Siemens participa en el proyecto de investigación “Sistemas colaborativos integrados” (CrESt), apoyado por el Ministerio de Educación e Investigación del Gobierno Federal Alemán y por un consorcio que cuenta con 12 organizaciones de investigación, entre las que se encuentran la Universidad Técnica de Múnich, Siemens, Bosch, y FEV – expertos en tecnología de vehículos-. Se trata de un plan de desarrollo tecnológico que tiene como objetivo conseguir un futuro donde las máquinas puedan reaccionar de forma flexible a su entorno y cooperar con él a través de sistemas colaborativos integrados. Este es, sin duda, uno de los principales retos de la industria y del sector de suministro eléctrico.
Informáticos y expertos en ingeniería mecánica han estado mucho tiempo trabajando en la posibilidad de que las que las fábricas no sólo se digitalicen y automaticen sus procesos, sino que también sean capaces de actuar de forma flexible. Para conseguirlo, el plan de investigación de CrESt pretende conseguir que las instalaciones de producción cuenten con procesadores integrados, conocidos como sistemas integrados, habilitados para reaccionar de forma inteligente ante cambios imprevistos, sin perturbar el proceso de producción.
El potencial de esta tecnología es muy amplio. Si bien, más del 90% de los procesadores actuales ya funcionan como sistemas integrados en varias máquinas y piezas de equipamiento, que abarcan desde fábricas a cámaras, vehículos de equipamiento médico o redes de telecomunicaciones. Esto, por tanto, no solo afecta a la industria y las fábricas sino a muchos otros sectores. Y es que el proyecto investiga desde 2017 las distintas aplicaciones de los sistemas integrados tanto en el transporte como en fábricas o en generación de energía con el objetivo de activar estos sistemas y, con la ayuda de simuladores, probar su capacidad de adaptación de forma inteligente y rápida a las nuevas situaciones.
El camino hacia la autonomía
“Con la ayuda de innovadores sistemas de arquitectura, creamos las bases para futuros sistemas integrados, que puedan reaccionar de forma más flexible. Lo que sería el camino hacia la autonomía” dice Lothar Borrmann, experto informático de Siemens y portavoz de industria del comité directivo de CrESt. “El principal objetivo para las fábricas es que las máquinas sean capaces de actuar de forma más autónoma cuando reciban un nuevo pedido de producción, falle un componente o se integren nuevas máquinas en el sistema”, añade.
Los sistemas integrados en las fábricas deben aprender a lidiar con condiciones variables. Esto significa que no solo deben saber cuáles son sus propios objetivos, sino también estar atentos a su entorno y a las acciones de otras máquinas. Además de poder conectarse entre ellas. Por ejemplo, con la aplicación de los sistemas colaborativos integrados, los vehículos autónomos en carretera podrían conectarse con otros vehículos y, de esta forma, permitir un tráfico fluido en las ciudades. De hecho, este es otro de los casos que está siendo investigado por CrEst.
Este tipo de inteligencia en las máquinas también se ha aplicado a los robots móviles de la compañía berlinesa InSystems Automation. Con esta tecnología, los robots han sido transferidos a una fábrica y permiten un flujo flexible de materiales entre almacenes, máquinas, puestos de trabajo y envíos. Y todo bajo un estricto nivel de seguridad. “Por supuesto, siempre estamos pensando en la seguridad de los procesos, porque tenemos que garantizar que la creciente autonomía de las máquinas y la adaptación constante no den lugar a ningún riesgo”, dice el informático Birthe Böhm, de Siemens Corporate Technology que trabaja en CrESt.
Un hito para las redes inteligentes
Siemens contribuye también a la seguridad en el suministro energético dentro del Proyecto CrESt. No podemos olvidar que el futuro suministro de energía dependerá cada vez menos de las centrales eléctricas y cada vez más de una red de fuentes de energía renovables como la eólica y la solar. Pero para conseguir esta transición, se requiere de redes eléctricas que puedan reaccionar de forma flexible a la demanda energética y que los consumidores puedan orientarse de manera inteligente a la oferta disponible. Por ejemplo, en el caso de contar con un excedente de suministro, la energía sobrante debería poder fluir automáticamente a los sistemas de almacenamiento o las baterías de los vehículos eléctricos, para aprovecharla más adelante y así reducir la carga en la red. “Esto solo funcionará cuando tanto en una fábrica como en el sistema de transporte cuenten con sistemas integrados capaces de colaborar unos con otros. Y es precisamente la arquitectura de este tipo de sistemas lo que ya estamos desarrollando en CrESt y las que nos ayudará a lograr este objetivo», concluye Böhm.