Durante dos décadas, el discurso sobre sostenibilidad en iluminación ha girado casi siempre alrededor de la misma idea: consumir menos energía. El salto del incandescente al fluorescente, y de éste al LED, se ha vendido —con razón— como una historia de éxito en eficiencia. Sin embargo, el reto climático global y los objetivos de neutralidad en carbono de 2050 obligan a mirar más allá del kilovatio-hora ahorrado.
Hoy la atención se desplaza hacia una pregunta más incómoda: ¿qué pasa antes y después del uso de una luminaria? ¿Cuál es su huella embebida en materiales, procesos, transporte y fin de vida? La respuesta abre un nuevo campo de trabajo para el sector: el de la economía circular aplicada a la iluminación, una disciplina que ya no se limita al reciclaje, sino que propone un rediseño profundo del ciclo de vida del producto, desde su concepción hasta su desensamblaje.
Un reciente estudio académico —“A systematic review of circular economy of artificial lighting and global sustainability”— ofrece una visión cuantitativa y global de esta transformación. Los autores, tras analizar más de mil artículos indexados en las bases de datos Scopus y Web of Science entre 2005 y 2025, seleccionaron 42 publicaciones clave mediante criterios de inclusión rigurosos, centrados en innovación tecnológica, análisis de ciclo de vida (LCA) y estrategias de diseño circular. El resultado es una panorámica precisa de cómo la sostenibilidad y la circularidad se cruzan en la investigación sobre iluminación, identificando tanto los avances como los vacíos que aún impiden un modelo verdaderamente regenerativo.

Dos décadas de investigación: luces y sombras de una evolución desigual
El estudio aplica un enfoque bibliométrico avanzado, combinando herramientas como Bibliometrix (R Studio) y VOSviewer para rastrear tendencias, redes de citación y relaciones temáticas entre autores. Los resultados muestran un crecimiento sostenido de la producción científica en el campo de la economía circular aplicada a la iluminación, con un aumento medio anual del 5,65 %. Sin embargo, esa curva presenta altibajos: el número de publicaciones se dispara a partir de 2017, alcanza su máximo en 2021 y luego cae de forma abrupta, un patrón que los investigadores interpretan como signo de madurez parcial del campo o de desplazamiento del interés hacia otras áreas emergentes.
En cuanto a la distribución geográfica, la investigación sobre circularidad en iluminación está lejos de ser homogénea. España, China, Arabia Saudí, Singapur, Italia, Reino Unido e India suman más del 70 % de los estudios más influyentes. España aparece además entre los países con mayor impacto relativo por cita, lo que sugiere que la investigación nacional, aunque no siempre abundante, es de alto reconocimiento internacional. No obstante, la colaboración entre países sigue siendo débil: sólo un 23,8 % de los artículos analizados son resultado de cooperación internacional, una cifra baja para un campo que se enfrenta a desafíos globales en materia de recursos y emisiones.

Más allá de los datos cuantitativos, la revisión permite distinguir tres grandes etapas en la evolución de la sostenibilidad en iluminación. Entre 2005 y 2015 predomina la llamada era de la eficiencia operativa: la investigación se centra en reducir consumos mediante LED y sistemas de control, y la sostenibilidad se entiende como sinónimo de ahorro energético. A partir de 2015, con la popularización del análisis de ciclo de vida (LCA), la atención se amplía a todas las fases del producto: desde la extracción de materias primas hasta su tratamiento final. Por último, el periodo 2020–2025 marca la integración real de la economía circular, con el diseño, la reparabilidad, la modularidad y la remanufactura como nuevos objetivos técnicos y normativos.
Estos avances no se explican sin el impulso político. En Europa, el Plan de Acción de Economía Circular de 2016 y su actualización en 2020 han obligado a fabricantes y diseñadores a incorporar criterios ambientales desde la concepción del producto. La Regulación de Ecodiseño 2019/2020, el trabajo de la Comisión Electrotécnica Internacional (TC111) o la guía TM66 de la CIBSE son hitos normativos que han dado forma a un nuevo marco técnico. Pero el estudio recuerda que la evolución regulatoria no basta: la circularidad requiere también cambios estructurales en el diseño industrial, en la cadena de suministro y en los modelos de negocio.
El reto del carbono embebido y la obsolescencia estructural
Uno de los hallazgos del estudio es la constatación de que el modelo de eficiencia energética, aunque exitoso, ha generado nuevas paradojas ambientales. La tecnología LED, al reducir drásticamente el consumo durante el uso, ha desplazado el impacto hacia las fases iniciales y finales del ciclo de vida. En otras palabras, el carbono embebido —la energía asociada a la extracción, procesamiento y transporte de materiales— se ha convertido en el principal desafío oculto del sector.
Los investigadores citan estudios que muestran cómo, en edificios de muy bajo consumo, la energía embebida puede representar hasta el 40 % del consumo total a lo largo de 50 años. En iluminación, la situación es similar: cuanto más eficiente es el sistema en uso, mayor es el peso relativo de los impactos previos. Esto obliga a reconsiderar el enfoque tradicional y adoptar métricas integrales como el Whole Life Carbon (WLCC), que mide las emisiones totales asociadas al ciclo de vida del producto.

