Un equipo dirigido por la Universidad de Exeter ha realizado un meta-análisis, utilizando una nueva base de datos de estudios publicados, para mostrar que la exposición a la luz artificial durante la noche induce fuertes respuestas para las medidas fisiológicas, las pautas de actividad diaria y los rasgos de la historia de la vida en animales y plantas.
El equipo encontró respuestas particularmente en lo que respecta a los niveles hormonales , el inicio de la actividad diaria en las especies diurnas y los rasgos del ciclo vital, como el número de crías, la depredación, la cognición y la búsqueda de mareas (en las tortugas). El estudio muestra que los niveles de melatonina se redujeron por la exposición a la luz artificial durante la noche en todas las especies de animales estudiadas. Los resultados fueron publicados recientemente en “Nature”
“Muchos estudios han examinado el impacto de la iluminación artificial nocturna en especies o comunidades de especies particulares. Nuestra investigación reúne esos estudios, encontrando que esos efectos son muy diversos y están muy extendidos. Se observan respuestas particularmente fuertes en los niveles hormonales, el tiempo de la actividad diaria en las especies diurnas, y rasgos de la ‘historia de la vida’ como el número de crías. Contrariamente a lo que la gente puede imaginar, de qué se trata de niveles de iluminación muy elevados, estamos viendo muchas respuestas a niveles bastante bajos de luz artificial”, explica el profesor Kevin Gaston, del del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad en el Campus Penryn de Exeter en Cornwall.
Se prevé que la luz artificial en la noche constituirá una importante presión antropogénica sobre los sistemas biológicos naturales ya que estos están organizados principalmente por la luz, y en particular por los ciclos diarios y estacionales de la luz y oscuridad. Estudios anteriores han demostrado que la iluminación nocturna tiene impactos de gran alcance, desde la reducción de la polinización por insectos hasta la brotación de árboles más temprano en la primavera. En este meta-análisis los investigadores han querido construir una comprensión cuantitativa de los impactos biológicos de la iluminación artificial en la noche en una variedad de respuestas de los organismos y las comunidades ecológicas.
Después de una búsqueda sistemática, los investigadores identificaron 126 publicaciones de la literatura revisada por pares que probaban los impactos de iluminación artificial en la noche en los organismos. Cada medida individual se asignó a una de las cinco categorías principales de respuesta: fisiología del organismo, fenología estacional, rasgos de la historia de la vida, patrones de actividad diaria y población/comunidad. Todo el conjunto de datos abarcaba una amplia gama de mediciones diferentes para cada una de las cinco categorías y de diferentes organismos y hábitats de estudio, e incluía estudios de campo y de laboratorio.
Los resultados obtenidos pueden tener importantes repercusiones para mitigar los efectos de la contaminación lumínica en el medio ambiente natural. En primer lugar, subrayan lo extendidos que están estos efectos, incluso en las especies diurnas, y la “necesidad de tomar medidas de forma general y no solo en lugares y momentos que afecten a determinadas especies”. En segundo lugar, destacan el reto de formular recomendaciones para regular las intensidades máximas de determinados tipos de iluminación, dado que los impactos biológicos de la contaminación lumínica se producen en una amplia gama de intensidades, incluidos los niveles de iluminación muy bajos. Finalmente, se muestra como la luz artificial en la noche cambia especialmente la fisiología y el comportamiento de los organismos al afectar a los niveles hormonales, el inicio de la actividad diaria, la alimentación y la fototaxis, pero típicamente con un impacto menos fuerte en respuestas particulares de la comunidad, como la abundancia y la riqueza de especies; esto sugiere que el impacto en la estructura y la diversidad de la comunidad podría ser menos claro y depende de los impactos en los actores clave.
“Tanto el cambio climático como la iluminación nocturna son impulsados por el hombre y perturban enormemente el mundo natural. Históricamente, no nos hemos preocupado realmente por el impacto de la iluminación nocturna, sólo ahora estamos descubriendo sus efectos de gran alcance. Nuestro estudio muestra que, por principio, sólo deberíamos usar la iluminación nocturna donde la necesitemos y no más, y en las intensidades que necesitemos y no más. Obviamente sería ridículo decir ‘apagar las luces del mundo’, pero podríamos reducir nuestro uso de la luz enormemente sin ningún impacto en nosotros mismos”, concluye Gastón.