La iluminación artificial puede afectar el estado de ánimo de los adolescentes. Esta es una de las conclusiones sacadas de un estudio de investigación llevado a cabo por un equipo español formado por el profesor de Química y Bioquímica, David Baeza Moyano, y el profesor de Arquitectura, Roberto Alonso González Lezcano, de la Universidad CEU San Pablo; y la profesora Mónica San Juan Fernández, de la Universidad Antonio de Nebrija.
El estudio, publicado en la revista científica Sustainability, tiene como objetivo el analizar los artículos publicados sobre este tema e “intentar dilucidar con la información existente, la composición espectral e irradiancia de las nuevas luminarias LED para su uso en el hogar, en espacios públicos como los centros educativos y la luz emitida por equipos portátiles pensando en sus consecuencias sobre los adolescentes”.
El creciente uso desde edades tempranas de equipos electrónicos hasta altas horas de la noche ha despertado la curiosidad y el temor sobre las consecuencias sobre las personas y especialmente en los niños y adolescentes. Hay múltiples estudios en los que se asocia el nivel de luz ambiental en la habitación durante el período de sueño con enfermedades derivadas de la cronofisrupción como diabetes, obesidad, depresión y desórdenes afectivos. Los resultados de esta investigación muestran que la cantidad de luz azul emitida por los equipos electrónicos es menor que el de las luminarias modernas y miles de veces menor que la irradiación solar. Sin embargo, las últimas investigaciones advierten que estas pequeñas cantidades de luz recibidas por la noche pueden tener efectos perniciosos no visuales en los adolescentes e influir en el equilibrio de los ciclos circadianos y en la calidad del sueño de manera negativa.
Asimismo, la evolución de la iluminación con la introducción de las luces LED que pueden emitir cualquier longitud de onda a cualquier intensidad ha suscitado preocupaciones sobre las combinaciones de luz que pueden recibir y emitir los equipos electrónicos y dudas inquietantes sobre las consecuencias de dicha luz para la salud de los adolescentes. “La novedosa generación de luminarias LED, en las que se puede incrementar la intensidad de luz azul sin incrementar los parámetros actuales de medición (luxes), hace que sea necesario que los profesionales responsables de los centros educativos sepan la composición de las luminarias ya que se puede influir en el “estado de ánimo” de las personas y, por tanto, de los adolescentes con consecuencias desconocidas e imprevisibles”, se apunta en el paper.
Conclusiones y recomendaciones
“El establecimiento de una iluminación combinada de origen natural y artificial acorde a los parámetros naturales debería de ser una cuestión prioritaria en el diseño y construcción de los nuevos centros educativos, así como en la iluminación de los centros ya existentes, de manera que se pueda favorecer la transformación de la luz tóxica hacia un nuevo modelo ético-saludable y con ahorro de gasto energético significativo”.
Después de hacer un análisis sobre toda la investigación actual relacionada con los efectos de las fuentes de luz artificial en los adolescentes, la normativa actual, y los posibles efectos de la iluminación del aula en el rendimiento de los estudiantes, los investigadores sugienre las siguientes medidas de control o preventivas que podrían ser promovidas por las administraciones, los centros educativos y las familias:
- Desarrollo de un “Manual del buen uso de los equipos electrónico por parte de los adolescentes”.
- Proponer a los responsables públicos y privados la formación de los profesionales encargados de mantenimiento de los edificios públicos, en este caso los colegios, para que adquieran los conocimientos necesarios para la correcta adquisición y montaje de las luminarias que se coloquen en los centros educativos.
- Poner esta circunstancia en conocimiento de los organismos públicos responsables de la defensa del consumidor, para informar a las personas y que, al adquirir nuevas luminarias para sus hogares, tengan en cuenta la proporción de luz azul que contienen por sus efectos no visuales.