Desde siempre, la percepción del color ha fascinado tanto a científicos como a filósofos, planteando la pregunta de si todos experimentamos los colores de la misma manera. Una reciente investigación de la Universidad de Kyoto ofrece luces sobre este enigma, especialmente en lo que respecta a la percepción cromática en los niños, un área previamente limitada por las barreras del lenguaje y la introspección.
En los campos de la psicología y la neurociencia, la conexión entre la experiencia subjetiva, como la percepción del color, y la actividad cerebral física continúa siendo un enigma sin resolver. Además, debido a sus limitadas habilidades lingüísticas, estudiar experiencias conscientes en los niños ha planteado un desafío particular.

El equipo dirigido por Yusuke Moriguchi se propuso superar los obstáculos asociados con la evaluación de experiencias conscientes en niños pequeños. Para esto, desarrollaron una interfaz de panel táctil que minimiza la necesidad de habilidades lingüísticas avanzadas. Esta herramienta permitió a niños desde los 3 años de edad participar en estudios sobre cómo perciben los colores, una innovación notable en el campo de la psicología del desarrollo.
Utilizando la interfaz, se pidió a los participantes que calificaran la similitud entre nueve colores distintos, empleando una escala de cuatro puntos de ‘muy similar’ a ‘muy diferente’. Los participantes incluyeron niños japoneses de 3 a 12 años y niños chinos de 6 a 8 años, junto con adultos japoneses. También realizaron las pruebas en diferentes entornos, tanto online como en persona, y utilizaron una computadora o una pantalla táctil para cada prueba.

Contrario a lo que se podría esperar, los resultados mostraron que los niños pequeños experimentan los colores de manera casi idéntica a los adultos. Esta estructura de percepción del color no varió significativamente con la edad ni entre las diferentes culturas estudiadas. Además, el entorno del experimento —ya sea online o presencial, y utilizando diferentes dispositivos— demostró tener un impacto mínimo en los resultados.
“Nos sorprendió observar la consistencia de las estructuras de calidad de color a través de las edades, a pesar de los cambios significativos conocidos en la comprensión de los niños y el uso de los nombres de los colores con la edad”, explica Moriguchi. Los investigadores tampoco esperaban que el entorno experimental tuviera una influencia tan mínima en los resultados, lo que demuestra la solidez de su enfoque.

A pesar de que se necesitan más estudios que involucren a niños de orígenes culturales más diversos y que utilicen más colores, estos hallazgos sugieren que la experiencia humana del color podría ser más universal de lo que se pensaba, proporcionando una nueva perspectiva sobre cómo se desarrolla esta percepción desde las etapas más tempranas de la vida.
“Nuestro estudio proporciona una nueva metodología para investigar científicamente las experiencias conscientes en niños pequeños. Esto podría contribuir a desarrollar mejores enfoques educativos y de crianza basados en las perspectivas de los niños, y a una mejor comprensión en general de cómo los niños perciben el mundo que los rodea”, concluye Moriguchi.
Fuente de imagen de portada: Freepik. Imagen procedente de banco de recursos gráficos que no pertenece a la investigación.