Científicos de la Universidad de Tennessee están trabajando en la posibilidad de que las plantas de nuestras casas se conviertan en sistemas alarma y control de la salud del hogar. La idea es diseñar genéticamente plantas domésticas para que sirven como sutiles alarmas de que algo anda mal en nuestros entornos domésticos y de oficina.
Esta no es la primera vez que las plantas se han propuesto como biosensores. Los autores del estudio señalan que hasta la fecha se han diseñado varios fitodetectores ambientalmente relevantes mediante el uso de biotecnología. De hecho, lo que antes se conocía como ingeniería genética se ha convertido en un campo de estudio completo denominado “Biología Sintética”, encargada del diseño y construcción de nuevas entidades o sistemas biológicos.
La biología sintética es una herramienta valiosa para la producción agrícola, ya que permite a los agricultores cultivar plantas diseñadas para resistir la sequía o ciertas plagas. Neal Stewart, profesor de ciencias vegetales en el UT Herbert College of Agriculture, y autor principal del estudio, ha realizado múltiples investigaciones que involucran la ingeniería de plantas para reaccionar ante ciertas condiciones, como la presencia de demasiado o poco nitrógeno. Tales plantas “Brillan” cuando se ven con filtros diseñados específicamente. Una vez comercializada esta tecnología, puede permitir a los agricultores del futuro ajustar la gestión de sus cosechas en consecuencia.
Lo nuevo, y lo que lo autores discuten en el artículo publicado en la edición de julio de Science, es el concepto de aplicar la biología sintética a las plantas domésticas más allá de cuestiones estéticas, como floraciones más grandes o follajes más densos.
“Las plantas de interior están en todos nuestros hogares. A través de las herramientas de la biología sintética es posible para nosotros diseñar plantas de interior que puedan servir como elementos de diseño arquitectónico que satisfagan nuestros sentidos y funcionen como sensores tempranos de agentes ambientales que podrían dañar nuestra salud, como el moho, gas radón o altas concentraciones de compuestos orgánicos volátiles” explica Neil Stewart.
Los biosensores de las plantas podrían diseñarse para reaccionar con agentes dañinos de muchas maneras, como cambiar gradualmente el color de sus hojas o mediante el uso de la fluorescencia.
Los autores postulan que se necesitarían densas poblaciones de biosensores, por lo que los elementos de decoración interior como enredaderas podrían servir mejor como monitores ambientales a la vez que sirven a nuestra necesidad innata de conectarse con la naturaleza incluso cuando están en el interior.
“El diseño biológico se basa en nuestra conexión innata con la naturaleza, por lo que la integración de elementos biológicos dentro de interiores conlleva grandes implicaciones experienciales”, dice el también autor del estudio Rana Abudayyeh, “Desarrollar capacidades receptivas en las plantas de interior es revolucionario: permite que los elementos biológicos dentro del espacio asuman un papel más integral, contribuyendo activamente al bienestar del ocupante”
Mientras que en el artículo publicado se explica el concepto de esta revolucionaria tecnología, los investigadores ya están planeando llevar sus ideas al laboratorio para que finalmente llega a nuestros hogares, escuelas, hospitales y oficinas.
“Nuestro trabajo debería dar como resultado un entorno interior que responda mejora a la salud y al bienestar general de sus ocupantes mientras continúa brindando los beneficios que las plantas aportan a las personas todos los días” concluye Abudayyeh.