El envejecimiento conlleva una serie de desafíos relacionados con la salud, siendo uno de los más prevalentes las alteraciones en los patrones de sueño. Tradicionalmente, estos problemas se han abordado con medicamentos, pero investigaciones recientes sugieren una alternativa prometedora y no farmacológica: la terapia de luz enriquecida con azul. Un estudio realizado por la Universidad de Surrey ha arrojado resultados muy interesantes en este campo, abriendo nuevos caminos para el manejo de los trastornos del sueño relacionados con la edad.
En su estudio, los investigadores descubrieron que la aplicación de terapia de luz enriquecida con azul durante las horas matutinas resultó ser particularmente efectiva. Esta intervención condujo a una notable mejora en la actividad diurna de los participantes, quienes mostraron incrementos en su nivel de energía y movilidad durante el día. Además, se observó que los participantes adoptaron horarios de sueño más tempranos, estableciendo patrones de descanso más regulares y consistentes. Todo ello llevó a una mejora sustancial en la calidad del sueño, mostrando cómo esta terapia de luz matutina puede ser una herramienta valiosa para optimizar el bienestar y la salud del sueño en la población de adultos mayores.
“Nuestra investigación muestra que la intervención de la luz adecuadamente aplicada puede ser una herramienta realmente poderosa para mejorar el sueño y la actividad diaria en adultos mayores sanos. Al centrarnos en la luz azul de la mañana y maximizar la exposición a la luz diurna, podemos ayudar a los adultos mayores a lograr un sueño más tranquilo y mantener un estilo de vida más saludable y activo”, explica el Dr Daan Van Der Veen, profesor titular de sueño y cronobiología de la Universidad de Surrey.

El problema del sueño en la vejez
Conforme las personas envejecen, experimentan cambios en sus patrones de sueño, tales como dificultades para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes y una disminución en la calidad general del sueño. Estos problemas están vinculados a cambios relacionados con la edad en los ojos y a una menor exposición a la luz diurna, a menudo debido a la movilidad reducida y a una menor interacción social. Además, la exposición incrementada a la luz artificial durante la noche, especialmente en residencias de ancianos, puede exacerbar estos problemas.
La luz, especialmente la luz azul de onda corta (420 – 480 nm), influye significativamente en la fisiología humana según su tiempo, intensidad, duración y longitud de onda, siendo más efectiva por la mañana para adelantar los ritmos circadianos y por la noche para retrasarlos. Estudios anteriores han demostrado que la luz azul puede incrementar la actividad diurna, reducir el insomnio y fortalecer los ritmos de actividad en reposo en personas mayores, aunque estos estudios a menudo se limitaron a participantes con deterioro cognitivo leve o demencia en entornos institucionales controlados.
Es por ello que, los investigadores de la Universidad de Surrey se propusieron estudiar los efectos de la luz en adultos mayores sanos que viven en sus propios hogares. Para ello, reclutaron a 36 adultos, con una edad media de 66,5 años. Durante un período de 11 semanas, estos participantes se autoadministraron dos tipos de luz utilizando cajas de luz de escritorio: una luz blanca de control y una luz blanca enriquecida con azul, ambas durante dos horas en la mañana y dos horas en la noche. Las luces emitidas tenían una temperatura de color de 17.000 K para la luz enriquecida con azul y 4.000 K para la luz de control, a dos intensidades diferentes.

El objetivo principal del estudio fue evaluar cómo estas diferentes condiciones lumínicas afectaban los ritmos de actividad diaria, la exposición individual a la luz y la calidad del sueño. Los investigadores monitorearon cuidadosamente los patrones de sueño y los niveles de actividad de los participantes a través de tecnología portátil y diarios de sueño. La hipótesis era que tanto la luz enriquecida con azul como la luz de control mejorarían la amplitud de la actividad de reposo, estabilizarían los ritmos de actividad y mejorarían la calidad del sueño, al tiempo que reducirían la fragmentación del descanso nocturno.

Resultados obtenidos
Los hallazgos revelaron que la exposición prolongada a la luz azul en las mañanas aumenta significativamente la estabilidad de la actividad en reposo (IS) y disminuye la fragmentación del sueño, mientras que la exposición por la noche incrementa la latencia y disminuye la eficiencia del sueño.
Además, se observó que pasar tiempo al aire libre, con niveles de luz superiores a 2500 lux, mejora significativamente la amplitud de la actividad de reposo y la actividad diurna además de provocar una hora de acostarse más temprana. Estos resultados subrayan que tanto la exposición a la luz azul por la mañana como el aumento de la exposición a la luz diurna pueden tener efectos beneficiosos significativos en la regulación del ritmo circadiano y en la mejora de la calidad del sueño.

Estos beneficios de la exposición a la luz matutina podrían estar mediados no solo por ajustes en los ritmos circadianos, sino también por modificaciones en los procesos homeostáticos del sueño. Investigaciones indican que tanto la duración de la vigilia previa como la cantidad de luz natural recibida durante el día influyen en el impulso homeostático para dormir. Específicamente, la luz azul en la mañana parece intensificar la señal de alerta diurna, incrementando así la presión del sueño y fortaleciendo el impulso homeostático que promueve el sueño nocturno. Este mecanismo contribuye a una mejor consolidación del sueño, optimizando la calidad del descanso nocturno.
En definitiva este nuevo estudio, demuestra que la suplementación de luz, particularmente la luz azul matutina, tiene efectos medibles y positivos en varios parámetros de sueño y actividad en adultos mayores sanos que viven en sus propios hogares. Estos hallazgos resaltan la importancia de la exposición a la luz adecuada y su correcta administración, proporcionando pruebas robustas de que intervenciones ligeras y bien temporizadas pueden mejorar los ritmos de sueño y descanso en adultos mayores. Asimismo, destaca la viabilidad y los beneficios de estas intervenciones en entornos reales, sugiriendo que futuros estudios deberían replicar estos hallazgos con muestras más grandes y en diferentes contextos para confirmar y expandir los resultados obtenidos.

Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://link.springer.com/article/10.1007/s11357-025-01506-y
Fuente de imágenes: Freepik. Imágenes procedente de banco de recursos que no pertenecen a la investigación.
Articulo elaborado a partir del paper: “The bright and dark side of blue-enriched light on sleep and activity in older adults”, 2025 GeroScience. Springer Nature

