Los arándanos, junto con otras frutas como las endrinas, las ciruelas damascenas y las bayas de enebro, comparten un atractivo matiz azul que ha fascinado tanto a consumidores como a científicos. Investigadores de la Universidad de Bristol han descubierto recientemente que esta tonalidad no se debe a los pigmentos de la piel de la fruta, sino a las diminutas estructuras presentes en la capa de cera que las recubre. Este hallazgo, publicado en Science Advances, no solo arroja luz sobre los misterios del color en la naturaleza sino que también abre las puertas a nuevas aplicaciones tecnológicas en el ámbito de los colorantes y revestimientos.
El estudio revela que, a pesar de la coloración roja oscura de los pigmentos presentes en la piel de la fruta, el azul característico de los arándanos proviene de una capa de cera que envuelve la fruta. Esta capa está compuesta por estructuras minúsculas que dispersan la luz azul y ultravioleta (UV), lo que da a los arándanos su apariencia azul para los humanos y azul-UV para las aves.
“El azul de los arándanos no se puede ‘estraer’ aplastandolos, porque no se encuentra en el zumo pigmentado que se puede exprimir de la fruta. Por eso sabíamos que debía haber algo extraño en el color”; explica la investigadora de la Escuela de Ciencias Biológicas de Bristol, Rox Middleton.
Al remover y recristalizar la cera sobre cartón, los investigadores lograron crear un recubrimiento azul-UV completamente nuevo. Este colorante ultrafino, de aproximadamente dos micrones de espesor, aunque menos reflectante, es visiblemente azul y refleja bien la luz UV, lo que posiblemente allane el camino para el desarrollo de nuevos métodos de colorantes.
La mayoría de las plantas están recubiertas con una fina capa de cera que tiene múltiples funciones, muchas de las cuales los científicos todavía no entienden. Saben que puede ser muy efectivo como revestimiento hidrofóbico y autolimpiante, pero solo ahora se dan cuenta de lo importante que es la estructura para la coloración visible.
Ahora el equipo planea buscar formas más fáciles de recrear el recubrimiento y aplicarlo. Esto podría conducir a una pintura UV y reflectante azul más sostenible, biocompatible e incluso comestible. Además, estos recubrimientos podrían tener las mismas funciones múltiples que los biológicos naturales que protegen a las plantas.
“Fue muy interesante descubrir que había un mecanismo de coloración desconocido justo debajo de nuestras narices, en las frutas populares que cultivamos y comemos todo el tiempo. Fue aún más emocionante poder reproducir ese color cosechando la cera para hacer un nuevo revestimiento azul que nadie había visto antes. ¡Construir toda la funcionalidad de esta cera natural en materiales de ingeniería artificial es el sueño!”, concluye Rox.
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