Las naciones centroamericanas se han planteado un conjunto de metas para cambiar sus matrices energéticas mediante medidas que contemplan el desarrollo, pero no a cualquier precio, sino atendiendo el impacto social y ambiental. Algunos de los desafíos del istmo incluyen hacer un uso racional y eficiente de la energía, facilitar su acceso a los sectores más vulnerables, aumentar la participación de las fuentes renovables en el mix, producir biocombustible para el sector del transporte y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a este sector.
Foto Portada Central Hidroeléctrica de Chixoi, Guatemala.
Centroamérica es rica en recursos hídricos, tanto que cerca del 40% de la matriz de energía primaria de los países de la región proviene de fuentes hidroeléctricas, a pesar de que es y sigue siendo la causa de masivos desplazamientos de personas, muchas veces con violencia, ya que se han favorecido los mega-proyectos de represas, quedando en segundo plano los pequeños emprendimientos que causan menor impacto social y ambiental.
Las energías renovables de mayor desarrollo
La energía eólica está experimentando un interesante avance. Hasta el año 2010, Costa Rica era el único país de la región con capacidad instalada para producirla. En los últimos años han entrado en operación los primeros parques eólicos en Nicaragua, Honduras y Guatemala.
Cuatro de los seis países de la región desarrollan energía geotérmica, siendo El Salvador un caso destacable, país en el cual según su Ministerio de Economía, esta fuente representa el 20% de la producción de energía eléctrica.
La mayoría de los países de la región producen ellos mismos la mayor parte de su energía primaria siendo Panamá la excepción pues la mayor parte de la energía primaria se importa. El uso de leña es todavía muy importante.
Centroamérica no dispone de producción energética en base a combustibles destinados a centrales nucleares, de gas natural, de carbón mineral ni de petróleo, excepto Guatemala que produce el equivalente al 17% de su energía primaria en base a este último recurso. A pesar de que todos los países realizan pequeñas exportaciones de energía secundaria, la mayor parte la importan en lugar de producirla. En este caso, la excepción es Nicaragua donde predomina principalmente la producción local y El Salvador donde también prevalece la producción local aunque no en un elevado porcentaje. Este comportamiento se debe a la importación con un peso cada vez más fuerte de productos derivados de petróleo.
Debido a la dependencia derivada de las importaciones de combustibles fósiles, algunos de los países centroamericanos se han visto negativamente afectados por la fluctuación de los precios internacionales, una partida que les llega a consumir más del 12% de su Producto Bruto Interno.
Escenarios de crecimiento de la generación y demanda de energía en Centroamérica al año 2020
De acuerdo con un estudio que estima la producción y consumo de las diferentes fuentes de energía para el año 2020 en los diferentes países a partir de datos elaborados por OLADE, Organización Latinoamericana de Energía, es interesante observar que la leña seguirá siendo la fuente de producción más importante de la región, en particular en Nicaragua y Guatemala, seguido por Honduras y El Salvador. Esta situación sin embargo es diferente en Costa Rica y Panamá donde predomina la hidroelectricidad. Algo similar puede observarse con las tendencias de consumo, donde la biomasa sigue siendo la principal fuente de consumo en Nicaragua y Guatemala, menos importante en Honduras y El Salvador y muy poco importante en Costa Rica y Panamá.
La leña ha sido tradicionalmente el combustible más importante desde Guatemala hasta Nicaragua, debido en gran parte a la naturaleza rural de los diferentes países. Esta importancia ha ido disminuyendo a medida que los niveles de urbanización e industrialización han aumentado aunque sigue jugando un papel muy importante en la región, sobre todo como fuente de combustible de los sectores rurales y urbanos de escasos recursos económicos. El consumo de leña casi nunca ha despertado el interés de los gobiernos de la región, por ser una actividad de poco movimiento económico es decir de poca generación de riqueza privada, lo que ha hecho que la actividad se vuelva insostenible.
En cuanto a las energías secundarias, la producción está dominada por las fuentes de origen fósil importadas y en algunos casos, cuando las fuentes son producidas localmente, también se utiliza el petróleo importado. Esto genera una fuerte dependencia económica y política de la región y un serio impacto social y económico en la población, sobre todo en los últimos años con el alza de los precios del petróleo. Esto también ha motivado a los diferentes gobiernos y sectores empresariales a buscar alternativas como la producción de agro combustibles para sustituir o mezclar con el diésel y la gasolina. La tendencia regional de incrementar las importaciones de carbón mineral para generar electricidad se ve también con igual preocupación.
El aprovechamiento de los recursos hídricos para la generación de energía sigue siendo una alternativa. No obstante, existe una tendencia generalizada de oposición social ante su crecimiento por las condiciones en que se han desarrollado varios mega-proyectos. En paralelo, se fomenta la asociatividad en la región de cara a la implementación de energías renovables.
Una de las regiones más vulnerables al cambio climático
La producción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), de Centroamérica no alcanza ni el 0,5% de las existentes a nivel global. Sin embargo la región es señalada como el “punto caliente” más vulnerable al cambio climático entre las regiones tropicales del mundo. Tan solo Guatemala y Honduras son responsables del 76% de las emisiones de GEI en el istmo, principalmente como consecuencia de cambios en el uso del suelo y la quema de hidrocarburos y leña.
Las estrategias de desarrollo económico y social de la región implican la asignación de grandes sumas de dinero en energías no sostenibles en lugar de utilizar estos recursos para resolver los problemas urgentes como la pobreza, la exclusión social, la marginación o la degradación del medio ambiente. En estas circunstancias, las fuentes renovables de energía son cada vez más valoradas a medida que la tecnología avanza y las hace mas eficaces y a medida que se hacen notar los efectos del cambio climático.
El sector energético es sin duda una de las actividades que sobresalen, tanto por su importancia económica y social como por su vulnerabilidad ante el cambio climático. Por lo tanto los retos en energía apuntan hacia dos grandes líneas de acción: reducir las emisiones de GEI en un marco de alta dependencia de hidrocarburos y resolver los problemas que puedan presentarse en la disponibilidad y manejo del agua para la generación futura de energía eléctrica.
Referencias bibliográficas
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- British Embassy, Guatemala, 2012. Investment Opportunities in the Renewable Energy Sector in Central America. Final Report, March 2012.
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- OLADE, 2010. Avances en la eficiencia energética en región. Panamá, Mayo 2010.
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- BID califica como exitoso al Sistema de Interconexión Eléctrica para A. Central, América Economía, 26/06/2013
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