El pasado miércoles 08 de diciembre se encendió una nueva estrella en la ciudad de Barcelona, la que corona la torre de la Virgen María de la Sagrada Familia. La Fundación Endesa ha colaborado para hacer posible el proyecto de iluminación del terminal de la torre, incluyendo la propia estrella, una auténtica obra de ingeniería de gran complejidad técnica que, además, es eficiente desde el punto de vista energético, manteniendo su objetivo conceptual y artístico.
La estrella está formada por doce puntas y un núcleo central que es un dodecaedro del que salen las doce pirámides, que constituyen cada punta. En este dodecaedro descansan los doce focos, cada uno de ellos enfocado hacia una punta. Cada foco está compuesto por doce luminarias o haces de luz: ocho perimetrales, en forma de círculo, y cuatro centrales, en el centro de este círculo. Mientras que las luminarias perimetrales tienen un haz de luz más amplio que debe bañar de luz el interior de la pirámide, las cuatro luminarias centrales proyectan un haz de luz mucho más estrecho que debe llegar hasta el final de la punta de cada pirámide.
Toda la iluminación de la torre utiliza la tecnología LED, haciendo que el consumo energético sea hasta 10 veces inferior al que tendría en el caso de haber utilizado lámparas o focos de tecnología convencional. En cifras, la potencia de cada punta es de 43 W, por lo tanto, si lo multiplicamos por las doce puntas, estaríamos hablando de una potencia total de 516 W.
Otro punto destacado del proyecto de iluminación es la tonalidad de la estrella, de un tono más frío respecto al resto de la basílica. La temperatura de color elegida, 4.000 kelvins, responde a una razón más artística y a otra más conceptual. Desde el punto de vista artístico, la basílica, al ser de piedra, está iluminada con una luz cálida de 3.000 kelvins. Para conseguir que la estrella destacase sobre el conjunto monumental y se diferenciase del mismo, era conveniente que tuviera un tono más blanco, que por otro lado seguía en continuidad con los colores que pueden verse en el fuste (que van de azul a blanco si seguimos su estructura de abajo arriba). Así, tenemos una estrella blanca, como blancas son las estrellas. La temperatura de color de las estrellas depende de su temperatura física y encontramos desde las más azuladas (como la estrella Bellatrix) hasta las más rojizas (como Betelgeuse, que apenas llega a los 2.000 K).
Vale la pena recordar que la estrella se encuentra a 138 metros de altura; teniendo en cuenta que es un cuerpo ornamental de vidrio y acero, se trata de una altura considerable y que lo deja muy expuesto a las condiciones meteorológicas. Por ese motivo, su diseño y materiales finales han tenido que decidirse después de pasar diversas pruebas. Así, por ejemplo, se trasladó una de las doce puntas con uno de los doce focos a un laboratorio especializado en materiales a prueba de rayos y fueron sometidos a la descarga de un rayo para poder llegar a la versión final.
Otro condicionante que se tuvo en cuenta es la temperatura a la que deben funcionar. Así, de día, en los días de máximo calor, la estructura y sus focos están preparados para poder soportar hasta casi 80 ºC estando apagados. Hay que tener en cuenta que, al tratarse de un cuerpo de vidrio y a pesar de contar con sistemas de ventilación, no deja de ser como un invernadero que concentra el calor en su interior. Por la noche, para realizar las comprobaciones con los focos en funcionamiento, se tomaron como referencia los 42 ºC, la temperatura máxima registrada en Barcelona en una noche. En consecuencia, están diseñados para poder tener un régimen de funcionamiento de 50 ºC, es decir, para llegar a esta temperatura en su interior estando encendidos.
Se realizaron estudios de dinámica de fluidos para ver los rangos de temperatura y humedad comentados y, a partir de estos datos, pudieron seleccionarse la tecnología y los focos más adecuados para poder trabajar en estas condiciones. En este sentido, a pesar de existir algunos elementos arquitectónicos de vidrio y acero en altura en el mundo, el referente básico para su realización fueron las indicaciones del propio Antoni Gaudí, que dejó claro cómo debía ser y cómo debía definirse su proyecto.
Otro punto destacado del proyecto lumínico es que está digitalizado. Los focos cuentan con unos sensores que se han incorporado al sistema de control general de toda la iluminación del templo. Así, si se superaran ciertos parámetros o algún foco tuviera un funcionamiento distinto del establecido, saltaría una alarma y se podría actuar de forma inmediata. Y es que, además de estar monitorizados, se pueden telecontrolar.
Todo este sistema estaba ya incorporado dentro de la estrella en el momento de su alzamiento y colocación, el pasado 29 de noviembre, y fue levantada con él a través de la grúa hasta coronar la parte superior de la torre. Se crearon unos conectores especiales que permitieran conectar la estrella a la alimentación eléctrica que subía de la torre a través de unos enchufes de fácil uso. La persona que el pasado día 29 conectó la estrella había sido entrenada a cota cero, en tierra, para poder realizar estas conexiones con la mayor rapidez posible. Dicha persona, formada en trabajos en altura así como en conceptos eléctricos, una vez colocada la estrella, tuvo el privilegio de poder, desde dentro, enchufarla literalmente a la corriente.
Fuente de imágenes: Basílica de la Sagrada Familia