Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han redactado un informe que recopila la información científica disponible sobre cómo se emite y se transmite por el aire el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, y sobre qué requisitos ha de tener una mascarilla o media máscara para ser efectiva.
El informe ha sido redactado por María Cruz Minguillón, investigadora del Grupo de Geoquímica Ambiental e Investigación Atmosférica (EGAR), del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), con la colaboración de otros investigadores del equipo como Xavier Querol, Andrés Alastuey, Natalia Moreno, Cristina Reche, Carla Ribalta, Mar Viana, Teresa Moreno, directora del IDAEA-CSIC, y José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado-Boulder.
El SARS-CoV-2, de un tamaño de unos 100 nanómetros, no viaja solo, sino que lo hace formando parte de partículas de diversos tamaños (que también contienen sales y proteínas presentes en las mucosas del sistema respiratorio humano).
Los estudios muestran que los tamaños de partículas generadas por los humanos al respirar, vocalizar y toser son similares, y estas partículas y gotas, una vez emitidas, varían su tamaño haciéndose más pequeñas al evaporarse el agua que contienen. En un lugar con personas infectadas por SARS-CoV-2, estas emitirán gotas y aerosoles que contienen virus al hablar, toser, estornudar o simplemente respirar. Las partículas más gruesas tienden a depositarse con más rapidez, mientras que las partículas más finas permanecen en suspensión durante horas o incluso días. El SARS-Cov-2 puede permanecer en activo mientras está formando parte de estas partículas en suspensión en el aire más de tres horas.
Por otra parte, la concentración de virus en el ambiente varía dependiendo de la localización. Un estudio realizado en Japón, basado en el seguimiento de contactos, ha concluido que el contagio es 19 veces más probable en espacios interiores que exteriores.
Alternativas factibles en situación de emergencia
La eficacia de los dispositivos de protección depende de tres factores: la eficiencia de filtración del material que compone el dispositivo; el ajuste del dispositivo a la fisionomía humana para evitar posibles fugas; y el objetivo mismo de la filtración, que puede ser el de filtrar la emisión de partículas de una persona enferma, o filtrar partículas del aire ambiente respirado por una persona sana.
En la situación actual de emergencia, existe material de protección homologado en Europa que cumple una normativa para las mascarillas quirúrgicas, reguladas por la norma EN 14683:2019, y equipos de protección individual (medias máscaras FFP2, FFP3), reguladas por la norma EN 149:2001, en la que se hace referencia a la norma EN 13274-7:2019 para evaluar la capacidad filtrante del material con que se produzcan.
Ante la incapacidad de fabricación de suficiente material homologado, los investigadores del IDAEA-CSIC han diseñado un sistema no homologado para determinar la capacidad de filtración de materiales que puedan ser candidatos para la fabricación de mascarillas o medias máscaras filtrantes. El informe redactado por los investigadores del IDAEA-CSIC, trata de compilar la información relevante a la hora de evaluar qué requisitos ha de tener una máscara o media máscara para ser efectiva, tanto para los dispositivos comerciales como artesanales.
Este sistema no pretende ser una alternativa a los protocolos de certificación ni una réplica de los sistemas normalizados, sino que se ha diseñado con base en los conocimientos científicos y técnicos sobre filtración de partículas y el SARS-CoV-2 y considerando la viabilidad de los medios de los que se dispone. Podría ser de utilidad tanto para la administración que toma las decisiones de qué tipo de mascarillas se van a probar y para los laboratorios que hacen el test normalizado.
La información completa y detallada está disponible haciendo clic aquí.