El Congreso internacional de arquitectura cerró sus puertas el pasado 1 de julio con un mensaje clave; el cambio de clima y el mundo rural requieren una atención especial en las planes arquitecturales.
El Congreso Internacional de Arquitectura inaugurado por los Reyes de España y que finalizo el pasado 1 de Julio en el Baluarte de Pamplona es uno los congresos de arquitectura más importantes de Europa. Durante sus tres días ponentes de máximo nivel, por citar algunos, Rem Koolhaas, Pierre de Meuron, Jean-Philippe Vassal, Winy Maas, Bjarke Ingels o Iñaki Ábalos abrieron los ojos sobre como la arquitectura puede contribuir en la lucha contra el cambio climático. El congreso dirigido por Luis Fernández-Galiano y organizado por FAS (Fundación Arquitectura y Sociedad), una Fundación de carácter cultural y privado, sin ánimo de lucro, con proyección pública nacional e internacional fue inicialmente creada por iniciativa de Francisco Mangado en 2008.
Luis Fernández-Galiano acerca del Congreso
Tras el primer congreso, celebrado en el Baluarte de Pamplona en junio de 2010 con el lema ‘Arquitectura: más por menos’, el segundo, que se reunió en el mismo lugar en junio de 2012 bajo la rúbrica ‘Arquitectura: lo común’, y el tercero, organizado de nuevo allí en junio de 2014 con el título ‘Arquitectura necesaria’, el cuarto congreso internacional de la Fundación Arquitectura y Sociedad ha permitido discutir el ‘Cambio de clima’ en la arquitectura. Esta se enfrenta hoy a una profunda transformación en sus actitudes y procesos, y al tiempo las urgencias del cambio climático exigen pensar de nuevo la forma de construir edificios y ciudades: la arquitectura cambia para cambiar el mundo.
El congreso inicial contó con la presencia de Renzo Piano, Jacques Herzog y Glenn Murcutt (tres premios Pritzker, el equivalente al Nobel en arquitectura) junto a los decanos de Harvard y Columbia o el fi lósofo Slavoj Zizek, para completar participantes de los cinco continentes. En el segundo intervinieron otros tres premios Pritzker, Norman Foster, que inauguró el evento, y dos maestros ibéricos que lo cerraron, Rafael Moneo y Eduardo Souto de Moura, además de un nutrido grupo de arquitectos internacionales. El tercero reunió, como sus predecesores, a figuras veteranas como Dominique Perrault con otras de trayectoria más corta pero no menos brillante, y fue clausurado por el primer maestro ibérico en recibir el Pritzker, Álvaro Siza.
Conjuntamente, los tres primeros congresos propusieron herramientas para hacer frente a la crisis que afecta al país y a los arquitectos; el cuarto ha pretendido poner énfasis en la necesidad de un cambio en las prácticas de la arquitectura para mejorar nuestro entorno y la vida de las gentes. Para ello, convocó de nuevo a grandes arquitectos internacionales junto a figuras destacadas de diferentes países que reúnen la excelencia profesional con la atención a la sostenibilidad y a la dimensión social de la arquitectura. El título del presente congreso alude tanto al cambio de clima en la arquitectura, a la que la crisis ha situado en una encrucijada económica y ética, y a la importancia de la arquitectura y el urbanismo a la hora de enfrentarse a los desafíos suscitados por el cambio climático, acaso el más importante reto de nuestra época.
Si el primer congreso (‘Más por menos’) defendía una imprescindible austeridad, el segundo (‘Lo común’) argumentaba la no menos necesaria solidaridad basada en lo que compartimos, y el tercero (‘Arquitectura necesaria’) proponía renunciar a lo superfluo y reclamar lo imprescindible —«Lo necesario, pero no menos de lo necesario»—, este cuarto congreso ha examinado el momento actual de la arquitectura atendiendo tanto a la transformación de su base académica y profesional, que marca probablemente un cambio de paradigma en la forma en que se entiende y ejerce, como al papel esencial que la construcción y la ciudad juegan en el cambio climático, ya que la mayor parte de la energía que consumimos y del CO2 que desprendemos quemando combustibles fósiles tienen su origen último en la concepción de los edificios y en el modo de ocupación del territorio: la arquitectura necesita un cambio de clima, y el cambio climático necesita abordarse desde la arquitectura.
Un cambio en el discurso
Un discurso novedoso frente al que escuchamos últimamente de acerca de las mega ciudades y su importancia fue el planteado por el arquitecto holandés premio Pritzker Rem Koolhaas quien ha afirmado que el futuro de la profesión pasa por entender los desafíos que plantea el medio rural, que está eclipsado hasta ahora por las ciudades, lo que traerá consecuencias, algunas de las cuales serán “tremendas».
Koolhas ha recordado que las ciudades solamente representan el dos por ciento de la superficie del planeta en oposición al discurso habitual que oímos actualmente en el ámbito de las Smart cities y que nos plantea que para 2050, el 70% de la población mundial será urbana.
En este sentido para el arquitecto ha destacado, «tenemos que mirar más allá, nos hemos centrado demasiado en el desarrollo del entorno urbano, olvidando el campo”. Sin embargo explicaba con un discurso esperanzador que los arquitectos “Estamos empezando a estudiar el ámbito rural, aunque hay un gran desconocimiento aun» ya que «existe en nuestra vida, no como realidad sino más bien como mito». Sin embargo la transformación que esta ocurriendo en el mundo rural es “incluso más rápida que las ciudades».
Es necesario enfrentar los desafíos y no olvidar la importancia del espacio rural.
Fuente: Escrito de Luis Fernández-Galiano y elaboración propia