La luz se manifiesta de muchas maneras: puede ser intensa, suave, directa, difusa, cálida, fría, acogedora… La luz comunica, transforma, estimula e inspira. Pero sobre todo la iluminación y la luz es para todos y de ahí la importancia en elegir el tipo de luz a utilizar.
Ya no es un secreto que la iluminación con tecnología LED es una de las más sostenibles, eficientes y con mayor adaptabilidad a las necesidades concretas de cada zona y espacio. La tecnología LED presenta una serie de beneficios: larga vida de las luminarias, mantenimiento del nivel de flujo lumínico, un elevado índice de reproducción cromática y un nulo mantenimiento, entre los puntos más destacables de la tecnología.
Elegir la mejor opción para iluminar debería ser un trabajo cuidadoso. Valorando la incidencia en las personas y el entorno para evitar posibles efectos negativos y un uso inadecuado de la luz.
La importancia del color. Un color para cada momento:
Una luz fría (5500- 6500K) de tonos azulados pone de manifiesto de forma más clara los objetos y espacios. Provoca en las personas el nivel máximo de concentración y alerta. En los inicios de la tecnología LED era una de las temperaturas más elegidas por su mayor eficiencia y menor coste, aunque poco a poco va cayendo en desuso por ser una temperatura de color que más se propaga en la atmósfera y en consecuencia más contaminación lumínica provoca.
La luz neutra (4000-5500K) un color más blanco pero menos azulada es una de las temperaturas más utilizadas para vías rápidas, carreteras y zonas comerciales. Emite una luz blanca que permite estar alerta y con una gran percepción visual. Contamina menos que la luz fría por tener menos azules en el espectro electromagnético. Es la que ha cogido el relevo a la luz fría.
La luz cálida, de (2700-3400K) con un tono más amarillo es una de las temperaturas de color más utilizadas para zonas residenciales. Emite un color de temperatura agradable, ideal para la instalación en espacios urbanos y zonas residenciales.
Aunque algunas temperaturas de color contaminan más que otras, todas las temperaturas de color: fría, neutra y cálida, emiten un pico alrededor de los 440nm. Este pico de emisión es el que produce más contaminación lumínica y tiene mayor incidencia sobre los ciclos vitales de las personas, la fauna y la vegetación.
Ignialight, como empresa fabricante de luminarias con tecnología LED y concienciada en ofrecer y dar soluciones de iluminación eficiente y sostenible amplía la gama de temperaturas de color en la gama de vial, Ámbar White – 2200K y Ámbar (1800K).
La luz Ámbar White (2200K) un tono más amarillo es una alternativa real para instalar en zonas urbanas. Es especialmente idónea para instalar en cascos urbanos e históricos y en zonas perimetrales a espacios E1; su espectro electromagnético es prácticamente igual al del sodio de alta presión, pero con la luz más blanca.
LED Ámbar (~1800K) es el sustituto natural en cuando a temperatura de color al vapor de sodio. De un tono anaranjado, perfecto para instalar en zonas de máxima protección lumínica, donde las restricciones lumínicas son elevadas. Es la única temperatura de color apta para instalar en zonas o espacios E1.
La fauna e insectos ven de distinta forma que los humanos, cuando más blanca sea la luz, más atracción de los insectos hacia ella y en consecuencia mayor perturbación en sus ciclos naturales.
En la fauna ya está demostrada la incidencia de la luz, pero estudios recientes hacen hincapié en el efecto de la iluminación sobre los humanos. Una elevada luminosidad, de un tono más azulado tiene consecuencias para la salud humana al no respetar los ciclos naturales de las personas, alternando procesos vitales de regeneración celular.
Iluminar bien no es un trabajo sencillo, elegir la mejor temperatura de color en cada zona y espacio, minimizando la contaminación lumínica y cumpliendo con el reglamento debería ser la principal función de las empresas de iluminación. No por iluminar más se ilumina mejor.
Artículo elaborado por el Departamento de Marketing de Ignialight