El poder de la luz natural ha sido reconocido desde tiempos inmemorables por sus amplios beneficios en la salud y el bienestar humano. Pero más allá de iluminar nuestros días y definir nuestros ritmos biológicos, recientes investigaciones sugieren que la luz natural podría ser una herramienta poderosa en la batalla contra uno de los mayores desafíos de salud de nuestra era: la diabetes tipo 2.
La vida moderna ha desplazado a muchas personas a interiores iluminados por luz artificial durante la mayor parte del día, una situación que puede tener consecuencias para nuestra salud metabólica. Según Ivo Habets, de la Universidad de Maastricht en los Países Bajos, este desajuste entre nuestro reloj circadiano interno y las demandas de una sociedad activa las 24 horas se ha relacionado con un aumento en la incidencia de enfermedades metabólicas y en concreto con la diabetes tipo 2.
Para investigar el alcance del problema, Habets y sus colegas en los Países Bajos y Suiza llevaron a cabo una serie de pruebas metabólicas en un grupo de personas con diabetes tipo 2, las cuales estuvieron expuestas a la luz natural y a luz artificial para comparar los resultados. Estos 13 individuos, cuya edad promedio era de 70 años, permanecieron en instalaciones de investigación donde su exposición a las condiciones de luz, sus comidas y patrones de actividad estuvieron estrictamente controlados.
En concreto, los individuos estuvieron expuestos a dos condiciones de iluminación durante el horario de oficina (8 a.m. a 5 p.m.) de una manera cruzada aleatoria: luz natural de las ventanas e iluminación LED artificial. Hubo un intervalo de al menos cuatro semanas entre las dos intervenciones, cada una de las cuales duró 4,5 días. Durante la intervención natural de la luz del día, la intensidad de la luz solía ser más alta a las 12:30 p.m., con una lectura promedio de 2453 lux. La luz artificial era de 300 lux constantes.
Asimismo, las noches se pasaban con poca luz (menos de 5 lux) y el período de sueño (de 11 p.m. a 7 a.m.) en la oscuridad. A los participantes se les proporcionaron comidas estandarizadas, lo que significa que comieron la misma comida en ambas intervenciones. Los niveles de azúcar en sangre se registraron continuamente mediante monitores que se llevaban en la parte superior del brazo y se realizaron una serie de otras pruebas en el último día y medio de cada intervención.
Los resultados obtenidos, presentados recientemente en la reunión anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) en Hamburgo, mostraron que durante la intervención de luz natural, los niveles de glucosa en sangre permanecían en el rango normal durante más tiempo en comparación con la intervención de luz artificial (59% vs. 51% de los días). Además, se observó que el cociente de intercambio respiratorio era más bajo durante la intervención de luz natural, lo que indica una transición más fácil del cuerpo al utilizar grasas en lugar de carbohidratos como fuente de energía cuando se está expuesto a la luz del día.
Un aspecto particularmente intrigante fue el comportamiento de ciertos genes, como Per1 y Cry1, que están involucrados en la regulación de nuestros ritmos circadianos. Estos genes mostraron mayor actividad en presencia de luz natural en comparación con la artificial.
Aunque el gasto de energía en reposo y la temperatura corporal central mostraron patrones similares en ambas condiciones de luz, Habets destacó que los niveles de insulina en suero y otros indicadores metabólicos mostraron diferencias significativas entre las dos condiciones.
¿Qué significa todo esto para la persona promedio? Habets sugiere que el tipo de luz al que estamos expuestos influye en nuestro metabolismo. Aquellos que pasan la mayoría de su tiempo en interiores, bajo luz artificial, podrían estar afectando negativamente su metabolismo y su capacidad para manejar o prevenir la diabetes tipo 2.
A pesar de estos hallazgos prometedores, es crucial comprender que se necesita más investigación para determinar la magnitud exacta de los efectos de la luz artificial en el metabolismo y cuánto tiempo al aire libre es necesario para compensar esos posibles efectos negativos.
Por ahora, la recomendación práctica podría ser buscar formas de aumentar la exposición diaria a la luz natural, ya sea tomando descansos al aire libre, trabajando cerca de ventanas o simplemente asegurándose de salir y disfrutar del sol cuando sea posible. Porque, como muestra este estudio, la luz natural puede tener aún más beneficios para nuestra salud de lo que imaginábamos.
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