El arquitecto italiano Maurizio Lai diseña las salas del Sushi Club de Cesano Maderno, Milán, como un verdadero escenario escenográfico en el que ofrecer una experiencia gastronómica renovada. Un espacio inmersivo, caracterizado por colores oscuros, líneas de luz y una atmósfera teatral, con un hábil uso de la cerámica para enfatizar el proyecto de iluminación. Investigación, interiorismo y diseño para repensar los cánones expresivos de la restauración asiática.
El proyecto se distribuye en un gran espacio de dos plantas y se caracteriza por una gran instalación de luz central, acompañada por geometrías ligeras que crean un efecto de profundidad y dinamismo. A la cerámica se le confía un papel central, no sólo en términos de composición y eficacia de actuación, sino también por el hábil uso de maxi-formatos con efecto madera y hormigón.
El proyecto Sushi Club fue premiado en la novena edición de «La Cerámica e il Progetto» en la categoría Comercial. El premio promovido por Confindustria Cerámica – asociación de la industria italiana – selecciona los proyectos arquitectónicos que se han distinguido por su creatividad y maestría en el uso de los revestimientos cerámicos italianos.
Sushi Club: un nuevo concepto para restaurantes
El diseño pensado no solo como una experiencia, un generador de formas y atmósferas, sino también como una herramienta que contribuye a la creación de una marca reconocible. Este es el proyecto Sushi Club, que nace del encuentro entre un joven emprendedor gastronómico y la capacidad de Maurizio Lai para dar una nueva forma a un tipo de consumo social, en busca de un lugar y un intérprete.
Ahora en su quinta expresión – cada una ubicada en el norte de Italia – la constelación de Sushi Club ha cambiado el concepto mismo de experiencia gastronómica asiática, insertándolo en un contexto estético y formal completamente nuevo. Este es un caso ejemplar en la fabricación de experiencias de «lujo accesible», a través de la originalidad exclusiva del entorno construido y sus atmósferas.
Una propuesta audaz que ha cambiado el panorama de la restauración asiática en provincia y más allá, llevando a todo un sector a perseguir nuevos estándares expresivos a través de la investigación, la arquitectura de interiores y el diseño.
El proyecto de interiores
Maurizio Lai concibió los espacios del Sushi Club de Cesano Maderno como un verdadero telón de fondo escenográfico, optando por un lenguaje compositivo que se resuelve en los diálogos materiales, en el diseño de los volúmenes, en la iluminación difusa que culmina en la gran instalación de luz central.
El restaurante se distribuye en un área de aproximadamente 1000 metros cuadrados, distribuidos en dos niveles. Los interiores se caracterizan por una continuidad cromática que favorece los tonos cálidos y oscuros, en contraste con el uso escénico de la luz. En las superficies verticales, las inserciones luminosas definen una métrica precisa, aumentada por las instalaciones del techo y amplificada aún más por los espejos de la pared de la sala principal. La dicotomía oscuridad / luz se resuelve en ambientes elegantes, acogedores y refinados.
En la planta baja, una distribución flexible del mobiliario deja espacio para diferentes composiciones, mientras que en la planta superior los grandes ventanales panorámicos ayudan a hacer el ambiente aún más sugerente. El diálogo entre materiales y luz acompaña a todos los ambientes, incluidas las escaleras y pasillos, donde se mantiene la misma atmósfera inmersiva que reina en el resto de las estancias.
En las creaciones de Lai, el mobiliario, los cuerpos luminosos y las escenografías de las instalaciones están diseñados por el arquitecto y realizados artesanalmente: cada detalle se convierte en un elemento fundamental del conjunto, en un juego de referencias, equilibrios, oposiciones y contrastes.
Las instalaciones luminosas
El espacio ve la presencia constante de signos luminosos ortogonales, que acompañan al huésped desde la entrada: desde aquí se avanza hacia las habitaciones en una atmósfera teatral definida por finas líneas luminosas integradas en las paredes. En el centro del espacio una instalación insertada en el vacío creado entre los dos niveles se convierte en protagonista de las estancias: la escultura casi de altura completa, realizada con lamas de vidrio extraligeras retroiluminadas, es abrazada por espejos que amplifican la percepción en todas direcciones.
Fotografías: Andrea Martiradonna