La relación entre iluminación y salud cardiovascular ha pasado, en pocos años, de hipótesis plausible a un cuerpo de evidencia. Un reciente estudio de cohorte, publicado en 2025 y basado en 88.905 adultos del UK Biobank, analizó más de 13 millones de horas de exposición personal a la luz y 9,5 años de seguimiento clínico.
Los resultados parecen contundentes: las personas expuestas a noches más brillantes presentaron un riesgo significativamente mayor de padecer enfermedades coronarias, infartos, insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular e ictus, incluso tras ajustar por factores como la actividad física, la alimentación, el sueño, el nivel socioeconómico o la predisposición genética.

Un estudio de gran alcance
El estudio británico parece ser, hasta la fecha, el mayor análisis prospectivo sobre la relación entre exposición luminosa personal y riesgo cardiovascular. A diferencia de investigaciones previas que se basaban en mapas satelitales o cuestionarios subjetivos, este trabajo utilizó sensores de muñeca Axivity AX3, que registraron luz en tiempo real durante una semana completa para cada participante.
Los investigadores agruparon los datos en perfiles de 24 horas, identificando claramente dos franjas de interés:
- Luz diurna (07:30–20:30 h)
- Luz nocturna (00:30–06:00 h)
Cada participante fue clasificado según su nivel de exposición en cuatro percentiles: del 0–50 (noches oscuras) al 91–100 (noches más brillantes). Posteriormente, los registros de salud del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) permitieron vincular estos perfiles lumínicos con la incidencia de cinco grandes enfermedades cardiovasculares: enfermedad coronaria, infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular e ictus.

Durante un seguimiento medio de 7,9 años, los investigadores aplicaron modelos estadísticos de Cox ajustando por edad, sexo, etnia, nivel educativo, ingresos, estilo de vida, fotoperiodo, actividad física, dieta, sueño y hasta riesgo genético poligénico para cada patología.
El resultado: una evidencia estadísticamente significativa de que cuanta más luz recibimos durante la noche, mayor es el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
Resultados obtenidos
Los resultados obtenidos son coherentes con investigaciones previas que habían detectado una relación entre la luminosidad ambiental nocturna exterior y la aparición de patologías cardiacas. En este caso, las personas expuestas a las noches más brillantes (percentiles 91–100) presentaron entre un 23 % y un 32 % más de riesgo de enfermedad coronaria, y entre un 45 % y un 56 % más de riesgo de infarto de miocardio, en comparación con aquellas que vivían en entornos nocturnos más oscuros (percentiles 0–50).
Estos valores son superiores a los detectados en estudios anteriores basados en imágenes satelitales, que habían encontrado incrementos del 7 % al 23 % para enfermedad coronaria y del 26 % al 43 % para ictus entre los entornos más iluminados. Además, este trabajo identifica por primera vez una asociación significativa entre la luz nocturna y el riesgo de insuficiencia cardiaca y fibrilación auricular, con aumentos del 45–56 % y del 28–32 %, respectivamente, lo que amplía sustancialmente el campo de conocimiento previo.

El estudio también detectó diferencias por sexo y edad. Las mujeres mostraron una mayor susceptibilidad a los efectos de la luz nocturna, con incrementos más marcados del riesgo de insuficiencia cardiaca y enfermedad coronaria. Este patrón coincide con estudios previos que señalan una mayor sensibilidad circadiana a la luz en mujeres y un mayor impacto del trabajo nocturno sobre su salud cardiaca en comparación con los hombres.
Por otro lado, los individuos más jóvenes presentaron una asociación más fuerte entre la exposición a la luz nocturna y el riesgo de fibrilación auricular e insuficiencia cardiaca, posiblemente debido a que la sensibilidad circadiana a la luz disminuye con la edad.
Finalmente, aunque la exposición a la luz nocturna podría actuar como un indicador indirecto del tiempo de sueño, los análisis mostraron que los riesgos más altos de enfermedad coronaria, infarto, insuficiencia cardiaca y fibrilación auricular eran independientes de la duración o la eficiencia del sueño.
Si bien ajustar por “sueño corto” redujo parcialmente la fuerza de las asociaciones, los resultados permanecieron estadísticamente significativos, lo que sugiere que la luz afecta a la salud cardiovascular más allá del impacto del descanso insuficiente. Esta conclusión coincide con experimentos que han demostrado efectos fisiológicos de la luz independientes del sueño, como la alteración de la secreción de péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), una hormona clave en la regulación del metabolismo y la función vascular.

Cómo la luz altera la fisiología cardíaca
El mecanismo fisiológico que podría explicar estos resultados se basa en la disrupción de los ritmos circadianos provocada por la exposición lumínica nocturna, que altera diversos procesos metabólicos y cardiovasculares.
En primer lugar, se ha demostrado que la alteración del ritmo circadiano deteriora la tolerancia a la glucosa y favorece el desarrollo de diabetes tipo 2, un factor clave para la aterosclerosis y la disfunción endotelial.
En segundo lugar, esta desincronización puede inducir estados de hipercoagulabilidad, aumentando el riesgo de fenómenos tromboembólicos e isquémicos, especialmente en personas con enfermedad ateroesclerótica o fibrilación auricular.

En tercer lugar, el desajuste circadiano se asocia a un incremento sostenido de la presión arterial media de 24 horas, lo que contribuye a la lesión vascular endotelial y a la hipertrofia miocárdica.
Finalmente, la descoordinación entre el reloj central del cerebro y los relojes periféricos del tejido cardiaco puede alterar la señal eléctrica del nodo sinoauricular y del nodo auriculoventricular, facilitando la aparición de arritmias.
En conjunto, estos mecanismos ofrecen una explicación biológicamente plausible a la asociación observada entre mayor exposición nocturna a la luz y mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
Limitaciones del estudio
Hasta donde se conoce, este es el mayor estudio realizado hasta la fecha que analiza de forma prospectiva la relación entre la exposición personal a la luz y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. No obstante, los autores reconocen diversas limitaciones que deben tenerse en cuenta a la hora de interpretar los resultados.
En primer lugar, la cohorte del UK Biobank está compuesta mayoritariamente por personas de etnia blanca (97%), con niveles educativos e ingresos superiores a la media y una proporción mayor de mujeres (57%), lo que puede restringir la generalización de los resultados a poblaciones más diversas.
En segundo lugar, la medición de luz se limitó a una sola semana por participante, lo que impide capturar variaciones estacionales o comportamentales a largo plazo, aunque los datos mostraron buena consistencia intraindividual en submuestras con mediciones repetidas.

Tampoco se disponía de información sobre las fuentes concretas de luz (alumbrado exterior, pantallas electrónicas, luminarias domésticas), por lo que no fue posible evaluar la influencia de cada tipo de exposición ni ajustar por factores conductuales asociados.
Además, algunas de las variables de control —como actividad física o sueño— podrían formar parte de la cadena causal que conecta la luz nocturna con el riesgo cardiovascular, y otras se recogieron años antes del registro lumínico, pudiendo haber cambiado con el tiempo. Finalmente, al tratarse de un estudio observacional, los resultados describen asociaciones, pero no demuestran causalidad directa.
Aun con estas limitaciones, la magnitud del estudio y la consistencia de sus resultados respaldan la necesidad de nuevas investigaciones longitudinales y ensayos de intervención basados en principios circadianos, que evalúen si reducir la exposición a la luz artificial nocturna puede contribuir a prevenir enfermedades cardiovasculares y mejorar la salud global de la población.
Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2840489
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Fuente de imágenes: Freepik-Unsplash*. *Imágenes procedentes de bancos de recursos gráficos que no pertenecen a la investigación |

