En el ecosistema tecnológico que articula las infraestructuras urbanas inteligentes, los estándares de interoperabilidad actúan como garantías técnicas que permiten a los municipios evitar el temido efecto “lock-in” con proveedores propietarios.
La especificación TALQ, promovida por el TALQ Consortium, se ha consolidado como uno de los marcos de referencia más relevantes para asegurar la compatibilidad entre plataformas de gestión centralizada y nodos IoT del alumbrado exterior y otros servicios urbanos. Sin embargo, tal como ha hecho público el Consorcio, un reciente intento de fraude en un proceso de licitación pública internacional ha puesto de relieve una vulnerabilidad emergente: la falsificación de certificados de conformidad.
Este incidente, detectado a comienzos de 2025 durante la licitación de un proyecto de infraestructura para ciudad inteligente, ha revelado cómo algunos actores están dispuestos a manipular los requisitos técnicos para obtener ventajas competitivas ilícitas. La investigación, iniciada por una firma de consultoría contratada para verificar la validez de las certificaciones TALQ aportadas por los licitadores, descubrió que uno de los documentos presentados era una copia alterada de un certificado auténtico, perteneciente a otra empresa miembro del consorcio.

Garantía técnica frente a soluciones propietarias
Desde su fundación en 2012, el TALQ Consortium ha trabajado para facilitar la interoperabilidad en entornos urbanos complejos. Su especificación, que actúa como una interfaz estandarizada entre plataformas de gestión centralizadas (Central Management Software, CMS) y dispositivos de campo (gateways, nodos de luminarias, sensores ambientales, entre otros), permite que diferentes soluciones de distintos fabricantes puedan comunicarse sin necesidad de desarrollar integraciones ad hoc.
En términos técnicos, TALQ define tanto una API semántica como un protocolo de transporte, que puede funcionar sobre infraestructuras de red heterogéneas.Su enfoque orientado a servicios facilita la implementación modular de funcionalidades como el control dinámico del alumbrado, la monitorización energética, la gestión de incidencias o la integración de sensores ambientales. Esta capacidad de abstracción técnica ha favorecido su adopción por ciudades que priorizan la independencia tecnológica y la escalabilidad de sus infraestructuras digitales.
Como resultado, cada vez son más los pliegos técnicos de licitaciones públicas que incluyen como requisito obligatorio que las soluciones presentadas estén certificadas conforme a la especificación TALQ.

El fraude detectado
El episodio de falsificación se produjo durante la fase de presentación de documentación en una licitación internacional vinculada a un proyecto de alumbrado inteligente. Varios licitadores incluyeron certificados de conformidad con la especificación TALQ, aparentemente válidos. Sin embargo, la consultora responsable de verificar los requisitos técnicos detectó una incongruencia: uno de los certificados no figuraba en la lista oficial publicada por el consorcio.
Tras una consulta directa con el TALQ Consortium, se confirmó que el documento había sido alterado digitalmente. En concreto, se trataba de una copia manipulada de un certificado auténtico, emitido originalmente para otro fabricante. El archivo mantenía la estructura y el formato oficiales, pero había sido editado para sustituir los datos del titular.
Aunque no se ha revelado el nombre de la empresa implicada, y el consorcio ha reconocido que las acciones legales se ven limitadas por la dificultad de probar la autoría directa de la manipulación, el caso subraya una cuestión crítica: los procesos de certificación técnica en el ámbito de las ciudades inteligentes no están exentos de intentos de fraude documental.
Desde el Consorcio quieren dejar claro que la única fuente confiable para verificar la certificación TALQ es su lista oficial disponible en su página web del Consorcio.

«Este incidente, desafortunadamente, no el primero, destaca que la credibilidad de nuestro estándar depende no solo de sus especificaciones técnicas, sino también de la conciencia y vigilancia de los miembros, socios y usuarios finales de TALQ en todo el ecosistema de ciudades inteligentes», apunta Simon Dunkley, Secretario General del Consorcio TALQ.
Imagenes: © TALQ Consortium.

