En los últimos años, hemos visto cómo la investigación sobre los efectos de la luz en la salud humana ha dado un salto cualitativo, especialmente en lo referente a la modulación de los ritmos circadianos y su influencia sobre el sueño, el estado de ánimo y la fatiga. Sin embargo, un campo aún incipiente pero con un enorme potencial es el de la aplicación de la iluminación en el tratamiento de personas que han sufrido una lesión cerebral traumática (TBI, por sus siglas en inglés).
Una revisión sistemática realizada por investigadores de la Universidad de Sidney ha abordado precisamente este asunto: la eficacia de la exposición matinal a luz azul de onda corta (465–480 nm) o a luz blanca brillante enriquecida en azul, en la mejora de los síntomas neurofisiológicos y psicológicos asociados a esta patología.

Un trastorno multisistémico con secuelas duraderas
El traumatismo craneoencefálico es una causa frecuente de discapacidad adquirida a escala global. Aunque las formas graves pueden dejar secuelas permanentes o requerir cuidados prolongados, la mayoría de los casos —entre el 70 % y el 90 %— son considerados “leves” (mTBI). Esta etiqueta, sin embargo, no debe minimizar su impacto: más de la mitad de los pacientes con mTBI reportan fatiga persistente, alteraciones del sueño, dificultad para concentrarse y trastornos afectivos que comprometen seriamente su funcionalidad cotidiana.
Entre las secuelas más comunes, los trastornos del sueño ocupan un lugar destacado. Cerca de un 36 % de los pacientes con traumatismos leves experimentan desajustes circadianos, y las alteraciones pueden extenderse durante años después de la lesión. Las causas son múltiples: desde el daño directo en estructuras como el tracto retinohipotalámico o el tronco encefálico, hasta la inflamación postraumática que afecta la regulación neuroendocrina. A ello se suman factores contextuales, como la reducción de la exposición a luz natural durante la recuperación, o la disrupción de rutinas que normalmente sincronizan el reloj biológico.

La luz como modulador circadiano
La retina alberga células ganglionares fotosensibles (ipRGCs) que contienen melanopsina, un fotopigmento sensible especialmente a la luz azul (longitudes de onda de 446–477 nm). Estas células envían señales al núcleo supraquiasmático (SCN) del hipotálamo, el “marcapasos” central del sistema circadiano, que regula la secreción de melatonina por parte de la glándula pineal y coordina los relojes periféricos del cuerpo.
Este mecanismo hace que la luz, especialmente la azul matinal, sea una herramienta eficaz para avanzar el ritmo circadiano, es decir, para inducir somnolencia más temprano por la noche y mejorar la vigilia y el rendimiento durante el día. En sujetos sanos, esta estrategia se ha utilizado para combatir el desfase horario, el trastorno afectivo estacional y los ritmos de sueño retardados. Es por ello que este nuevo estudio se ha propuesto investigar su posible aplicación terapéutica en lesiones cerebrales traumáticas.

Resultados de la revisión: siete estudios, 309 participantes, un patrón emergente
El estudio recopiló siete investigaciones que cumplían con criterios estrictos de inclusión: exposición matinal a luz azul o blanca enriquecida, en personas con TBI, con evaluación de variables como el sueño, el ritmo circadiano, la fatiga y el estado de ánimo. La heterogeneidad de los estudios impidió un metaanálisis cuantitativo, pero permitió extraer conclusiones relevantes.
La revisión revela que la exposición matinal a luz azul (465–480 nm) o luz blanca enriquecida en azul (440–480 nm) produce efectos beneficiosos en el sueño, el estado de ánimo y la fatiga en pacientes con traumatismo craneoencefálico, especialmente en los casos leves. En estos pacientes, se observaron avances en el ritmo circadiano (de 30 a 60 minutos), mejoría del ánimo, aumento o mantenimiento del tiempo total de sueño (TST) y reducción de la somnolencia. En los casos graves, aunque no se mejoró la calidad del sueño, sí se redujo la fatiga tras la exposición a luz azul o enriquecida.
Las diferencias de respuesta parecen estar relacionadas con la gravedad del daño cerebral, que en traumatismo severos podría limitar la eficacia del estímulo luminoso sobre los sistemas que regulan el sueño. Estudios de neuroimagen sugieren que la luz azul matinal podría promover la recuperación de la conectividad funcional entre el tálamo y regiones corticales, favoreciendo la atención y la alerta diurna.
No se observaron diferencias claras entre el uso de luz monocromática azul de baja intensidad y luz blanca enriquecida de mayor intensidad, salvo en la reducción de somnolencia. La mayoría de los estudios aplicaron sesiones de 30 minutos diarios, lo que parece eficaz, aunque aún no se ha definido una curva dosis‑respuesta.
A pesar de los resultados prometedores, la revisión subraya varias limitaciones metodológicas relevantes. La muestra de participantes fue muy heterogénea, con diferencias en edad, gravedad del traumatismo y tiempo transcurrido desde la lesión, que iba desde tres meses hasta más de cinco décadas. En muchos casos, no se realizaron pruebas de imagen para caracterizar el daño cerebral, lo que dificulta la comparación entre estudios. Además, ningún trabajo tuvo en cuenta el cronotipo de los pacientes —una variable clave que puede condicionar la respuesta a la luz— ni evaluó si la exposición coincidía adecuadamente con el ritmo biológico individual. Las intervenciones tampoco fueron completamente estandarizadas, con variaciones en la intensidad y longitud de onda de la luz empleada, y con escasas comparaciones directas entre espectros azul y blanco. Finalmente, la mayoría de los estudios no contempló un seguimiento a largo plazo, por lo que se desconoce si los efectos beneficiosos se mantienen tras finalizar la terapia o si sería necesario un tratamiento prolongado.
En conjunto, la fototerapia matinal con luz azul o blanca enriquecida representa una intervención prometedora para pacientes con lesión cerebral traumática, aunque aún se requieren ensayos controlados rigurosos para establecer su eficacia y aplicación clínica.

Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://www.mdpi.com/2624-5175/6/2/18
| Fuente de imágenes: Freepik*.
*Imágenes procedente de bancos de recursos gráficos que no pertenece a la investigación |