Pero hay un obstáculo mayor: el propio diseño de los productos. La generalización de luminarias no mantenibles, con módulos LED y drivers integrados de forma inseparable, impide la reparación y condena equipos completos a ser desechados ante el fallo de un solo componente. En la mayoría de los casos, el punto crítico es el condensador del driver, cuya vida útil media se sitúa en torno a las 50.000 horas. El fallo de ese pequeño elemento, irreemplazable en muchos modelos, supone el fin de la luminaria, incluso cuando el resto de sus partes conserva su funcionalidad. El reciclaje posterior, basado en trituración, destruye el valor material y energético acumulado, generando un bucle de pérdida que contradice los principios mismos de la economía circular.
La revisión científica pone nombre a esta contradicción: la paradoja del LED no reparable. Mientras el sector presume de eficiencia, buena parte de su parque de luminarias está diseñado para no poder ser intervenido. Para revertir esta situación, los investigadores abogan por un cambio de paradigma: pasar de la lógica de “fabricar–usar–reciclar” a la de “fabricar–usar–devolver”, donde el producto se concibe desde el inicio para ser desmontado, actualizado y reincorporado al ciclo productivo. En esta visión, la modularidad no es una opción estética o técnica, sino una condición necesaria para conservar el valor embebido en materiales y componentes.
La economía circular como catalizador del cambio industrial
El estudio señala que el impacto de la economía circular en la iluminación podría ser transformador, siempre que la industria adopte una visión sistémica. La circularidad no es una etapa final del proceso, sino un marco que abarca desde el diseño hasta la logística inversa. En la práctica, esto se traduce en desarrollar luminarias con componentes reemplazables, materiales trazables y diseños preparados para el desmontaje, garantizando al mismo tiempo compatibilidad eléctrica, óptica y digital.
Algunos fabricantes europeos ya experimentan con arquitecturas modulares que permiten sustituir el motor de luz o el driver sin desinstalar el conjunto. Otros han lanzado programas de reacondicionamiento de luminarias retiradas, mediante los cuales se renueva la electrónica y se vuelven a poner en servicio con garantías completas. Esta práctica permite reducir el carbono embebido, a la vez que introduce un nuevo modelo de negocio donde el producto no se vende, sino que se ofrece como servicio.

El modelo Lighting-as-a-Service (LaaS), descrito en varios de los artículos revisados, encarna esa transición. En él, el fabricante o la empresa de servicios energéticos mantiene la propiedad de los equipos y cobra al cliente por la cantidad o la calidad de luz entregada. Este enfoque elimina la obsolescencia planificada, incentiva el mantenimiento y garantiza la recuperación del material al final del contrato. Cuando las luminarias ya no cumplen los estándares técnicos, son reacondicionadas, actualizadas y reubicadas.
La circularidad también obliga a redefinir la logística y las métricas. Ya no basta con optimizar la cadena de suministro directa; es necesario crear redes de logística inversa que gestionen la recogida, inspección y redistribución de equipos. El valor económico deja de estar en la venta del producto y pasa a residir en su capacidad de mantenerse operativo el máximo tiempo posible. Desde un punto de vista ambiental, esto se traduce en una reducción simultánea de energía embebida, residuos y emisiones. Desde el punto de vista empresarial, en una fuente estable de ingresos recurrentes.
Sin embargo, el estudio advierte que el camino hacia este modelo circular no está exento de obstáculos. Las barreras estructurales incluyen la falta de estándares de desmontaje, la ausencia de normativas de reparabilidad obligatoria, la carencia de formación técnica para el mantenimiento avanzado y la resistencia cultural de un mercado acostumbrado a reemplazar en lugar de reparar. Además, los actuales pliegos de contratación pública suelen premiar el precio más bajo y la eficiencia lumínica, pero no la reparabilidad o la trazabilidad. Mientras la administración no incorpore criterios de circularidad en sus licitaciones, la transformación será parcial.

