Una nueva investigación realizada por el Instituto Nacional del Ojo (NEI) de los Estados Unidos ha descifrado los mapas cerebrales de la percepción del color humano. Los hallazgos, publicados esta semana en Current Biology, abren una ventana a cómo se organiza el procesamiento del color en el cerebro, y cómo el cerebro reconoce y agrupa los colores en el entorno.
“Este es uno de los primeros estudios para determinar el color que una persona está viendo basado en las mediciones directas de la actividad cerebral. Este enfoque nos permite llegar a preguntas fundamentales de cómo percibimos, categorizamos y entendemos el color”, explica el Dr. Bevil Conway, jefe de la Unidad de Sensación, Cognición y Acción del NEI, quien dirigió el estudio.
El cerebro usa señales de luz detectadas por los fotorreceptores cono de la retina como bloques de construcción para la percepción del color. Tres tipos de fotorreceptores cono detectan la luz en un rango de longitudes de onda. El cerebro mezcla y categoriza estas señales para percibir el color en proceso que todavía no se conoce bien.
Para examinar este proceso, los investigadores utilizaron la magnetoencefalografía (MEG), una tecnología de 50 años de antigüedad que registra de forma no invasiva los diminutos campos magnéticos que acompañan a la actividad cerebral. La técnica proporciona una medición directa de la actividad de las células cerebrales utilizando un conjunto de sensores alrededor de la cabeza. Revela los cambios milisegundo a milisegundo que ocurren en el cerebro para permitir la visión. Los investigadores registraron patrones de actividad mientras los voluntarios veían imágenes a color especialmente diseñadas y reportaban los colores que veían.
Los científicos trabajaron con tonos rosados, azules, verdes y naranjas para poder activar las diferentes clases de fotorreceptores de manera similar. Estos colores se presentaron en dos niveles de luminancia: claro y oscuro. Los investigadores utilizaron una forma de estímulo en espiral, que produce una fuerte respuesta del cerebro.
Los resultados muestran que los participantes del estudio estudio tenían patrones únicos de actividad cerebral para cada color. Con suficientes datos, los investigadores pudieron predecir, a partir de los registros del MEG, qué color estaba mirando un voluntario, esencialmente decodificando el mapa cerebral del procesamiento del color, o «lectura mental».
“El objetivo del ejercicio no era sólo leer la mente de los voluntarios”, dijo Conway. “La gente se ha preguntado sobre la organización de los colores durante miles de años. La base física del color, el arco iris, es un continuo gradiente de tonos. Pero la gente no lo ve de esa manera. Tallan el arco iris en categorías y organizan los colores como una rueda. Estábamos interesados en entender cómo el cerebro hace que esto suceda, cómo el tono interactúa con el brillo, como para convertir el amarillo en marrón”.
Por ejemplo, en una variedad de idiomas y culturas, los humanos tienen nombres más distintivos para los colores cálidos (amarillos, rojos, naranjas, marrones) que para los colores fríos (azules, verdes). Se sabe desde hace mucho tiempo que la gente utiliza sistemáticamente una mayor variedad de nombres para los colores cálidos a diferentes niveles de luminosidad (por ejemplo, «amarillo» frente a «marrón») que para los colores fríos (por ejemplo, «azul» se utiliza tanto para la luz como para la oscuridad). El nuevo descubrimiento muestra que los patrones de actividad cerebral varían más entre las tonalidades cálidas claras y oscuras que entre las tonalidades frías claras y oscuras. Los hallazgos sugieren que nuestra propensión universal a tener más nombres para los tonos cálidos puede estar en realidad enraizada en la forma en que el cerebro humano procesa el color, no en el idioma o la cultura.
“Para nosotros, el color es un poderoso sistema modelo que revela pistas sobre cómo funcionan la mente y el cerebro. ¿Cómo organiza y categoriza el cerebro el color? ¿Qué nos hace pensar que un color es más similar a otro? Usando este nuevo enfoque, podemos usar el cerebro para decodificar cómo funciona la percepción del color – y en el proceso, esperamos descubrir cómo el cerebro convierte los datos de los sentidos en percepciones, pensamientos y, en última instancia, acciones”, concluye Conway.
Créditos imagen de portada: National Eye Institute