La influencia de las alteraciones del sueño en la gravedad de los síntomas de los trastornos de estrés postraumático (TEPT) está bien establecida. Las personas que buscan tratamiento para aliviar los síntomas del TEPT, a menudo se enfrentan a un círculo vicioso en el que un sueño deficiente interfiere en la eficacia de los tratamientos, anulando cualquier disminución de los síntomas, lo que a su vez contribuye a las interrupciones del sueño.
Para reducir y eliminar el impacto emocional de los recuerdos traumáticos, el paciente necesita tener un sueño de calidad para integrar los mecanismos de curación conseguidos mediante los tratamientos cognitivos y o de terapias de exposición.
Un nuevo estudio realizado por investigadores del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona-Tucson, y publicado recientemente en Frontiers in Behavioral Neuroscience, ha comprobado que las personas con trastornos de estrés postraumático experimentaron un mejor sueño, una reducción de la gravedad de los síntomas y tratamientos más eficaces tras una exposición a una terapia de luz azul.
“Esta investigación es emocionante y única porque apunta a un método fácil de usar para ayudar a los enfermos de TEPT a retener los beneficios de la terapia mucho después de que el tratamiento termine. El tratamiento con luz azul matutino mejora el sueño, la gravedad de los síntomas y la retención de la memoria de extinción del miedo en el trastorno de estrés postraumático”, explica el profesor de psiquiatría William «Scott» Killgore, director del Laboratorio de Neurociencia Social, Cognitiva y Afectiva (SCAN) y autor principal del trabajo.
Luz azul para la mejora de los tratamientos TEPT
El Dr. Killgore y el equipo de SCAN Lab realizaron una evaluación exhaustiva de la exposición diaria a la luz azul por la mañana en personas con niveles clínicamente significativos de trastornos de estrés postraumático. El objetivo era determinar si la terapia con luz azul ayudaría a mejorar el sueño y los síntomas del trastorno y a mantener los recuerdos de extinción del miedo aprendido, un análogo del tratamiento terapéutico para el trauma.
Los participantes en el estudio se comprometieron a someterse a 30 minutos diarios de exposición a la luz por la mañana durante seis semanas; la mitad de los participantes utilizaron luz de longitud de onda azul y la otra mitad, luz ámbar.
Se proporcionó a los participantes un dispositivo de terapia de luz Azul o Ámbar, ambos con el mismo diseño, con la excepción de la longitud de onda de los LED. Cada dispositivo contaba con una material de 10×6 diodos emisores de luz. Para la condición de luz azul activa, el dispositivo tiene un ancho de banda de 469 nm, a 214 luz y con una irradiancia del panel de 0,11 mW/cm2 a 80 cm. Por su parte el dispositivo Ámbar fue diseñado para ser idéntico al anterior, con la excepción de que los LED emitían luz ámbar alcanzando los 578 nm, a 188 Lux, y irradiancia del panel (mW/cm2) = 0,04 a 80 cm.
Se indicó a los participantes que usaran el dispositivo de luz todas las mañanas de forma continua durante 30 minutos, dentro de las 2 horas posteriores al despertar, a más tardar a las 11.00 a.m. Se instruyó a los participantes de colocar la caja de luz aproximadamente a la longitud del brazo (20-30 pulgadas de su cara) y un ligero ángulo (20-40), para que ambos lados de la cara estuvieran expuestos a la luz, así como se les animó a evitar mirar directamente los diodos de luz para evitar molestias visuales.
Los investigadores examinaron los cambios neurobiológicos, autonómicos y de comportamiento durante el estudio
Resultados
Los 43 participantes que recibieron la terapia de luz azul no sólo demostraron mejoras significativas en la gravedad de sus síntomas de TEPT, sino que también informaron de mejoras en el sueño y mostraron una mayor retención de los recuerdos de extinción del miedo. En comparación, los 39 participantes del estudio que recibieron luz ámbar no mostraron la misma retención de los recuerdos de extinción, sino que mostraron un retorno de los recuerdos de miedo originales.
“Aunque las limitaciones de la investigación incluyen su modesto tamaño de muestra y las dificultades para controlar el cumplimiento, las posibilidades de utilizar un tratamiento que es relativamente sencillo, libre de fármacos y barato pueden ofrecer esperanza a la gran población de personas que viven con los intensos desafíos del trastorno de estrés postraumático”, apunta el Dr. Killgore.
En general, el estudio demostraría la hipótesis que las mejoras en el sueño estarían correlacionadas linealmente con las mejoras en la gravedad de los síntomas del trastorno de estrés postraumático. Además, los hallazgos de la tarea de extinción del miedo apoyan la hipótesis global de que la terapia de luz azul mejora la reactividad autónoma y la función cerebral de una manera que ayuda a la extinción del miedo/memoria de seguridad, incluso durante períodos de tiempo más largos de lo que este tipo de paradigma se emplea normalmente. Esto es especialmente importante, ya que el aprendizaje de seguridad es fundamental para la recuperación y varios tratamientos prominentes basados en la evidencia para el trastorno de estrés postraumático se basan ampliamente en los principios de extinción del miedo.
Todo ello sugiere que las terapias de luz azul es una intervención no farmacológica realmente prometedora que potencialmente pueden facilitar la retención de las ganancias de tratamiento de las terapias basadas en la exposición al restablecer el reloj circadiano y mejorar el sueño de una manera que promueva la consolidación de la memoria de extinción.
“Los datos son emocionantes. Esta intervención no farmacológica es una prometedora posibilidad de cambiar y salvar la vida de las personas que sufren TEPT”, dijo el doctor Jordan Karp, profesor y presidente del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Tucson.
Créditos imagen de portada: The University Of Arizona Health Sciences