Con un nuevo análisis de sangre, los investigadores de la Universidad de Medicina de Berlín pueden determinar el estado de los ritmos circadianos de una persona. Una vez conocido el estado del “reloj interno” del paciente, se podrían suministrar medicamentos a determinadas horas del día haciéndolos más efectivos y con menos efectos secundarios que las terapias convencionales.
Los ritmos circadianos son la base de muchas funciones del cuerpo humano. Esto se refleja en el hecho de que la eficacia de los medicamentos cambia según la hora del día en que se administran. Este efecto varía de una persona a otra dependiendo de si la persona es más madrugadora o en cambio es más nocturna. Además, este “reloj interno” no es un rasgo estable, y está influenciado por muchos factores, entre los que se incluyen la predisposición genética, edad, o, los niveles de luz ambiental y la época del año. Actualmente falta una herramienta de diagnóstico fácil y conveniente.
Recientes estudios han demostrado que aproximadamente el 50% de todos los fármacos actuales se dirigen al producto de un gen circadiano. Además, los resultados terapeúticos como la supervivencia después de una cirugía a corazón abierto, la eficacia y tolerancia de la quimioterapia, la cicatrización de heridas, la respuesta de anticuerpos a la vacunación o la efectividad de la aplicación de ácido acetilsalicílico para enfermedades cardiovasculares, todos varían según la hora del día.
La importancia de esta investigación radica por tanto, en que han conseguido desarrollar un ensayo altamente preciso y simple para estimar el tiempo circadiano interno en humanos a partir de una sola muestra de sangre.
El objetivo del equipo internacional, bajo el liderazgo del Prof. Dr. Achim Kramer del Instituto de Inmunología Médica de La Charité, fue la identificación de biomarcadores en la sangre que puedan caracterizar los ritmos circadianos de un individuo. Para ello, se midió la actividad de todos los 20.000 genes en un tipo de particular de célula sanguínea en el transcurso de un día a partir de múltiples sujetos. Con algoritmos de computación especializados, se identificaron doce genes que podrían informar de manera confiable sobre los ritmos circadianos. Los biomarcadores en una sola muestra de sangre pueden diferenciar si la persona es del tipo madrugador o nocturno e incluso si la persona se despertó con un despertador, en contra del reloj biológico.
El profesor Kramer está convencido de que la cronoterapia podría suponer un gran beneficio con respecto a una terapia estándar: “Una terapia de este tipo donde se toma en cuenta la hora del día pocas veces se ha desarrollado hasta ahora, ya que no estaba disponible un diagnóstico simple. Creemos que esta novedosa prueba objetiva del “reloj interno” de cada persona puede contribuir a que la hora del día adquiera más significado en el diagnóstico y la terapia”.
En futuros estudios clínicos, los científicos plantean demostrar una mayor efectividad de la cronoterapia personalizada. Para eso, la terapia se adaptará a los ritmos circadianos del paciente. Cuando se conoce la ventana de tiempo con la máxima eficacia del fármaco, se puede optimizar el efecto del tratamiento y, al mismo tiempo, se pueden minimizar el riesgo de efectos secundarios.
Créditos imágen: ©Kramer/Charité