Los autores subrayan que el poder de compra público puede ser la palanca más eficaz para acelerar el cambio. Incluir métricas como el índice de circularidad TM66, el contenido reciclado o el WLCC en los concursos municipales de alumbrado permitiría orientar la innovación industrial hacia productos más sostenibles. España, que figura entre los países con producción científica en esta materia, tiene además una posición privilegiada para aplicar estas ideas en su potente red de contratos ESE y proyectos de modernización urbana.
Investigación, materiales y digitalización: las nuevas fronteras de la circularidad
El panorama de investigación identificado en la revisión no se limita al diseño de producto. En los últimos años han emergido nuevos frentes tecnológicos que complementan la circularidad desde distintos ángulos. Uno de ellos es el de los materiales sostenibles. Varias líneas de trabajo exploran el uso de polímeros biobasados, aleaciones reciclables y compuestos fotodegradables para la fabricación de luminarias. Otras se centran en la recuperación de metales críticos —como el cobre o el aluminio— mediante procesos de bajo impacto, o en la creación de difusores y ópticas con contenido reciclado de alta pureza.
En paralelo, las tecnologías OLED y fotovoltaicas integradas aparecen como plataformas idóneas para ensayar modelos circulares. Las OLED, gracias a su estructura laminar, permiten separar con facilidad sus capas de sustrato, electrodo y material emisor, lo que facilita la recuperación de componentes y el rediseño modular. Por su parte, los sistemas de alumbrado alimentados por energía solar o microredes locales incorporan la variable de autonomía energética, reduciendo las emisiones indirectas y alineándose con los objetivos de descarbonización.
El estudio destaca también el papel de la digitalización en la nueva economía circular. Las tecnologías IoT permiten un seguimiento continuo del estado de cada luminaria, generando datos sobre temperatura, corriente o degradación del flujo que permiten anticipar fallos y programar reparaciones antes de que se produzca la avería. La inteligencia artificial puede analizar esos datos y optimizar el mantenimiento predictivo, alargando la vida útil del sistema y reduciendo residuos. Al mismo tiempo, herramientas como blockchain y los pasaportes digitales de producto permiten trazar el origen, la composición y el destino de cada componente, garantizando la transparencia en toda la cadena de valor.

El futuro de la circularidad en iluminación será necesariamente interdisciplinar. El estudio identifica áreas donde aún falta investigación empírica: cómo influyen los comportamientos de los usuarios en la durabilidad de los equipos; qué incentivos económicos favorecen la reparación frente a la sustitución; o cómo diseñar marcos regulatorios que equilibren competitividad e impacto ambiental. Los autores proponen un enfoque holístico que combine ingeniería, economía, sociología y políticas públicas, y que integre los objetivos de la Agenda 2030 con los marcos de acción climática nacionales.
Conclusión: de la eficiencia a la regeneración: el nuevo contrato de la luz
El sector de la iluminación ha recorrido un largo camino en su transición hacia la sostenibilidad. La revolución del LED representó el primer gran salto, reduciendo consumos y emisiones de manera sin precedentes. Pero la verdadera transformación que exige el contexto climático actual va más allá del ahorro energético: implica repensar cómo diseñamos, fabricamos, compramos y gestionamos la luz.
La economía circular ofrece ese marco de cambio. Al introducir la reparabilidad, la modularidad y la reutilización como principios de diseño, la iluminación puede pasar de ser un producto desechable a convertirse en un sistema regenerativo. Esta transición no es sólo ambiental: redefine las relaciones económicas entre fabricantes, operadores y usuarios, y abre la puerta a modelos basados en el valor de servicio y la conservación de recursos.
El estudio revisado deja claro que la investigación avanza, pero que el salto cualitativo dependerá de la cooperación entre industria, administraciones y mundo académico. La circularidad necesita estándares técnicos, políticas públicas coherentes y una demanda informada que premie los productos diseñados para durar. Si la primera revolución del sector fue tecnológica, la próxima será estructural y cultural.

Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0378778825010448
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Fuente de imágenes: Freepik-Unsplash-Chatgpt(IA)*. * Imágenes procedentes de bancos de recursos gráficos o generada por IA que no pertenecen a la investigación. |

