaptarlo a las exigencias funcionales y normativas actuales.

Nueva iluminación interior
La intervención, impulsada por la Fundación Iberdrola y con el apoyo de empresas locales, ha consistido en la instalación de 23 luminarias LED de tecnología avanzada, con una temperatura de color cálida y una potencia total instalada de apenas 0,296 kW. Esta configuración busca minimizar el impacto visual de las luminarias, reducir la huella energética del templo y respetar tanto la atmósfera espiritual del espacio como su integridad material.
A diferencia de anteriores propuestas más centradas en la visibilidad general o en el énfasis escultórico, el diseño actual adopta un enfoque cualitativo: no se trata tanto de iluminar por completo, sino de modular cuidadosamente las relaciones entre luz y penumbra para favorecer una percepción más introspectiva y reverente del espacio.
Esta estrategia responde a criterios litúrgicos (generar un ambiente recogido y simbólicamente orientado), museográficos (poner en valor elementos arquitectónicos y constructivos clave), y técnicos (disminuir los niveles lumínicos medios para alargar la vida útil de los materiales y evitar deslumbramientos).
Así, elementos como el arco triunfal, los capiteles reaprovechados, las modificaciones en la cabecera o los vestigios de los muros perimetrales extintos cobran un nuevo protagonismo sin necesidad de paneles explicativos ni intervenciones museográficas invasivas. La luz actúa como guía visual e intelectual, induciendo al visitante a explorar y reconstruir mentalmente la evolución del edificio.

Fuente de imágenes: Fundación Iberdrola

