Pasar demasiado tiempo en habitaciones y oficinas con poca luz puede cambiar la estructura del cerebro y dañar la capacidad de recordar y aprender. Esto es lo que afirma la novedosa investigación llevada a cabo por el equipo de neurocientíficos de la Universidad Estatal de Michigan.
El equipo de investigación estudió los cerebros de ratas africanas de la hierba ( las cuales, como los humanos, son diurnas y duermen por la noche) después de exponerlos a ciclos de luz tenue y brillante durante cuatro semanas. Los roedores expuestos a la luz tenue perdieron alrededor del 30 por ciento de la capacidad en el hipocampo, una región crítica del cerebro para el aprendizaje y la memoria, y tuvieron un comportamiento muy malo al realizar una tarea espacial con la que habían sido entrenadas.
Las ratas expuestas a luz brillante, por el otro lado, mostraron significativas mejoras en el desempeño de la tarea espacial. Además, cuando los roedores que habían sido expuestos a los condiciones de menor luz fueron llevados a un nivel de iluminación mayor durante otras 4 semanas (con un mes de descanso entre las pruebas), su capacidad cerebral y su ejecución de la tarea, se recuperó por completo.
El estudio, financiado por el National Institutes of Health, es el primero que muestra cómo los cambios de la iluminación ambiental, en condiciones a las que normalmente está expuesta una persona, puede llevar a cambios estructurales en el cerebro. Esto es realmente significativo, si tenemos en cuanta que el estadounidense medio pasa de promedio un 90% de su tiempo en espacios interiores. (Datos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos).
“Cuando hemos expuesto las ratas en condiciones de luz tenue, replicando un dia nublado de invierno o la típica iluminación interior, lo animales mostraron deficiencia en el aprendizaje espacial”. Comenta Antonio “Tony” Nuñez, profesor de psicología y co-investigador del estudio. Y añada: “Esto es similar a cuando la gente no puede encontrar donde ha aparcado su coche a la salida del centro comercial o de haber visto una película en el cine”.
Por otro lado, el estudiante de doctorado Joel Soler, que también ha participado en el estudio, explica que la exposición prologandada a la luz tenue condujo a reducciones significativas en una sustancia llamada “factor neurotrófico derivado del cerebro” – un péptido que ayuda a mantener las conexiones y neuronas sanas en el hipocampo- y en las espinas dendríticas, o las conexiones que permiten que las neuronas «hablen» entre ellas. “Dado a que se han realizado menos conexiones, esto reduce el aprendizaje y el rendimiento de la memoria que depende del hipocampo”. “En otras palabras las luces tenues producen zoquetes”.
Curiosamente, la luz no afecta directamente al hipocampo, lo que significa que actúa primero en otros sitios dentro del cerebro después de pasar por los ojos. Lili Yan, la investigadora principal del proyecto, comenta que están investigando un sitio en especial en el cerebro de los roedores: un grupo de neuronas en el hipotálamo que produce un péptido llamado orexina que se sabe que influye en una variedad de funciones cerebrales. Una de sus principales preguntas sobre la investigación es: ¿si la orexina es administrada a las ratas que están expuestas a la luz tenue, se recuperan sus cerebros sin volver a exponerse a condiciones de luz brillante?.
El proyecto podría tener importantes implicaciones para ancianos y personas con glaucoma, degeneración de retina o discapacidades cognitivas.
«Para las personas con enfermedades oculares que no reciben mucha luz, ¿Podemos manipular directamente este grupo de neuronas en el cerebro, pasar por alto el ojo y proporcionarles los mismos beneficios de la exposición a la luz brillante?». Se pregunta Yan. «Otra posibilidad es mejorar la función cognitiva en la población que envejece y aquellos con trastornos neurológicos. ¿Podemos ayudarlos a recuperarse de la discapacidad o evitar un mayor declive?»
Referencias:
Light modulates hippocampal function and spatial learning in a diurnal rodent species: A study using male nile grass rat (Arvicanthis niloticus). Soler JE, Robison AJ, Núñez AA, Yan L. DOI: 10.1002/hipo.22822